![La inolvidable lección de Otegi](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/201907/02/media/cortadas/otegi-k0AH-U80664291858qMC-1248x770@Hoy.jpg)
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El pasado miércoles, el programa 'La Noche en 24 horas', de TVE, entrevistó a Arnaldo Otegi, el jefe del partido 'aberzale' EH Bildu. Otegi, como se sabe, está inhabilitado para ejercer como cargo público y estuvo condenado por la Audiencia Nacional por su pertenencia a ETA y por el secuestro, en nombre de la banda, de un empresario vasco.
La entrevista, antes y después de emitirse, levantó una gran polvareda porque se consideraba que el hecho de que la televisión pública ofreciera sus informativos a alguien condenado por terrorismo y nunca arrepentido era una bofetada a las víctimas, con el hiriente añadido de que justo al día siguiente tenía lugar en el Congreso de los Diputados el solemne acto anual en que se les homenajea. Por si fuera poco, la idea, difundida profusamente por el PP y Ciudadanos, de que la aparición de Otegi en TVE suponía un intento de Pedro Sánchez de 'blanquearlo' a él y a su discurso porque necesita su abstención en la investidura, echó gasolina a un fuego ya suficientemente vivo.
Imagino que ser víctima del terrorismo debe ser algo muy difícil de superar y, por lo mismo, aunque la vida dé muchas vueltas y el tiempo cure las heridas, los familiares de los 856 asesinados por ETA no podrán mirar la televisión en que aparezca Otegi dando explicaciones sin sentir que alguien 'de los nuestros' los ha traicionado al facilitarle la oportunidad de que esas explicaciones lleguen a toda la sociedad. Sin embargo, creo que la entrevista que Marc Sala, el director del programa, condujo como buenamente pudo porque Otegi es muy hábil en utilizar los retóricos circunloquios para evitar decir lo que basta decir con un monosílabo, fue una ocasión oportuna de mostrar la desalmada lógica que movió a los terroristas durante medio siglo hasta que el Estado de derecho les derrotó. Como periodista pero, sobre todo, como ciudadano, agradezco a TVE que me refrescara la catadura del personaje. Y si fuera víctima, también le agradecería a TVE que diera la oportunidad a la sociedad de recordar las hechuras del verdugo.
Y es que la manifiesta incapacidad del entrevistado de sentir el más mínimo remordimiento por el inmenso sufrimiento causado, negándose una y otra y otra vez a admitirlo; su cinismo al manifestar que «el perdón puede ser objeto de discusión» o al calificar de «humillación a una de las partes» (evidentemente, la suya) las investigaciones para esclarecer los 307 atentados de ETA que permanecen impunes en los que hubo 197 muertos; o su referencia a que en un libro suyo («en la página 201», dijo) dejó escrito su disculpa por, textualmente, «si en alguna ocasión pudimos causar a las víctimas más dolor del necesario o del que teníamos derecho a hacer». Todas esas palabras dichas en ese tono doliente que suelen utilizar los ofendidos cuando están en su turno constituyó, para mí, una inolvidable lección de vesania que no solo no debería ser silenciada, sino difundida con liberalidad e incluso oportunamente aprovechada por los profesores en los institutos para poner a los alumnos frente a un ejemplo de lo que puede llegar a ser la vileza enmascarada de política.
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