![Los extremeños consumen menos productos frescos desde la pandemia por la subida de precios](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/09/20/compra-Ryl4c4jBwHzzL7V6z1yU01I-1200x840@Hoy.jpg)
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«El lenguado, que es el pescado que mejor comen mis hijos, está al doble de precio», dice una madre de familia.
Un encarecimiento que sirve para explicar la pérdida de peso de este alimento en la cesta de la compra de los extremeños. En ... 2019 se consumieron en los hogares más de 360.000 kilos y el pasado 2023 no se llegó a los 134.000 kilos. Poco más de una tercera parte en cuatro años, lo que supone un caso extremo dentro de los productos frescos, pero que ejemplifica la tendencia a la baja de los pescados en la alimentación de la familias.
Tanto los pescados como la carne, pero también las frutas y las verduras, tienen una presencia cada vez más reducida en los menús de los extremeños y la subida de los precios de la alimentación es el principal motivo que señalan los expertos.
8% aceite de oliva virgen
aumentó su consumo entre 2019 y 2023
25% aceite de oliva virgen extra
descendió su consumo en los últimos cuatro años
19% pescado fresco
redujeron los extremeños su compra desde el último ejercicio previo a la pandemia
Aunque también la buena marcha del mercado laboral y el cambio en las tendencias de consumo está llevando a las familias a optar con más frecuencia por los productos precocinados. Con más personas trabajando en los hogares hay menos tiempo disponible para dedicarlo a la cocina, lo que hace que algunos de ellos deban recurrir a alimentos ya elaborados para sus comidas.
Los datos así lo reflejan y en los últimos cuatro años el panel de consumo alimentario que elabora anualmente el Ministerio de Agricultura detalla que el consumo de platos preparados en Extremadura creció un 8% y ya suponen más del 2,6% del total de la cesta de la compra de las familias.
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Una evolución inversa sufren los productos frescos. En el caso de los pescados, su consumo cayó en casi un 20% entre 2019 y 2023. Sin embargo, en ese mismo periodo el gasto económico se mantuvo constante. Un fenómeno que solo puede explicarse a través de su importante encarecimiento.
Lo mismo sucede con las hortalizas o las frutas, que los extremeños compran menos que antes de la pandemia.
1.422 euros per cápita
gastaron los extremeños a la compra de alimentación en 2023; es la cifra más reducida de todas las comunidades autónomas, en lo que influye que la región está entre los territorios donde menos volumen se adquiere en los establecimientos de alimentación
29% del presupuesto
destinado a la cesta de la compra fue para carnes y pescados
Pese a que en los últimos meses la inflación de la alimentación está regresando a unos cauces más habituales, con tasas interanuales por debajo del 3%, el fuerte aumento de los precios que empezó a notarse en el primer semestre de 2020 y que tras algunas fluctuaciones se disparó a finales de 2021 ha obligado a las familias a ajustar sus compras a su presupuesto y, por tanto, a eliminar de su cesta determinados productos.
Ha sucedido con la ternera y el cordero, cuyo consumo ha retrocedido con fuerza y que ha provocado que la compra de carne fresca se haya reducido en más de un 15%, siempre entre 2019 y 2023.
Alimentos más baratos, como el arroz y la pasta sí ganaron presencia en las compras de las familias extremeñas, mientras que la bollería y las galletas permanecen estables desde 2019.
De la misma forma mantienen las conservas de pescado sus niveles de consumo. En el global se produce un ligero descenso, pero la proporción dentro de la cesta de las familias de la región se reduce apenas un par de centésimas. Incluso algunos productos, como la caballa, han ganado peso en las listas de la compra.
Dentro de este grupo también hay diferentes comportamientos, en los que el precio tiene incidencia. Por ejemplo, el encarecimiento del salmón ahumado ha lastrado su consumo en cerca de un 50%.
Curioso es el caso del aceite, el producto que se ha destacado como el paradigma de la inflación. En conjunto, su consumo ha bajado más de un 11%, pero ha sido más acusado en el caso del girasol que en el de oliva. Además, mientras el aceite de oliva virgen extra se compró un 25% menos en 2023 que en 2019, el virgen aumentó sus ventas un 8%.
La cesta de la compra relaja en Extremadura –de la misma forma que en el conjunto de España– su presión sobre las economías familiares. El encarecimiento de la alimentación, pese a que no cesa, avanzó en agosto a su menor ritmo en cerca de tres años. El índice interanual extremeño se situó en el 2,3%, tal y como recoge la última actualización del IPC (Índice de Precios de Consumo), calcando la tasa nacional.
Un ligero respiro que no puede ocultar que desde antes de la pandemia –tomando como referencia agosto de 2019– la inflación de los alimentos supera el 37% en Extremadura. En estos cinco años, productos básicos como la leche o los huevos se han encarecido en torno a un 40%, el pan lo ha hecho casi un 23%, las frutas están un 51% más caras, las hortalizas y legumbres casi un 34% y los productos lácteos un 30%. Nada comparado con el aceite para el que el INE (Instituto Nacional de Estadística) detalla una inflación acumulada en este periodo del 154%.
Esos encarecimientos han provocado que los hogares extremeños hayan tenido que adaptar su cesta de la compra, que tiene menos carne y pescado fresco y más patatas y arroz, por ejemplo. Aun así, el presupuesto para alimentación ha aumentado en casi un 15% entre 2019 y 2023 en la región. El pasado ejercicio, el gasto per cápita en Extremadura fue de 1.422 euros, mientras que hace cinco años se quedó en 1.237 euros.
Las mayores partidas de esa cuantía –en parte debido a su encarecimiento ya que su consumo se redujo– siguen siendo las de la carne y el pescado. En conjunto suponen un 29% de todo el dinero destinado por las familias a adquirir alimentos.
Los productos frescos son los que se llevan la mayor proporción del gasto, aunque su volumen de consumo se mueve a la baja. Las frutas representan casi el 9% del valor de la compra de los extremeños y las hortalizas, más del 7%.
Los derivados lácteos –yogures, quesos...– son otra de las grandes partidas en la compra de alimentación de los extremeños. Significan algo más de un 9% de la compra, a lo que hay que sumar el 5% de la leche.
La cifra de gasto en la cesta de la compra de los hogares extremeños fue en 2023 la más reducida del país, según el panel de consumo elaborado anualmente por el Ministerio de Agricultura. La media nacional supera ligeramente los 1.764 euros, que son 340 euros más que la regional.
Es cierto que esa distancia con el resto de comunidades se explica porque las familias extremeñas están tradicionalmente entre las que menos alimentos adquieren en las tiendas y supermercados. Menos ingresos y más facilidades para obtener productos de pequeñas explotaciones de autoconsumo conllevan que cada ciudadano de la región comprara algo más de 535 kilos de alimentos el año pasado.
Son 44 kilos menos que la media nacional; en lo que también influyen otros aspectos socioeconómicos, como el consumo en restaurantes. Es una de las causas para que la compra per cápita –siempre en cantidades– de Madrid fuese en el último ejercicio la más reducida de España.
El aumento del gasto por habitante en alimentación, que en 2023 alcanzó en Extremadura la cifra más elevada de la serie histórica que publica el Ministerio y que se remonta a 1999, contrasta con la reducción del volumen de alimentos que se compran. De hecho, la cantidad per cápita cayó en más de un 5% desde 2019 y se situó el pasado año en su mínimo de toda la serie.
Menos cantidades, pero más gasto. La causa, la inflación de los alimentos.
El consumo de las familias extremeñas en los diferentes establecimientos de venta de alimentos lleva una tendencia a la baja desde la crisis económica de 2008. Una evolución que es común en toda España y que se interrumpió con la pandemia. Los confinamientos de la población a causa del coronavirus elevaron de manera destacada el volumen de las compras de los hogares ante la imposibilidad de consumir en otros lugares.
La línea descendente se retomó desde 2020, lo que demuestra que en este indicador tiene una fuerte influencia el contexto económico. La buena marcha de la economía y los positivos datos del empleo, con más trabajadores que nunca en la región, otorgan a las familias unos mayores ingresos y más capacidad de gasto e n ocio y restauración. El mayor consumo en restaurantes reduce el volumen de compra de alimentos en las tiendas y supermercados.
La Encuesta de Presupuestos Familiares que elabora el INE constata que en 2022 y 2023 los hogares extremeños destinaron al concepto 'restaurante y hoteles' los porcentajes más altos desde 2008.
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