«El incendio ha afectado mucho a la apicultura, porque entre el 60% y el 70% de la gente de la zona quemada vive de la apicultura«. Lo dice Moisés Hernández, que no es apicultor a título principal pero tiene colmenas, y que este viernes por la mañana acompañaba a otro joven a ver cómo estaban esos paneles. Se movían en un todoterreno entre las alquerías de La Muela y Robledo, unidas por una carretera que permaneció cortada al tráfico durante toda la mañana del jueves, por la cercanía de las llamas.
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«Es muy complicado vivir en una zona rural, desfavorecida, lejos de las ciudades, y si encima lo que tenemos se nos quema...», reflexiona el empresario, que lamenta también «la burocracia que padece quien se dedica a la apicultura, que para cualquier cosa tiene que pedir muchos permisos». «Esto es una ruina total -resume-, porque el fuego quema los asentamientos de apicultura, que es la zona donde se alimentan las abejas, y no se regenerará hasta que pasan tres o cuatro años».
Moisés Hernández
Tiene colmenas en la zona quemada en Las Hurdes
A dos minutos en coche de allí, en Robledo, José María Martín Vázquez explica que él también sufrirá un quebranto económico por culpa del fuego. «Nosotros -amplía- tenemos unas quinientas colmenas, y no sabemos cuántas se nos han quemado porque no nos han dejado entrar en el sitio donde las tenemos para verlas». Ese lugar está en la carretera que lleva a Ovejuela, que este viernes por la mañana permaneció cortada durante toda la mañana. De hecho, la pequeña alquería (77 vecinos, según el INE) tuvo que ser desalojada.
«Mi hijo fue a intentar sacar las colmenas pero no le dejaron entrar -cuenta el padre-. Pero sabe que el fuego ha llegado hasta ellas porque cuando fue a intentar verlas, ya vio que en la zona había llamas muy altas». «El fuego -explica José María Martín- deshace la cera, y la miel que pueda haber en los paneles, y mata a las abejas porque ellas no saben que tienen que huir».
«¿De qué vamos a vivir ahora, si se nos han quemado las colmenas», se pregunta en alto la mujer de José Antonio. Unos metros más allá sin salir de Robledo, Soledad explica que a su hijo le ha pasado lo mismo. «Ha perdido sus colmenas, y también unos castaños. Lo cuenta la mujer mientras a sus espaldas, y de frente, salen cada poco nuevas pequeñas columnas de humo. Aunque la peor parte del incendio está en el Valle del río Árrago, ya en la Sierra de Gata, el monte que rodea a Pinofranqueado era en la mañana de este viernes un rosario de focos que salen alternativamente ahora aquí y luego allá, separados por unas decenas de metros. Cada pavesa, cada rescoldo, es capaz de generar una nueva columna de humo que vuelve a despertar la inquietud de los vecinos.
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