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Tras más cuatro décadas celebrándose, la subasta de armas por la Guardia Civil pasa a mejor vida. Desaparece. El lunes 15, en la Comandancia de Badajoz, se celebró la última en la provincia pacense. La última en la región tendrá lugar en la sede del instituto armado en Cáceres, presumiblemente en febrero próximo. Un cambio normativo, pero también la evidencia de que han perdido interés como fórmula para adjudicar escopetas y rifles, han empujado a su supresión.
«Eran como una especie de tradición pero, la verdad, no atraían a mucha gente, sobre todo a cazadores que pretendieran comprar armas buenas y a buen precio», resume José María Gallardo, presidente de la Federación Extremeña de Caza (Fedexcaza) respecto a una pujas que surgieron para liberar a los juzgados de las armas decomisadas por mandato judicial.
Con el paso de los años derivaron fundamentalmente en un procedimiento de compraventa de escopetas y rifles para cazadores que acudían en busca de gangas. «Quedaría alguna últimamente, no digo que no, pero gangas de verdad ya no las había», remata Gallardo.
Lo habitual en este tipo de citas era subastar escopetas de personas con permiso de armas caducado y que no renovaban, y de cazadores en activo que fallecían y cuyos familiares no deseaban seguir con la práctica cinegética y querían desprenderse de ellas.
En menor medida, aunque también se ofertaban, se llevaban armamento decomisado en operaciones contra la delincuencia.
El resultado de cómo fue la última subasta celebrada en la Comandancia pacense consolida una tendencia de los últimos años. Inicialmente iban a ser 763 las armas por las que se podía pujar, pero al final se redujo a 588 porque desde que se anunció la subasta y hasta que se produjo, propietarios que habían entregado el arma para venderla la retiraron para cederla a un familiar.
De esas 588 solo hubo puja y compra de 73. El 12,5% del total. Por ellas se obtuvieron 7.200 euros. El resto de las 515 sin adjudicar van a destrucción.
«La realidad es que la inmensa mayoría del armamento que se subastaba se quedaba ya sin comprador e iba directo a la fundición, para destruirse», recalca el presidente de Fedexcaza.
Todas las que proceden de Extremadura y en de las provincias de Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife se funden en Siderúrgica Balboa, en Jerez de los Caballeros. Entre 2015 y 2019 el Grupo Gallardo fundió 82.357 armas, una media de 16.400 al año. 61.000 en Corrugados Getafe y el resto, 21.357, en la acería jerezana.
La Guardia Civil lleva desde la década de los ochenta subastando las escopetas que quedaban en depósito en sus armeros porque sus dueños habían perdido la licencia o bien porque habían sido incautadas en operaciones policiales.
Unas pujas que se celebraban anualmente, solía haber dos, y que congregaban a cazadores y algún que otro coleccionista.
«Han dejado de tener interés por dos motivos fundamentalmente. Uno tiene que ver con lo que se ofrecía, normalmente «armas viejas, de más de varias décadas de uso, con alguna tara o defecto aunque estuvieran en buen estado. Eso siempre desincentiva», especifica José María Gallardo.
El segundo motivo y principal, recalca, es que existe ya un mercado de segunda mano de compraventa muy consolidado a precios muy razonables. «Incluso primeras marcas muy atractivas, también a buen precio, de rifles y escopetas en armerías que hacían poco atractivo acudir a las subastas de la Guardia Civil».
Junto a esa realidad, un cambio normativo ha empujado definitivamente a la eliminación de esta modalidad. El año pasado se publicó un real decreto por el que se modificaba el reglamento de armas de 1993, derogando la circular que regulaba la subasta de armas en las Comandancias de la Guardia Civil.
Se establece que no habrá subastas pero sí se pueden seguir llevando armas al servicio de Intervención de la Benemérita. Allí se guardarán durante un año y después de ese plazo se procederá a su destrucción. A partir de ahora va a ser reducidas a chatarra salvo aquellas que acrediten un valor como patrimonio histórico. En ese caso sí saldrán a venta pública.
Antes venían personas incluso de fuera de la región buscando algo específico pero ahora ya no se acercan ni los coleccionistas porque las encuentran en Internet», finaliza un guardia civil.
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