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Al menos diez extremeños que viajaron el viernes a Madrid en un autobús de Avanza quedaron atrapados por el temporal de nieve cuando estaban a ... punto de alcanzar la capital. La imposibilidad de continuar cuando estaban cerca de superar Alcorcón –a veinte minutos de la estación en condiciones normales– obligó a que pasaran la noche del viernes al sábado en el vehículo hasta que la calefacción ya no podía calentar más el habitáculo, por lo que tuvieron que ser desalojados y conducidos a un pabellón polideportivo que había pocos metros a las cinco de la mañana.
Juan Márquez Alba, estudiante de 20 años de Badajoz y uno de los pasajeros afectados, explicó a HOY su calvario, que comenzó con una noche en vela en el asiento del autobús mientras la temperatura descendía de manera alarmante, y que concluyó durante la tarde de ayer sábado caminando a pie hora y media por carretera hasta su residencia en Madrid esquivando quitanieves.
Márquez, estudiante segundo de Ingeniería Civil y Territorial en la Universidad Politécnica de Madrid, se dirigía a un examen que finalmente fue cancelado –critica– con menos de 24 horas de antelación en cuanto el rectorado se percató de que llegar a Madrid en mitad de la borrasca Filomena iba a ser una tarea muy complicada. Al final el adjetivo podría ser épico. «Íbamos por Móstoles –relató ayer el joven extremeño por teléfono entre tiritones– y dejamos a un pasajero antes de llegar a la estación. Entonces eran las nueve de la noche y ya se veía mucha nieve y algún coche estrellado. Estuvimos 45 minutos parados con la calefacción puesta, después retomamos la autovía A-5 y tardamos tres horas en avanzar apenas un metro. Pero llegamos a la altura de Alcorcón, el autobús se detuvo y ahí hemos estado parados a hasta las cinco de la mañana. Cada vez hacía más frío y a esa hora vino la policía para que nos fuéramos a un pabellón cercano llamado La Canaleja. Ahí no había calefacción ni mantas, pero al menos se estaba a resguardo. En el autobús íbamos unos diez extremeños más el chófer y en el pabellón éramos unos cuarenta procedentes de otros vehículos atrapados por la nieve», explicó ayer sobre las once, cuando aún no habían recibido ni alimentos ni noticias sobre cómo proceder en mitad de una capital sumida en un caos de tráfico por culpa de este primer temporal de nieve del invierno.
En el polideportivo cada uno se abrigó como pudo usando algunos plásticos que encontraron en la instalación. «Las bebidas calientes las hemos sacado nosotros de una máquina con nuestro dinero, yo en concreto me hice con unas galletas y un capuccino, ya que en total he conseguido dormir una hora y ahora mismo tengo las manos congeladas», decía al teléfono este extremeño.
Al final consiguió llegar a su casa después de la hora de comer y agotado, y es que las mayores dificultades aún estaban por llegar pues no paraba de nevar. Según explicó, vinieron agentes a preguntar las matrículas de los coches que se habían quedado atascados en mitad de la nieve, lo cual a él no le afectaba porque había viajado en autobús.
También terminaron repartiendo comida, como espaguetis, caldo y café, así como unas galletas y zumo que aportaron algunos vecinos para ayudar.
Dos amigos acudieron a su rescate para ayudarlo con el equipaje y, junto con otro pasajero de Trujillo, Pablo Rubio, emprendieron el camino a casa atravesando un Madrid intransitable donde la nieve no paraba ayer de caer.
«Una de las estaciones de metro estaba bloqueada y no pudimos acceder a ella, así que nos fuimos hasta la siguiente. En total fue hora y media jugándonosla porque íbamos por la carretera y no dejaban de pasar quitanieves, y por lo que vimos estas máquinas no paran. Vimos un montón de coches bloqueados por la M-40 hasta que alcanzamos la siguiente boca de metro y desde ahí llegamos cada uno a nuestra residencia habitual», decía antes de echarse a dormir después de una noche agotadora.
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