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Senderistas rescatados en Gredos
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Senderistas rescatados en Gredos
«Nos hundíamos hasta las rodillas, pero lo peor era el viento»Cuando llegó a su pueblo, Villafranca de los Barros, Carlos Morán se lo contó a su madre en persona pese a que la noticia ya había corrido por algunos medios digitales: 'Rescatan de madrugada a tres montañeros en Gredos', decía el titular de La Gaceta ... de Salamanca. La madre le dijo que «de todo se aprende». El otro amigo, también Carlos, es de Don Benito y el tercero, Félix, de Murcia. Los tres estudian en Plasencia el grado de Ingeniería Forestal. Tienen 22 y 23 años y este lunes en clase relataron por enésima vez cómo transcurrió su excursión del fin de semana. Esta pudo acabar con un final trágico –básicamente congelaciones o muerte por hipotermia– pero el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil de Barco de Ávila encontró a estos compañeros de clase y los guiaron hasta el coche.
Así concluyó una ruta por la Sierra de Gredos que comenzó a las diez de la mañana del viernes y concluyó a las dos de la madrugada del sábado, cuando fueron rescatados en mitad de una nevada con frío extremo y material insuficiente para pasar una noche en la montaña, que era su plan inicial.
Tanto la Sierra de Béjar, donde hace un año desapareció un montañero, y la de Gredos, donde este fin de semana vuelve a nevar y habrá ventisca, son muy visitadas por extremeños. Tras este último percance, son varias las enseñanzas que han extraído, dice Carlos Morán, con el fin de concienciar a otros aficionados a la montaña, un lugar precioso que también puede ser hostil.
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La primera es tener controlada la ruta por medio de un GPS más allá del móvil, el cual puede fallar por cobertura o quedarse sin batería debido al frío. También llevar ropa adecuada y, si se va a hacer noche, material apropiado y víveres que aporten calorías, todo lo cual hay que tener en cuenta que hay que transportarlo en la mochila. Otra lección es que cada uno debe llevar su propia luz frontal para guiarse andando. Pero, sobre todo, Morán subraya que en cuestión de minutos el tiempo en montaña cambia radicalmente y cuando se hace de noche la temperatura ca en picado.
Según explicaba ayer el joven extremeño, les gusta salir a andar por la montaña, aunque en terreno invernal reconoce que esta era la segunda que hacían. «No es la primera vez que vamos a Gredos y quisimos hacer una que no habíamos hecho, de 27,5 kilómetros y 1.300 metros de desnivel en total». Sabían que habría nieve, así que en Plasencia alquilaron unos crampones (pinchos que se acoplan a las botas para progresar por nieve dura o hielo), los cuales no habían probado antes.
Su plan era idílico: subir hasta Cinco Lagunas, una de las rutas más populares del Sistema Central y que está marcada con hitos y carteles de madera. «De noche queríamos asar unas chuletillas y unas pancetas a la parrilla en el refugio con chimenea que habíamos visto en Internet». ¿Qué podría salir mal?
«Durante el día hizo bueno –prosigue– y no nevó, pero por la tarde comenzaron a aparecer nubes en mitad de una subida dura a la portilla que lleva a Cinco Lagunas, a más de 2.300 metros. Había mucha nieve y a ratos nos hundíamos hasta la rodilla, pero lo peor era el viento. Cuando vimos el refugio a lo lejos comprobamos que no tenía techo. Luego supimos que le cayó un rayo en verano».
Antes se habían cruzado con dos montañeros granadinos que prefirieron seguir su plan. En cualquier caso, los extremeños no se perdieron cuando comenzaron a bajar por la otra garganta (la ruta era circular). Llevaban 18 kilómetros cuando encontraron el refugio Regajo Largo ayudados por dos aplicaciones que llevaban instaladas en sus móviles. Físicamente estaban enteros, pero cuenta Carlos Morán que todo el plan se desmoronó cuando vieron que no estaba cubierto y empezó a hacer un frío polar.
«Valoramos varias opciones. Preparar un fuego, adecuar el sitio e incluso ponernos a andar, pero era tarde y el tiempo no acompañaba. Hacía bastante viento por la noche. Ya eran las siete menos cuarto y te pones en lo peor, pero hay que mantener la calma», cuenta.
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Rubén Bonilla
No tenían tienda ni funda de vivac y los sacos no eran los más apropiados para esas condiciones. Y aunque llevaban camisetas térmicas y calcetines de repuesto, carecían de goretex para protegerse del viento y el agua o chaqueta de plumas para el frío. Tampoco llevaban polainas para evitar que la nieve se les metiera en las botas y solo tenían una luz frontal para caminar más una linterna y una tercera luz de ambiente.
«Hicimos un fuego con la leña que conseguimos, pero el resto estaba mojada y nos duró media hora. Uno de los compañeros decía que tenía los pies muy fríos, pero con el fuego se ambientó un poco». Durante el día habían comido bocadillos de pollo con pimientos, pero luego había que cenar. La carne no podían comerla cruda, así que se apañaron con una lata de atún, otra de sardinas y una manzana.
En esas condiciones llamaron al 112. «Eran las ocho de la tarde y al final nos pasaron con la Guardia Civil para tener una valoración más técnica de la situación. No estábamos lesionados, pero hacía mucho frío. Sobre las doce llegaron dos miembros del Greim y nos llevaron hasta el coche, al que tardamos como media hora en llegar. Les tenemos que dar las gracias porque son unos profesionales. Nosotros hemos aprendido varias cosas, sobre todo que en montaña hay que tener un plan alternativo».
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