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Suena el despertador en la casa de los Gracia Núñez. Son las siete de la mañana y empieza la jornada para Guillermo, un adolescente de 15 años que es conocido en Extremadura por sus victorias dentro de la piscina, esas que cuelga en forma de medalla en la pared de su habitación. Suman 18 y las mira cuando se levanta cada mañana.
Desde 2017 no ha parado de cosechar oros tanto en campeonatos nacionales como europeos. Pero ¿qué hay detrás de su gorro y sus gafas?, ¿cuál es la clave de su éxito?, ¿quiénes trabajan con él para alcanzar marcas de récord?, ¿qué amigos le animan en este viaje y cuáles son sus aficiones, sus miedos y, sobre todo, sus sueños? Los que le conocen tienen las respuestas y en todas aparecen dos palabras: sonrisa y esfuerzo.
Este cacereño triunfa dentro y fuera del agua. «Consigue lo que se propone y solo se enfada cuando pierde el Real Madrid», dice su madre. Lorena lo comenta entre risas desde el salón de su casa justo antes de recordar el 2 de febrero de 2004. «Nació un lunes a las 15.45 horas y supe que tenía síndrome de Down ese mismo día. Fue prematuro y pesó dos kilos. Siendo realistas, al principio fue un duro golpe. Lo llevaron a neonatos y mientras yo estaba en la sala de recuperación se lo dijeron a Jorge, mi marido. Él fue quien tuvo que ir dando la información a nuestros familiares. Luego nos dimos cuenta de que teníamos dos opciones: o entrábamos en depresión y después trabajábamos con él o comenzábamos el trabajo ya y no perdíamos tiempo».
Se decantaron por la segunda posibilidad. Dejaron las lágrimas atrás y se volcaron con él. Fueron a la Asociación Síndrome de Down de Cáceres y conocieron al matrimonio formado por Almudena Ramiro y José Ángel Tena. Ella fue su especialista de atención temprana y la que le dijo que la piscina era una buena forma de estimulación. Él, licenciado en Ciencias del Deporte, es hoy su entrenador.
«Lleva toda la vida metido en el agua. Empezó a los siete meses con terapia y desde entonces no se ha separado de este medio. Tiene una capacidad innata para desplazarse por él», relata José Ángel desde la piscina del Perú Cáceres Wellness, el equipo de este adolescente que entrena de lunes a viernes por la tarde y el sábado por la mañana. En total, diez horas a la semana.
Eso es sólo una parte de su ajetreada agenda. Los martes tiene logopeda, una vez al mes va al fisioterapeuta y los deberes los hace cuando termina de comer o llega del entrenamiento. En el poco tiempo que le queda libre le encanta escuchar canciones de Abraham Mateo y jugar a la PlayStation. Suele utilizar la tableta para poner vídeos de natación y partidos de fútbol. El móvil también lo usa para ver el grupo de Whatsapp que tiene con todos sus compañeros de clase.
Cursa 3º de ESO en el colegio Santa Cecilia de Cáceres (Las Carmelitas), un centro que cuenta con 800 alumnos. Guillermo siempre se sienta en la primera fila de su aula porque así puede contar con la ayuda de la profesora de apoyo. Tiene una adaptación curricular no significativa. Eso se traduce principalmente en tiempos de aprendizaje más lentos.
«Guillermo es un ejemplo para todos», destaca Miguel Pérez. Él es uno de sus 20 compañeros y lo conoce desde los tres años. «Siempre nos alegra el día», coinciden los demás alumnos. «También es un modelo a seguir para cada uno de los profesionales del colegio», destaca la directora de Las Carmelitas, Rosa María Gómez.
«Tiene muy buena actitud y aprueba las asignaturas, aunque las que más le cuestan son Lengua y Matemáticas», comenta su tutora, Montserrat González. «Es muy trabajador. Toda su clase está muy orgullosa de sus logros», añade.
De hecho, suelenver los vídeos de sus competiciones y los demás alumnos viven las victorias como si fueran suyas. Así lo resalta la directora, que recuerda que hace una semana el propio Guillermo le contó que había ido al cardiólogo y le había dicho que «ese corazón va a ir a Australia».
Por el momento, Guillermo tiene puestas todas su ilusiones en ese país. En él se celebrará el mundial el próximo mes de octubre. Para ello tendrá que acreditar a finales de marzo las marcas que exige la competición. «Estoy trabajando mucho para conseguirlo», dice. Está seguro de que alcanzará esa meta, pero el hecho de pensarlo le pone «un poco nervioso». Su hermano Mauro asiente con la cabeza mientras reconoce lo mucho que le ha enseñado Guillermo. «Con él he aprendido lo que significa sacrificio y compromiso. Es capaz de no ir a una excursión o faltar a un cumpleaños por el deporte», explica Mauro, que tiene 12 años pero aparenta mucha más edad.
Lo reconocen sus padres. «Mauro es el motor de Guillermo, es el que le anima, el que le ayuda, el que le corrige y el que le motiva. Es su entrenador en todos los ámbitos de la vida. Siempre ha asumido esa responsabilidad buscando lo mejor para él», confiesa Lorena.
Junto a Fabio, el hermano pequeño de seis años, forman un equipo. «Quien le inculca la importancia del deporte es su padre. De los estudios me ocupo yo y luego está Mauro, que supervisa el trabajo de todos», añade Lorena justo antes de despedirse de sus pequeños.
Son las cinco de la tarde y toca entrenar. «Mi sueño es ir a las Paralimpiadas de Tokio», afirma Guillermo. Mauro explica los obstáculos que tiene que superar para alcanzar ese objetivo. «El principal problema es que su categoría S15 (síndrome de Down) no se considera paralímpica. Si va a Tokio tendría que competir en S14, que es más exigente al tratarse de personas con discapacidad intelectual en general. La otra opción es que reconozcan su categoría como olímpica. Nada es imposible», detalla mientras mira a Guillermo con una sonrisa cómplice. «Vamos a intentarlo, si no se puede siempre quedará París 2024».
Su otro sueño es hacer un saque de honor en el estadio del Santiago Bernabéu si gana el mundial de Australia, pero su gran meta es ser entrenador. Apoyos para conseguirlo no le faltan. Cuando Guillermo participó en el Europeo recibió un vídeo del nadador extremeño César Castro deseándole suerte. Él es uno de sus ídolos y también le regaló un gorro de la selección española que guarda como un tesoro. Lo muestra antes de saltar a la piscina en busca de un nuevo triunfo. Fuera del agua ya los ha logrado casi todos.
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