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Homenajes que nos manchan

Homenajes que nos manchan

CARTA DE LA DIRECTORA ·

Manuela Martín

Badajoz

Domingo, 4 de agosto 2019, 08:54

A quienes recordamos la terrible imagen de José Antonio Ortega Lara tras ser liberado de su secuestro por la Guardia Civil nos duele ver, veinte años después, cómo el pueblo guipuzcoano de Oñate homenajea a uno de sus secuestradores. En ese recibimiento seguro que no estaban todos los vecinos, pero sí los suficientes para sentirse fuertes y con derecho a mostrar su alegría por la salida de la cárcel del criminal, reconvertido en héroe por quienes le jaleaban.

Ese acto de exaltación del terrorista, junto a otros parecidos que se han producido en las últimas semanas, nos dice que el País Vasco no ha avanzado tanto como suponíamos en el camino de la asunción de las responsabilidades por el inmenso dolor causado por ETA.

Hoy hay más ciudadanos que rechazan la violencia, que consideran que los asesinatos, los secuestros y la extorsión, fueron un error criminal, pero no ha llegado el momento en que la repulsa sea unánime. Quienes todavía ven a los asesinos como héroes merecedores de recibimientos, no temen el rechazo social que debían sentir para no atreverse a montar los actos de exaltación.

Si unas decenas o unos centenares de personas ocupan la calle para homenajear a los terroristas es porque saben que cuentan, todavía, con la comprensión/complicidad de una parte de la sociedad vasca. Y ya no se puede interpretar que los que callan y otorgan lo hacen por miedo. ETA dejó de matar hace diez años. No hay aparente riesgo de que quien se pronuncie en contra de esos actos vaya a acabar con un tiro en la nuca.

Es cierto que el Gobierno vasco ha condenado esos homenajes. El propio lehendakari ha criticado a Bildu por promoverlos. Y es un avance. No siempre el PNV fue tan claro en su rechazo al terrorismo y a los terroristas. Pero no es suficiente. Un pueblo no puede vitorear a los asesinos. Y si lo hace, esa acción debería tener un castigo.

¿Se imaginan ustedes que José Bretón, o el Chicle fueran recibidos como héroes a su salida de la prisión, que saldrán algún día? La 'normalidad' que reclama Bildu para contemplar esos homenajes, como si en lugar de aplaudir a un secuestrador se estuviera ensalzando al ganador del Tour, no es más que relativismo moral. Pura muestra de la maldad que subyace detrás del terrorismo etarra.

La Fiscalía ha anunciado que investigará esos homenajes. Debería hacerlo hasta el final, no solo como una respuesta a la indignación que han levantado esos actos. Los jueces y fiscales son los que deben analizar si esos actos pueden ser enmarcados en las leyes que condenan la apología del terrorismo.

Pero, tengan el encaje penal que tengan, a quienes no somos expertos en derecho el sentido común nos dice que esas fiestas en honor de los terroristas difícilmente pueden considerarse 'libertad de expresión'. Esos recibimientos no solo ofenden a las víctimas, que tienen todo el derecho a ser más sensibles, sino a una sociedad democrática en la que la violencia, y especialmente la terrorista, está perseguida por la ley.

Dejarlos pasar como si nada, mirando para otro lado con fastidio y pensando que ya se cansarán, mostraría una tibieza insoportable ante el mal, ante la chulería del matón. No solo te asesino o te secuestro, sino que lo celebro. Actuar con tibieza envalentona a los protagonistas y, de algún modo, nos mancha a todos si no reaccionamos ante esa exhibición impúdica de quienes están orgullosos de haber asesinado y secuestrado.

El Estado democrático debe actuar. La Fiscalía, el Gobierno vasco, los ayuntamientos… deberían dejar claro que de ninguna manera se va a permitir que se ensalce a quien ha causado tanto daño. Dejarlos pasar, recibirlos en la sociedad como si en lugar de secuestradores sin escrúpulos fueran los ganadores de la última Copa del Rey sería blanquear el terrorismo etarra y falsear la historia.

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