![Homenaje en Azkoitia al extremeño José Mari Piris, el primer niño asesinado por ETA](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202204/02/media/cortadas/nino-extremeno-asesinado-eta-jose-mari-piris-kWK-U1601536342234rdF-1248x770@Hoy.jpg)
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ELISA LÓPEZ / A. GONZÁLEZ EGAÑA
Sábado, 2 de abril 2022, 17:53
José María Piris Carballo, natural de San Vicente de Alcántara, fue el primer niño asesinado por ETA. Su amigo Fernando García López resultó herido grave en el mismo atentado ocurrido un 29 de marzo de 1980 en Azkoitia.
Este sábado, Juan Antonio, el hermano de ... José Mari, se ha visto por primera vez con Fernando García. El encuentro ha tenido lugar en el País Vasco, 42 años después de aquel fatídico día en el que les estalló una bomba lapa que se había desprendido de los bajos del coche de un guardia civil.
El agente de la guardia civil había puesto en marcha su coche y el artefacto cayó al suelo sin que explosionara y sin percatarse de que había quedado en la calzada. Ese día como tantos en aquella época llovía intensamente. «Veníamos embarrados completamente del partido de fútbol», repasa Fernando García mientras hace su propia composición de los hechos: «Lo que seguramente ocurrió fue que los bajos del coche estarían húmedos, aquello no imantaría bien y cayó al suelo.
ETA truncó para siempre la vida de las dos familias. «De un día para otro tuvimos que dejar Azkoitia y hacer 800 kilómetros de viaje detrás de un ataúd», narra Juan Antonio. Los Piris Carballo volvieron a San Vicente de Alcántara, donde enterraron a José María. «Mi madre es la peregrina del cementerio. No ha fallado un día».
Hoy, 42 años después, tanto Juan Antonio como Fernando siguen preguntando qué llevó a los etarras Agirre Agiriano, Urizar Murgoitio, Francisco Fernando Martín y Jesús María Zabarte, 'el carnicero de Mondragón' -todos en libertad tras cumplir sus penas- «a cometer semejante atrocidad. Si solo eran unos niños». «Por mucho que lo he intentado, no termino de entender cómo se puede segar la vida de un niño y a dos familias... ¿Por qué? Además, vieron desde una ventana cómo íbamos nosotros hacia la bomba. No acabo de entender que no nos llamasen la atención, que no nos gritaran: ¡Fuera de ahí! o algo... No acabo de entenderlo», lamenta.
«Ya era hora de que se homenajease a José Mari después de 42 años de su asesinato por ETA». Con esta confesión y muy emocionado, Fernando García ha cerrado esta mañana el acto de recuerdo a su amigo muerto con 13 años tras dar una patada a la bomba de la banda terrorista. Hoy, las lágrimas, las emociones a flor de piel y los abrazos esperados han sido los protagonistas al recordar a José Mari.
Con la tristeza plasmada en sus rostros y bajo una lluvia intensa, los familiares de José María Piris han regresado a Azkoitia 42 años después.
Tras una recepción en el Ayuntamiento, en la plaza donde se encuentra el monolito en memoria al joven asesinado –colocado en 1980 por el entonces alcalde Román Sudupe– y donde ha tenido lugar una ofrenda floral, se han reunido entre otros, la consejera vasca de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal; el viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación del Gobierno Vasco, José Antonio Rodriguez Ranz; el alcalde de Azkoitia, Javier Zubizarreta; y Román Sudupe, así como familiares de ambas víctimas y gente de la Asociación Extremeña de Víctimas.
La emoción y las palabras desgarradoras han sido las protagonistas en esta mañana fría y gris en la que Artolazabal se ha dirigido a los padres de Piris que, por problemas de edad, no han podido desplazarse hasta Azkoitia: «Es imposible sentir el dolor y la pena infinita que los padres sentisteis aquel día. Yo soy madre y me lo puedo imaginar. Mando desde aquí un beso a esa madre y le digo que siento que José Mari no pudiera realizar sus sueños porque su vida le fue arrebatada injustamente». Asimismo, la consejera ha destacado que «hoy nos une el recuerdo, el dolor y el cariño. Hoy nos une el compromiso. Esa bomba nunca debió ser colocada; porque no hay idea ni proyecto político que merezca ser defendida mediante la violencia… contra nadie».
Aquel día era el 29 de marzo de 1980. José María Piris regresaba de jugar un partido de fútbol en Azkoitia. Iba junto con compañero y amigo, Fernando García López, cuando vieron un paquete en mitad de la calle. José María se adelantó y le dio un puntapié. El tiempo se detuvo. Aquel paquete era una bomba que había sido colocada en los bajos del coche de un guardia civil. Cuando el agente movió su vehículo, la bomba se desprendido y se quedó en la calle.
La iniciativa partió de la Asociación Extremeña Víctimas del Terrorismo y ha sido organizada por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, a través de su Dirección de Derechos Humanos, Víctimas y Diversidad, en colaboración con el Ayuntamiento de Azkoitia.
La consejera ha lamentado que «ETA hablara de error, pero Jose María y Fernando no fueron víctimas de un error, no son daños colaterales. El terrorismo de ETA y su fundación fueron un error. El terrorismo no ha dejado daños colaterales, ha dejado víctimas; personas a las que injustamente se les arrebató y se les truncó la vida.
El alcalde de Azkoitia, Javier Zubizarreta, por su parte, ha ejercido de anfitrión, recibiendo a la comitiva en la Casa Consistorial y encabezando con la consejera los actos del homenaje. En su intervención, el alcalde ha apelado a «la razón para resolver las diferencias». Ha reiterado su compromiso con las víctimas de que «nunca más volveréis a sentiros solas. Constantemente se desprecia la fuerza de la razón y se utiliza la razón de la fuerza, y eso nos lleva a episodios llenos de brutalidad, dolor e injusticia, del que siempre salen las más perjudicadas las personas inocentes».
Por último, José María Antón, de la Asociación Extremeña de Víctimas ha manifestado que «hoy es un día grande por poder hacerse este homenaje, que los etarras no querrían haber visto». Y ha pedido al entorno de ETA y, sobre todo, a sus familiares que «medien e intervengan para mitigar el dolor que los etarras cometieron y que paren de una vez esos 'jolgorios despampanantes de recibimientos' a los asesinos de ETA».
Tras estas palabras, un aurresku de honor y un emotivo 'Agur Jaunak' al son del txistu y el tamboril han cerrado el homenaje.
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