El profesor de la UEx, Gabriel Moreno, delante de una de las librerías de su domicilio, en Cáceres. ARMANDO MÉNDEZ

La afición oculta

de Gabriel Moreno

«Guardaba las pagas de mi abuela desde pequeño para comprar libros de bolsillo»

Bibliófilo ·

Al profesor de Derecho Constitucional de la UEx le gusta coleccionar sobre todo obras singulares, de literatura rusa o relacionadas con Manuel Azaña

Pablo Calvo

Cáceres

Lunes, 5 de agosto 2024, 07:25

–¿Cuál es su afición favorita?

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–La adquisición de libros raros, extraños, de viejo o relacionados con temáticas muy concretas, como la historia y la cultura de Portugal, la vida y obra de Manuel Azaña o la literatura rusa, entre otras.

–¿Desde cuándo ... la practica?

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«Como decía Eco, quien no lee solo ha vivido una vida, y quien lo hace puede vivir miles de experiencias»

Otras aficiones

«De pequeño coleccionaba soldados de plomo, sobre todo de las guerras napoleónicas»

–Desde bien pequeño, cuando guardaba las pagas de mi abuela y de mis padres para comprar libros de bolsillo, mucho más baratos.

–¿Por qué?

–Hay una diferencia notable entre bibliófilos y bibliómanos. A los primeros nos gustan los libros por su contenido y por el valor y conocimientos que nos aportan su lectura. A los segundos les mueve el afán meramente coleccionista, posesivo, los lean o no. A mí me gustan los libros, y mucho, antes que nada porque los leo o los tengo en mi biblioteca como una invitación constante a su lectura y un recuerdo de mi ignorancia.

–¿Se la inculcó alguien o algo en concreto?

–Pertenezco a una familia en la que los libros siempre han estado muy presentes y vinieron a mí, o yo me acerqué a ellos, con mucha naturalidad. Creo que uno de los primeros libros «serios» que leí y de los que tengo recuerdos es 'La judía de Toledo', que aún conservo.

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–¿Cuánto tiempo le dedica a la semana, al mes?

–Intento reservar al menos dos o tres horas al día a la lectura, fundamentalmente después de cenar y hasta el momento de acostarme. Respecto a la adquisición de libros, es raro el mes que no me acerco a una o varias librerías de viejo, sobre todo a Boxoyo que regenta mi amigo Jaime Naranjo en Cáceres. En Madrid tengo igualmente varias referencias inexcusables, como la Berceo, un templo para los bibliófilos. En Lisboa ha cerrado Ferin, a la que iba muy a menudo, pero siguen abiertas librerías únicas en el Chiado y en la calçada do Combro. En Caldas da Rainha, igualmente, pervive una de las mejoras librerías de viejo de Portugal, la Alfarrabista Liliana Queiroz. Con su propietario, Rui Esteves, tengo una buena relación y nos intercambiamos constantemente información.

–¿Participa o forma parte de algún colectivo?

–No, aunque sigo de cerca algunas actividades que programa la Unión de Bibliófilos Extremeños, que preside la amiga de mi familia, Matilde Muro.

–¿Qué tipo de satisfacciones ha tenido: le ha hecho conocer gente, nuevos amigos, viajar…?

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–Aprovechar los viajes, a Italia, Portugal y, sobre todo en mi caso, a América Latina, para adquirir primeras ediciones o libros singulares es muy satisfactorio para quienes nos guía esta afición.

–¿Ha tenido algún premio o reconocimiento?

–No

–¿Le ha supuesto algún inconveniente alguna vez: quejas de la familia, restarle tiempo, ocupar espacio en casa…?

–Nuestro modo de vida, completamente volcado en el rendimiento y la hiperconectividad digital, es incompatible con la lectura sosegada y con la bibliofilia, aunque siempre hay que saber reservar el tiempo preciso para la afición de uno; creo que de momento lo consigo.

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–¿Le ha dedicado dinero, calcula cuánto? ¿Ha ganado dinero con su afición?

–Nunca he ganado dinero con los libros, pues mi intención no es venderlos a mayor precio ni sacarles rendimiento económico. Más bien, es un coste frecuente que intento que nunca sobrepase lo razonable.

–¿Por qué la recomendaría a otras personas?

–Como decía Eco, quien no lee solo ha vivido una vida. Quien lee, en cambio, puede vivir miles de vidas y experiencias con solo abrir esos libros que esperan, pacientemente, en los estantes de una biblioteca. Creo que es un motivo suficiente para animar a todo el mundo a que disfrute de la lectura atenta, tranquila y sosegada.

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–¿Ha tenido otras aficiones?

–De pequeño me gustaba coleccionar soldados de plomo, sobre todo de las guerras napoleónicas. Tengo una colección menuda pero de valor que preservo con cariño, aunque haya abandonado ya la pretensión de aumentarla.

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