Tres personas por banco y unas 200 de pie en la basílica del Real Monasterio de Guadalupe en un Día de Extremadura marcado todavía por la pandemia. Ya son dos años en los que las mascarillas dejan atrás las imágenes que se veían en esta jornada antes de que la covid lo cambiara todo. De las 2.500 fieles que se congregaban en ese lugar de culto con apenas centímetros de separación a los 400 aproximádamente con distancia de seguridad.
Publicidad
Así se ha desarrollado, en el día de la patrona de Guadalupe y de todos los extremeños, la solemne misa presidida por el arzobispo de Toledo y primado de España, Francisco Cerro Chaves, y concelebrada por el obispo de Plasencia, José Luis Retana; el obispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga; el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio, y el Administrador Diocesano de Coria-Caceres, Diego Zambrano.
Empezó a las 11.00 y a ella también asistió el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara; la presidenta de la Asamblea, Blanca Martín; la consejera de Cultura, Nuria Flores, y la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, María Félix Tena, entre otras personalidades.
Noticia Relacionada
Durante la celebración intervino la coral Santa María de Guadalupe y no faltaron palabras para sobrellevar «estos tiempos complicados con crisis sanitaria y guerras».
Con esa expresión definió Cerro Chaves el momento actual antes de pedir el fin de la pandemia. «Guadalupe es un lugar de sanación y salvación. En estos tiempos hay tristeza, desaliento y desánimo, pero a este lugar está volviendo la alegría. Pedimos que vuelva la fiesta y la alegría a nuestra tierra. Tenemos una sociedad que ha perdido el norte y nadie se tiene que sentir exento de esta responsabilidad. Saldremos de esto y saldremos mejores», dijo Chaves a los fieles que siguieron la misa.
Publicidad
No hubo alusiones a la extremeñidad de Guadalupe, es decir, a que pertenezca a una diócesis de esta comunidad autónoma, una reivindicación histórica que incluso este año ha quedado silenciada por la pandemia. Tampoco sobre quién será el nuevo obispo de Coria-Cáceres. Aunque Cerro reconoció a HOY, minutos antes de comenzar la misa, que cree que lo sabremos pronto. «Ya es mucho tiempo. En diciembre se cumplen dos años sin obispo», añadió.
En el templo la imagen era muy distinta a la de los tiempos de prepandemia, aunque sí hubo más gente que el pasado año, cuando las vacunas contra la covid aún no habían llegado. La responsabilidad fue la tónica general y cuando los fieles veían que en la basílica ya no se podía guardar la distancia de seguridad, no sé atrevían a entrar. Al final de la misa, los más atrevidos sí se acercaron a fotografiar a la Virgen con sus móviles y fue en ese momento cuando hubo pequeñas aglomeraciones.
Publicidad
En esta ocasión las tradiciones que antes se hacían no se pudieron realizar por las restricciones sanitarias, como la procesión claustral con la imagen de la Virgen portada por ocho fieles. Nada de personas descalzas o de rodillas haciendo el desfile en honor a 'La Morenita'.
Tampoco se pudo visitar el camarín de la Virgen. Su pequeño y difícil acceso ha hecho que por seguridad y para evitar contagios, desde el pasado 14 de agosto de 2020 la Virgen esté en el baldaquino del presbiterio. La imagen portó la corona rica, con la que fue coronada en 1928 como reina de la Hispanidad por Alfonso XIII, una filigrana diseñada por Félix Granda.
Publicidad
Pese a las restricciones, no faltaron los que cada año miran a los ojos a su Virgen en este día. No hubo casi peregrinos y la mayoría de los que fueron eran de Guadalupe o pueblos cercanos. Vengo desde Cañamero, unos 17 kilómetros. En 2020 no pude. No había vacunas y la cosa estaba peor, pero esto no tiene nada que ver con los años anteriores al virus, cuando la iglesia estaba a reventar. Ahora se puede entrar», decía Juan Luis Cillán, uno de los pocos que este miércoles peregrinó a la Puebla. «Venir aquí es sentirse extremeño e indignado porque nadie nos toma en serio. Muchos se tienen que ir porque no hay oportunidades para todos y esos es una pena«, añadía mientras sujetaba una bandera de Extremadura.
También los hubo que llegaron en bicicleta, como un grupo de seis amigos que pedaleó desde Palazuelo a Guadalupe. «Hay mucha menos gente que otros años por la pandemia, pero ya se están animando a venir. Nosotros en 2020 no estuvimos», comentaba Ismael Ramos.
Publicidad
Los visitantes no tuvieron grandes problemas para encontrar sitio en los bares y restaurantes de la zona. Incluso en la plaza de Guadalupe se podían ver mesas libres en unas terrazas en las que como mucho se podían sentar en grupos de seis. En el interior el aforo es del 30%. «A las 10.30, en un año sin pandemia, ya habríamos dado unos 200 desayunos y por ahora solo llevamos unos 20. La gente sigue teniendo miedo a venir en este día y al final vienen el 9 de septiembre. Eso ya sucedió el año pasado y vamos por el mismo camino», contaba Christian Sierra, que dirige del Mesón Extremeño, justo a los pies de la basílica.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.