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De izquierda a derecha, Dana, Tamer, Ibrahim, Mona y Hamzah, el pasado miércoles en Cáceres. Jorge Rey

Una familia palestina se reencuentra en Cáceres tras siete años sin verse

Tamer Khalaf, refugiado palestino en Extremadura desde el año 2018, logra que sus padres y dos hijos salgan de la Franja y se vengan a vivir con él

Jueves, 13 de junio 2024, 20:58

Hay algo que a Ibrahim Khalaf parece obsesionarle: dar las gracias. Al Rey de España, al presidente del Gobierno, al ministerio de Asuntos Exteriores... Por ... permitirle a él y a su familia estar donde están, o sea, sentados en una terraza del paseo de Cánovas de Cáceres, Extremadura, España. Tiene 72 años y es palestino. De Ciudad de Gaza, donde las bombas y los tiros matan a gente todos los días desde el 7 de octubre.

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Esa mañana, el grupo terrorista palestino Hamás mató a 1.400 ciudadanos israelíes y secuestró a más de doscientos, según las cifras del gobierno hebreo. Algunos de esos inocentes fueron asesinados y otros siguen en manos de sus captores.

La reacción del Gobierno de Benjamin Netanyahu a esa agresión histórica, la mayor de Hamás a Israel, se mide en cifras: 36.000 muertos, entre ellas miles de niños. Según recoge Naciones Unidas, en los ochos meses transcurridos desde el atentado de Hamás, el 5% de la población de Gaza ha resultado muerta o herida, más del 75% ha sido desplazada y más del 70% de las viviendas han resultado destruidas.

Ibrahim lleva en Extremadura una semana. Jorge Rey

Entre los miles de desplazados está Ibrahim, que vivía en Ciudad de Gaza. En la paz del paseo más popular de Cáceres, donde el ruido de fondo lo ponen los pájaros y los niños que juegan en los columpios, el hombre hace memoria. «Yo tenía allí una casa de tres plantas, pero fue bombardeada y la he perdido entera», lamenta.

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Hace de traductor su hijo Tamer, que es el nexo que explica por qué su padre está en Extremadura. Tamer (44 años) consiguió salir de la Franja en el año 2018, junto a su mujer. Los dos participaron en un programa de la organización no gubernamental Accem (especializada en atender a personas refugiadas, migrantes y en situación o riesgo de exclusión social). El primer destino de su nueva vida fue Canarias, donde estuvieron un mes. De ahí, el Ministerio del Interior les envió a Cáceres, donde han nacido sus tres hijos (Mohamed, Ibrahim y Abedel, de ocho, cinco y tres años respectivamente).

«Le doy las gracias a España porque nos ha dado la oportunidad de empezar una vida nueva»

Ibrahim Khalaf

Palestino refugiado en Cáceres

Además, Tamer tiene otros dos hijos de una pareja anterior. Son Hamzah y Dana, de 16 y 14 años respectivamente. Los dos estaban en Gaza, lo mismo que los padres de Tamer, que tras muchas gestiones ha logrado que su padre, su madre y sus dos hijos salgan de ese rincón bélico de Oriente Próximo que es noticia a cada rato.

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«Al poco de empezar la guerra, mis padres tuvieron que dejar la casa y refugiarse en la casa de unos familiares, y cuando volvieron a su barrio se encontraron con que su casa había sido bombardeada y prácticamente había desaparecido», contaba Tamer en HOY a principios de este mes. Entonces estaba a la espera de que sus padres y sus dos hijos pudieran volar desde Egipto, donde habían conseguido refugiarse. «Tras dejar Gaza –recuerda su padre, Ibrahim–, estuvimos en tres campos de refugiados. Israel nos mandaba a uno porque era un lugar seguro, pero luego nos decían que nos fuéramos a otro, y así... El último en el que estuvimos fue en el de Rafah. Desde allí conseguimos pasar a Egipto».

La familia de Tamer Khalaf, en una terraza del paseo de Cánovas en Cáceres, el pasado miércoles. Jorge Rey

La semana pasada, volaron de El Cairo a París y de la capital francesa a Madrid. Tamer fue a recogerles al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Y allí se reencontraron, tras casi siete años sin verse. «Lo han pasado muy mal, quería tenerles conmigo», dice Tamer. «En los últimos meses en Gaza –cuenta su padre–, nos alimentamos solo de comida enlatada». «Hemos perdido todo lo que teníamos, salimos de Gaza con lo puesto», sigue relatando el hombre, que durante la mayor parte de su vida trabajó como vendedor de ropa. Después fue agente inmobiliario.

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¿Qué mete en la maleta alguien que no tiene casi nada? «Algo de ropa, medicamentos y tabaco», detalla Ibrahim. La ropa porque no tenían más que la que llevaban puesta y tuvieron que comprar en Egipto, medicamentos porque compró en El Cairo lo que no encontraba por ningún lado en Gaza, y tabaco porque en la Franja, ese vicio se había vuelto imposible. «Sacaron el tabaco del mercado legal y si querías comprarlo, tenías que pagar 15 euros por un cigarrillo», cuenta Ibrahim, que además de su agradecimiento a España, quiere dejar claro también que «Hamás no representa a los palestinos».

Problemas de corazón

«Le doy las gracias a España porque nos ha dado la oportunidad de empezar una vida nueva», reitera Ibrahim, que destaca «la amabilidad con la que nos ha tratado todo el mundo, nadie ha tenido una mala palabra hacia nosotros». Ahora, él está preocupado porque necesita pasar su revisión del corazón. Le operaron en el año 2009, y su hijo Tamer está ya tramitando su DNI y su tarjeta del Servicio Extremeño de Salud. Para su padre, para su madre y también para sus dos hijos gazatíes.

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Son tímidos Hamzah y Dana. Los dos miran a su padre y su abuelo mientras uno habla y el otro traduce. Y cuando se les pregunta si quieren decir algo, sonríen. Él, que tiene fachada de jugador de baloncesto, se anima a decir que no es muy futbolero, y que prefiere el boxeo. Su padre cuenta que lo que le han dicho los dos es que les gustaría estudiar en Cáceres. Si por ellos fuera, el curso empezaría mañana.

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