![Coronavirus en Extremadura : Cuando la inmunidad llega al pueblo](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202107/23/media/cortadas/Santiago%20del%20Campo-RvgpHVpDY8Nq2RNeoFcvnAP-1248x770@Hoy.jpg)
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Alas once de la mañana los únicos vecinos que se ven por la calle en Santiago del Campo están haciendo cola para comprar en la multitienda. Dentro solo pueden estar dos y fuera hacen fila seis. Algunos permanecen sentados en unas sillas de plástico colocadas ... en la acera estratégicamente. Así, mientras esperan, charlan de sus cosas. La pandemia no falta en las conversaciones de las que son testigos las mascarillas. Las siguen usando en todos los sitios en un municipio donde casi el 100% de los vecinos está vacunado.
«Solo me la quito a las siete de la mañana cuando voy al huerto porque no hay absolutamente nadie en la calle. Si veo que me voy a cruzar con alguien, me la pongo enseguida», dice Ángela Salgado, que a sus 59 años tiene la pauta de vacunación completa. «Nos vacunaron hace mucho. Si es que aquí con una dosis que venga ya nos vacunan a casi todo el pueblo», dice entre risas esta vecina de Santiago.
«Yo no me la quito ni casi para comer. Nos da mucho respeto este virus», reconoce Sabino Cerro, de 83 años, que vive en Barcelona pero pasa sus veranos en este pueblo cacereño de apenas 250 habitantes. «Vine el 10 de junio y estoy más tranquilo aquí que en Barcelona. Aquello está a tope de contagios y hay más aglomeraciones».
Los fines de semana por la tarde, él junto a otros tres amigos va echar la partida de dominó al bar del hogar del pensionista. «A eso de las seis y media ya están por aquí unos ocho. Los sábados y los domingos también vienen las mujeres, pero ellas se quedan fuera y juegan al bingo», cuenta Julián Reloba, que tiene 51 años y regenta el bar. Está vacunado desde hace un mes y su pareja, que tiene 37, también. «Aquí casi todos tienen las dos dosis, pero la gente sigue teniendo mucho miedo y salen poco», comenta.
Los octogenarios, que son la mayoría, solo suelen salir para ir a la compra y a la farmacia. Y los más jóvenes, que apenas hay, se dejan ver por la piscina municipal, que está abierta y en ella se guardan las mismas medidas de seguridad que cuando las vacunas no habían llegado.
Así viven en Santiago del Campo. Casi nada ha cambiado desde que saben que han superado con creces la barrera del 70% de inmunizados contra la covid, que hasta ahora parecía ser suficiente para alcanzar la inmunidad de grupo. Sin embargo, los expertos ya defienden que la variante delta hará que sea necesario llegar al 90%.
Donde sí han supuesto un gran alivio los pinchazos es en la residencia de mayores, que cuenta con 20 usuarios. «Las mascarillas ya no nos la ponemos tanto como antes gracias a la vacuna», reconoce Guillerma Villar, de 84 años. «Ahora ya podemos salir al patio y por el pueblo, pero hemos estado unos cuantos meses encerrados», comenta mientras despide desde el centro a Feliciano Bravo, de 92 años. Son las doce y va a su paseo diario. «Se te olvida la mascarilla», le dice.
Eso que no falte. Esa es una norma que casi todos cumplen. Y es que la inmunidad de grupo que la comunidad científica ha defendido para frenar las cadenas de contagios no es sinónimo de máxima tranquilidad para este pueblo, y mucho menos teniendo en cuenta que llega agosto.
«Ahora se llena. Pasamos a tener 800 habitantes en esta época. Eso nos da un poco de miedo, pero estamos poniendo todas las medidas por nuestra parte como hemos hecho siempre», asegura Samuel Fernández, alcalde del municipio santiagueño.
El 5 de agosto empiezan las fiestas y en un principio las tienen organizadas. «Otros años teníamos espectáculos taurinos y este no habrá, la típica verbena tampoco se hará al no permitirse baile», apunta Fernández.
Lo mismo opinan en otras localidades que están en una situación similar. Y es que poco a poco la inmunidad de rebaño está llegando a diferentes municipios, en su mayoría pequeños y con una pirámide de población envejecida. «No quiere decir que por estar vacunado estemos libres del virus. Además, ahora que en verano se multiplica la población de personas de Madrid, Cataluña y País Vasco tenemos un poco de miedo. A todos les digo que no hay que confiarse», comenta Rubén Morera, alcalde de Cachorrilla.
Recuerda que durante toda la pandemia en su municipio solo ha habido un caso que no necesitó ingreso hospitalario. Ahora respiran un poco más tranquilos, pero sin bajar la guardia. «No nos podemos relajar porque ya se está viendo lo que está pasando en otros municipios», matiza.
Detalla que a él ya le han puesto la primera dosis y tiene 30 años, pero menores que él en el pueblo solo hay otras cuatro personas. Lo cuenta para evidenciar que en su localidad se ha alcanzado con un amplio margen la inmunidad.
Rubén Morera, Alcalde de Cachorrilla
José Alberto Nieto, Alcalde de Orellana la Sierra
También hace varias semanas que en Orellana de la Sierra respiran un poco más aliviados. Actualmente el 88% de sus vecinos ya cuenta con la pauta completa. De los 208 vecinos vacunables, un total de 182 ha recibido los correspondientes pinchazos.
«Con esto los casos ya no serán tan frecuentes y esperemos que así sea porque aquí nos ha castigado mucho la pandemia», lamenta José Alberto Nieto, alcalde de Orellana de la Sierra. Han fallecido por covid tres vecinos y ha habido una treintena de positivos.
No cree que los meses de verano hagan peligrar la situación tranquila que viven ahora, que llevan cuatro meses sin casos. Aunque pasan de 250 a 1.200 habitantes, comenta que «la mayoría de los visitantes suelen ser personas mayores que también están vacunadas».
Tanto Santiago del Campo, como Cachorrilla y Orellana de la Sierra se caracterizan por ser localidades con población bastante envejecida, que es lo que hace que se alcance la inmunidad antes, ya que los mayores fueron los primeros en vacunarse.
De hecho, la media de edad de estos tres pueblos no baja de los 52,9 años. Es bastante más que la de la región, que se situó en 2020 en 44,8, según el Padrón Continuo que publica el Instituto de Estadística de Extremadura (IEEX).
88% de la población de Orellana de la Sierra, en Badajoz, ya está vacunada con la máxima protección frente a la covid. Son 182 de sus 208 habitantes.
52,9 años es la media de edad en Santiago del Campo, donde hay pocos jóvenes, como sucede en muchos pueblos extremeños. Eso hace que la inmunidad de grupo se alcance antes.
El hecho de que sean pocos también influye, aunque no es tan determinante y hay localidades más grandes que rondan la inmunidad. Es el caso de Valdefuentes (1.230 habitantes). Allí, según el último bando municipal sobre el proceso de inmunización, han recibido al menos la primera dosis de la vacuna el 87% de los mayores de 18 años y la pauta completa el 70%, sin contabilizar a quienes tienen entre 12 y 18.
Actualmente, en esta comunidad autónoma, 635.236 personas ya tienen la pauta completa, es decir, el 66,6%. Ese porcentaje le sitúa respecto a las demás regiones como la tercera, tras Asturias y Galicia, que más se acerca a la inmunidad de grupo.
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