
Pedro Fernández Alén
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Pedro Fernández Alén
Su segunda legislatura al frente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) afronta Pedro Fernández Alén (Badajoz, 1974). Reelegido esta pasada semana como presidente ... de la principal patronal del sector de la construcción, señala los proyectos del Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia y la edificación de viviendas como los principales retos que tienen por delante las empresas.
–¿Cómo ha transcurrido su primera legislatura como presidente de CNC a nivel nacional?
–El balance que puedo hacer es muy positivo. La construcción es un sector que está unido. Afronto la renovación con ganas de seguir consiguiendo cosas para el sector, porque tenemos temas pendientes en la construcción de vivienda o en la contratación pública.
–En Extremadura ha habido una división provincial histórica en las patronales de la construcción y ahora parece que CNC ha logrado cierta unidad. ¿Es importante que el sector esté agrupado en una región en la que tiene mucho peso?
–Es imprescindible. Durante años se ha visto una división entre las patronales en algunos territorios, entre ellos Extremadura. La unidad hay que destacarla, porque el sector de la construcción en Extremadura es puntero y no solo con empresas de tamaño medio que ejecutan infraestructuras, también hay muchos especialistas que salen de Extremadura. Si podemos conseguir que se incorpore cuanto antes Pymecon, sería algo extraordinariamente positivo. Es bueno de cara a la administración tener un único interlocutor, válido, serio y riguroso y en CNC tenemos gente muy solvente.
–La Fundación Laboral de la Construcción, que agrupa a patronal y sindicatos, es otro símbolo de unión en el sector.
–Yo estuve más de dos años como secretario de Cepyme y eso me hizo ver desde una perspectiva distinta todo lo que hemos construido en el sector de la construcción y su importancia. Tenemos un diálogo social ejemplar y un convenio general que permeabiliza a los territorios a través de convenios provinciales que funcionan de manera extraordinaria. La Fundación Laboral de la Construcción es una entidad paritaria entre empresarios y sindicatos supervisada por la administración para dar formación; el año pasado formamos a 110.000 trabajadores en toda España. No entramos en competición con otras entidades formativas; damos formación dirigida específicamente a lo que requieren las empresas en el mercado de trabajo. Es algo que no existe en otros sectores; tenemos más de 60 centros por toda España y un presupuesto cercano a los 100 millones de euros para dar formación.
–Aun así, falta mano de obra.
–Falta mano de mano; es cierto. Hay que tener en cuenta que quien entra en la construcción no quiere irse, porque tenemos buenas condiciones laborales, pero es cierto que todavía no hemos sabido transmitir todo lo atractivo que es el sector ahora. Ya no es solo carretilla, ladrillo y arena, sino que es profesionalidad, sostenibilidad, nuevas maquinarias y técnicas constructivas, nuevas formas de optimizar la energía…
–¿Dónde hay que buscar la mano de obra?
–Con un paro juvenil cercano al 30% seguimos diciendo que se tienen que incorporar al sector de la construcción porque pueden tener una carrera profesional estable, donde se cobra al menos el 30% por encima del SMI, con horarios muy razonables… Hemos pasado de un 9% a un 11,4% de mujeres en el sector, pero todavía podemos incorporar a muchas más: tenemos alrededor de 165.000 mujeres, pero escasamente 10.000 en las obras. En este sentido, tenemos cada vez más alumnas en los centros de la Fundación Laboral. En tercer lugar, los inmigrantes: creo que tanto quienes vienen de fuera como los irregulares que hay en España pueden recibir formación y encontrar un hueco rápidamente en nuestras empresas. Formar a los inmigrantes irregulares puede ser una solución a la escasez de mano de obra para las empresas del sector de la construcción.
–El consejero de Empleo de la Junta de Extremadura ya abrió la puerta a la posibilidad de traer a contingentes de fuera de la Unión Europea para sectores como la construcción el sector agrario. ¿Encontrarían ahí el apoyo de CNC?
–Sí. Venimos trabajando directamente con el Ministerio de Seguridad Social para ver cómo ponemos en marcha estos temas, pero sobre todo queremos insistir en la necesidad del arraigo por formación: gente que ya se encuentra en nuestro país, que son alrededor de 300.000 personas la que están en España de manera irregular, y a la que si le diésemos una formación podrían entrar en la economía regular. Así lucharíamos contra la economía sumergida, tendríamos más cotizantes y solucionaríamos problemas importantes. Se trata simplemente de intentar aprovechar la mano de obra que tenemos aquí, que en muchas ocasiones está dentro de nuestra sociedad.
–La situación política en España hace imprescindible la negociación. ¿Han tenido ocasión de presentar esta propuesta de arraigo por formación para los inmigrantes irregulares a los diferentes partidos políticos? ¿Ha sido bien acogida por las formaciones situadas más a la derecha del arco parlamentario, que son las que suelen alzar con más fuerza la voz en contra de la inmigración irregular o a favor de un mayor control en nuestras fronteras?
–Estamos teniendo un diálogo muy fluido con el Gobierno y con los partidos de la oposición. Hemos recibido una respuesta positiva por parte de todo el mundo. Lo que tienen claro los partidos políticos es que el sector de la construcción va a ser protagonista en los próximos años y requiere mano de obra. Conocen el diagnóstico de la situación: se han dado cuenta de que tenemos un problema y que hay que solucionarlo. Es cierto que el ordenamiento jurídico es complejo y hay que trabajar en las formas, pero es indudable es que tenemos que buscar vías para poder traer trabajadores de una manera estable y digna. Para ello, estamos encontrando interlocutores razonables.
–¿Los planes formativos no cubren las necesidades del sector?
–La formación dual puede ser una solución, pero estamos trabajando en intentar dividir los itinerarios formativos para que no sean extremadamente largos. Al sector de la construcción se incorpora gente que viene de otros países o que proceden del fracaso escolar… y los cursos tan largos pueden crear rechazo en esas personas. La idea es que sean itinerarios más cortos, a la manera de piezas de lego, para que puedan formarse poco a poco, pero que se incorporen al trabajo lo antes posible.
–Primero hay que llevar a la gente a interesarse por el sector.
–En el sector de la construcción se vive bien y es una solida profesional muy buena. Cada vez se incorporan más jóvenes, pero tenemos un envejecimiento progresivo de las plantillas y una falta de relevo generacional.
–¿Esa escasez de mano de obra puede llegar a comprometer el desarrollo de los proyectos que sobrevuelan Extremadura?
––Comprometer los grandes proyectos es difícil. El sector de la construcción puede con todo. Nosotros no solo tenemos en mente los grandes proyectos, que sin duda van a llevar mucha riqueza, empleo y modernidad a Extremadura, también tenemos un compromiso en la construcción de vivienda que utiliza intensivamente mano de obra: ahí sí se pueden ralentizar las ejecuciones. Los grandes proyectos y la gran obra pública siempre van a tener personal, pero sí es cierto que se pueden ralentizar algunos proyectos.
–En Extremadura hay licitaciones de obras públicas que siguen quedando desiertas.
–La contratación pública está enferma: se sigue utilizando de una manera habitual la subasta, cuando debería ser el concurso. No se debe adjudicar la obra al precio más bajo, porque eso no garantiza la calidad o la ejecución. Deberíamos buscar un concurso donde se valore todo: la oferta técnica, la oferta económica, la ejecución de los trabajos... Creemos imprescindible poner en marcha un sistema de reequilibrio económico de los contratos que pueda funcionar cuando haya fluctuaciones sensibles en los costes de una obra. Aquí también tenemos un problema con la utilización abusiva de medios propios por parte de la administración, que está cogiendo la mala costumbre de hacer encargos a medios propios que luego subcontratan. Con esto podemos deteriorar el tejido productivo. Las administraciones deberían ser más escrupulosas y utilizar los medios propios en los momentos en los que marca la ley, como emergencias o catástrofes, pero no de manera habitual.
–Tenemos ejemplos en Extremadura de obras públicas en las que pasan más de cinco años desde que se licitan hasta que arrancan los trabajos. ¿Cómo se pueden acortar esos plazos?
–Es cierto que habría que reducirlos y eliminar muchísima burocracia. Se van a empezar a modificar las directivas comunitarias y va a haber una modificación de la Ley de Contratos del Sector Público que deberían reducir los plazos. Por otro lado, esos plazos nos dicen que no se le puede pedir a una empresa que prevea lo que le van a costar los materiales en cinco años. Estamos teniendo pandemias, guerras, aranceles… Por eso es necesario un sistema de reequilibrio económico del contrato.
–Ha dicho que la construcción ya no solo es carretilla, ladrillo y arena. ¿Por dónde pasa el futuro del sector? ¿Es un sector más innovador de lo que parece desde fuera?
–El sector de la construcción es extremadamente moderno, dinámico e innovador. Eso es lo que no se conoce. Estamos utilizando maquinaria que hace años no se podía imaginar: las máquinas estaban llenas de palancas y ahora están llenas de botones. Los viaductos que se han hecho en Extremadura son algo sorprendente e innovador. Además, debemos utilizar la industrialización para la obra en infraestructuras y para las viviendas y hacer un pequeño esfuerzo en temas de energía, de cerramientos, de domótica. El sector de la construcción da calidad de vida.
–¿Qué retos tiene por delante el sector de la construcción?
–Los retos nos los va poniendo la sociedad. Tenemos el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia con la obligación de cambiar la sociedad española; tenemos la reconstrucción tras la dana, y la construcción de viviendas. Se ha puesto sobre la mesa la necesidad de 184.000 viviendas públicas, pero también tenemos que satisfacer la demanda privada. Hay que buscar una vía para incrementar de manera urgente el suelo que se ponga en el mercado, porque se crean alrededor de 220.000 hogares al año y estamos construyendo 95.000 viviendas. El nivel óptimo serían 150.000 viviendas al año y es una actividad que utiliza intensivamente mano de obra.
–¿Alcanzar ese nivel de construcción reduciría los precios y facilitaría el acceso a la vivienda a los jóvenes?
–Es la solución. Incrementar la oferta de suelo y de vivienda. Hay que ponerse de acuerdo para modificar la ley del suelo, para eso hacemos un llamamiento a todos los partidos políticos. El diagnóstico está hecho y es necesario mucho más suelo para poder construir. En segundo lugar, la vivienda es cara porque hay poca. Hay mucha demanda embalsada que tira de los precios hacia arriba. Cuando haya más suelo y más vivienda, sin duda, los precios se moderarán y el acceso a la vivienda será mucho más fácil.
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