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El incendio forestal que arrasó casi 11.000 hectáreas el mes pasado en Las Hurdes y Sierra de Gata ha convertido en no potable el ... agua del grifo en Pinofranqueado, cuyo ayuntamiento lleva tres semanas poniendo en marcha una batería de medidas para paliar la emergencia. Las ha desarrollado con la ayuda de la Diputación Provincial de Cáceres y la Junta de Extremadura, pero todo lo ensayado hasta ahora choca con el mismo problema: el consumo ciudadano irresponsable.
El fuego recorrió las dos comarcas cacereñas entre el 17 y el 21 de mayo, y el término municipal más afectado fue el de Pinofranqueado, al que pertenece el 56% de la superficie total afectada. El 23 de mayo comenzó a llover en la comarca, y en los días siguientes lo hizo de forma torrencial en varias ocasiones. Eso aceleró el arrastre de cenizas a los cauces fluviales de la zona. Pese a que el día 25 ya se habían clocado barreras flotantes en el embalse que abastece a la localidad (el de Los Ángeles), esas partículas se colaron en la red que lleva el líquido hasta las casas de la localidad.
Con el permiso de la Confederación Hidrográfica del Tajo, el 30 de mayo se cerraron las piscinas naturales de Ovejuela y Sauceda, para intentar retener en ellas la mayor cantidad posible de cenizas. También se clausuró la línea de abastecimiento procedente de la primera de esas dos alquerías. El 1 de junio, el Ayuntamiento emitió un bando informando de que la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales había declarado el agua del municipio no apta para el consumo humano. 72 horas más tarde, un nuevo bando informó de «problemas de abastecimiento y turbidez en la planta potabilizadora», que llevaban al Consistorio a tomar la decisión de cortar el agua.
El Ayuntamiento ha ido informando en sus redes sociales de la situación y de cada paso que daba para intentar remediarla. Se ofreció a trasladar hasta el aljibe para coger agua a cualquier vecino que no tuviera medios para ir por su cuenta. Y el 13 de junio dio cuenta también de la instalación de un depósito de agua potable al que cualquier residente podía ir a llenar garrafas.
Por esos mismos canales, ha pedido reiteradamente a los vecinos que hagan un uso «consciente, responsable y solidario». «El agua que alguien tire a la calle o en el huerto –exponía hace unos días–, a otra persona le hará falta en su domicilio. Es de extrema importancia que todos rememos en la misma dirección».
Además de las barreras flotantes en el embalse; el cierre de las piscinas naturales para contener el agua; la clausura de una línea de abastecimiento o la instalación de un depósito; en el municipio se han desarrollado más medidas. Otra de ellas ha sido la sustitución de tuberías y válvulas. Y la contratación de cisternas para abastecer a la alquería de Mesegal. La de Sauceda comenzó a tomar el agua del río mediante un bombeo.
No acaba aquí la lista de pasos dados para intentar paliar la emergencia. Porque hace unos días se instaló una planta de tratamiento portátil, en concreto una de ósmosis inversa, un sistema de depuración más refinado que el de las estaciones de tratamiento de la mayoría de los pueblos. El pasado día 12, el Consistorio publicó un comunicado del servicio de Ingeniería de la Diputación Provincial de Cáceres en el que se explicaba que era necesario «un tratamiento intensivo en la planta de ósmosis inversa». La razón es que «las cenizas de incendios forestales tienen un tamaño de entre 0,01 y 2 micrometros (cenizas negras y blancas de incendios de matorral y pinar), que no se pueden eliminar por los métodos tradicionales de la estación de Pinofranqueado».
En ese mismo comunicado, la institución provincial detallaba que también se había renovado la arena de los filtros de la planta, en la que igualmente se habían mejorado los decantadores y el resto de equipos mecánicos. Además, en el terreno quemado se habían colocado diques para intentar frenar las aportaciones al embalse por escorrentías.
En definitiva, que en las últimas tres semanas, las administraciones local, provincial y autonómica han desarrollado una serie de medidas que permiten que siga saliendo agua del grifo pero que no han acabado con los problemas de abastecimiento.
«Aparte de otros, este es el problema», escribía en su muro de Facebook el alcalde junto a la foto de una marca de agua calle abajo procedente de unas macetas. En la web municipal en esa misma red social, el socialista José Luis Azabal aparece junto a César Borreguero, técnico de una de las empresas involucradas en encontrar una solución al problema. «Llevamos ya 15 días trabajando en la planta –apunta el regidor en esa intervención–, se ha traído una potabilizadora, nos estamos abasteciendo también del pantano de Robledo, y esta mañana (por el pasado jueves) nos hemos llevado la desilusión de encontrarnos el depósito vacío, pensando que nos lo íbamos a encontrar lleno. Esto quiere decir que hemos producido esta noche 224 metros cúbicos».
«Esos 224 metros cúbicos –constata Borreguero– deberían haber sido suficientes para que tuviera agua a la mañana siguiente una población de 1.400 habitantes sin piscina pública conectada a la red de abastecimiento, que suele ser el consumo principal en los pueblos de la zona en verano, y sin jardines extensos que se rieguen desde la red pública».
«De cara al resto del verano –anticipa el técnico–, habrá que cerrar las tuberías que llevan el agua a la zona de segundas residencias, porque con el sistema de tratamiento que se ha puesto, solo se puede atender la demanda de las primeras viviendas». «Los usos excesivos que se están haciendo en huertos, jardines y piscinas privados –continúa– hay que empezar a restringirlos e incluso cancelarlos, y si llega el caso y es necesario, habrá que penalizarlos, porque es una situación extraordinaria. Estamos a principios de verano y nos quedan unos meses muy largos con un problema que iremos solucionando poco a poco pero que va a ser largo».
Por último, en cuanto a la posibilidad de abastecerse del río, el alcalde Pinofranqueado explica que «es una opción que están barajando los técnicos de la Diputación de Cáceres y la Junta de Extremadura, pero que no ven viable». «Nos dicen –afirma José Luis Azabal– que los treinta metros cúbicos a la hora que necesitamos, el río no es capaz de producirlos».
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