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Por fin puedo comprar garbanzos de Valencia del Ventoso en Cáceres. Los he encontrado en una tienda de charcutería y exquisiteces situada en lo que ... siempre se ha conocido como Paseo de las Acacias y enseguida he comprado garbanzos para regalar a mis padres, a mi suegra, a mis colegas. Hasta ahora, si quería garbanzos de Valencia del Ventoso, me tenía que acercar a ese pueblo para traerme una garrafa de las de agua mineral con cuatro kilos de garbanzos dentro. Además de ser los mejores garbanzos del mundo, también son los que tienen el envase más original.
Me encantan los vendedores avispados que saben descubrir los mejores productos extremeños y no paran hasta conseguirlos. Y más me gusta aún encontrar Pichín Real hurdano o mermeladas del Jerte y La Vera en tiendas de Badajoz y bodigos de Tamurejo, pimientos de cuatro caras de La Codosera o garbanzos de Valencia del Ventoso en tiendas cacereñas.
Los garbanzos de Valencia se venden en Cáceres envasados en saquitos muy graciosos y elegantes de dos kilos o en paquetes con encanto de un kilo. Merece la pena este garbanzo menudo, de piel lisa, harinoso, absorbente hasta el punto de que masticas y no comes una legumbre, comes todo lo que se coció con ella.
Esta legumbre de Badajoz que ya se vende en Cáceres gozaba de merecida fama hace más de un siglo. En 1910, el Diario de Huelva ya anunciaba dónde se encontraba el mejor garbanzo. En su edición del 3 de agosto, un avispado comerciante extremeño proclamaba su riquísima mercancía: «Miguel Macías Perulero. Valencia del Ventoso (BA). Exportador de cereales y legumbres y del legítimo garbanzo fino de Extremadura». Legumbre lujosa que se vendía a una peseta el kilo.
Los garbanzos de Valencia del Ventoso triunfaron cuando en el siglo XIX subió mucho el precio del pan y del trigo, por lo que se convirtieron en un alimento base. Y los viajeros que hacían la ruta de Badajoz y Mérida a Sevilla y Huelva por ferrocarril bajaban en la estación de Zafra para comer garbanzos de Valencia del Ventoso en colmados famosos como el popular 'Turrafa'.
Estos garbanzos valencianos se los enviaban directamente al rey Carlos III. Luis XIV, el Rey Sol de Francia, se llevó a Versalles a un cocinero de Valencia del Ventoso, que, a su vez, cargó con varias arrobas de garbanzos de su pueblo y, una vez que los probó el monarca, dijo que en las cocinas de Versalles no volverían a entrar otros garbanzos que no fueran los de aquel pueblo extremeño.
La última vez que estuve en Valencia del Ventoso, los vendían en el Spar a 1,50 euros el kilo. En las páginas gourmet de Internet piden 3,15 euros por medio kilo y en Cáceres se venden a 5,50 el kilo.
Son garbanzos de secano, no se riegan. Se sembraban, y en algunos casos aún se siembran, con el costal al hombro y arrojando la semilla, entre mediados de febrero y principios de marzo, arrancándose a finales de julio. Entonces se llevan a la era, se trillan, se criban y se ventean para limpiarlos. Casi siempre a mano, pura artesanía garbancera. En Valencia del Ventoso, llevan tiempo luchando para conseguir la denominación de origen para su garbanzo fino de lujo.
Los valencianos cultivan unas mil hectáreas de suelo arcilloso, el mejor para atrapar la humedad durante más tiempo, y cosechan alrededor de millón y medio de kilos. Gran parte de la producción la vende directamente el agricultor. Pero ahora también se pueden conseguir en Cáceres y preparar con ellos pucheros como los que comían Carlos III, el Rey Sol o los viajeros en la estación de Zafra.
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