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José Manuel Obreo en su taller con la nueva máquina que le ha sido encargada. G. C.
El inventor que diseña máquinas sin planos
En el pueblo de...

El inventor que diseña máquinas sin planos

José María Obreo Díez | Aceuchal ·

No terminó la educación básica pero ha diseñado y fabricado 921 aparatos vendidos en 12 países

Martes, 30 de agosto 2022

No terminó la educación básica, porque en aquella época había que ayudar al padre trabajando en el campo en tierras arrendadas o por encargo para terceros, pero ya ha fabricado 921 máquinas. «A mí desde niño se me han dado muy bien los enredos estos».

A sus 76 años, José María Obreo, ostenta el título del inventor de Aceuchal. El título no lo recoge documento alguno, pero está extendido entre los vecinos de toda la comarca de Tierra de Barros. Cuenta una leyenda urbana que en algunas ferias de muestras y de maquinaria no lo dejaban entrar. Se ríe cuando se le pregunta si es cierto y contesta con un explícito «pues puede ser».

No es de extrañar que fuera así porque si tener ningún estudio, Obreo ha diseñado máquinas agrícolas para procesar cultivos tan variados como aceitunas, castañas, pistachos, almendras o nueces, y, como no, los ajos. Sus inventos, maquinaria agrícola que él diseña por encargo de sus clientes en un mercado que normalmente carece de herramientas tan específicas, están en fábricas de doce países. Desde China a Georgia, de Italia a Chile, de Argentina a Turquía y por supuesto en toda España.

«Yo no hago números. Lo que pasa es que captas la idea. Yo las mediciones las hacía a mi manera»

«He vendido una máquina para nueces en China, ¿tú crees que me encargarán otra? Pues no, la copiarán y la harán ellos»

Cacharritos de feria

Ya de niño, con unos ocho años, jugaba a inventar cacharritos de la feria. Con una antigua cosechadora hizo una segadora de forraje autopropulsada y también hace más de 35 años fabricó un molino grande para moler la poda de olivo. «Separaba la leña de las hojas y la leña se usaba como combustible y las ramas para hacer pienso para el ganado», explica.

Con 30 años trabajaba en el mantenimiento de las máquinas agrícolas para una empresa de Aceuchal. Ellos vieron que José María era avispado para el diseño industrial, no en vano había hecho en montaje de la maquinaria para toda la empresa. Así decidieron llevarle hasta tres veces a California en los años 80 para que viera cómo funcionaban allí las líneas de procesado de nueces y replicarlas en Extremadura. «Estuvimos casi diez días de una fábrica a otra. Yo no pude coger las medidas, ni nada. Vi unas líneas de procesado pequeñas y yo las hice en grande, las amplié», pero todo sin mediciones, a ojo. «Lo que pasa es que captas la idea. Yo las mediciones las hacía a mi manera».

Aunque la empresa cerró 15 años después, la primera máquina que construyó sigue funcionando aún en una finca de Badajoz, cuenta orgulloso.

Al cerrar esa planta, decidió montar su propia empresa, que ya tiene 30 años y que emplea a 14 personas, en la que casi todos son autodidactas. El único ingeniero que hay es su yerno. «Él es el que hace los dibujitos y estos papeles», confiesa.

A pesar de ello no paran de trabajar y ahora van a ampliar sus instalaciones, ya que los encargos aumentan cada día y llegan desde nuevos países.

El último encargo en el que trabajan en la nave es una clasificadora para castañas. Pero también ha recibido encargos para realizar todo el proceso del ajo, desde la siembra hasta la clasificación y el pelado. Sus máquinas se pueden ver en numerosas industrias de ajo de Aceuchal, para las que también ha fabricado operadoras, clasificadoras y peladoras. «Para la peladora me llevaron los de la cooperativa de aquí a Italia. Les pasé un presupuesto y decían que yo no iba a poder hacer aquello. Así que ya que hice el viaje, hice una para mí, para aprender. Y se la dejé a un amigo mío que todavía la tiene en uso y hace ya por lo menos veinte años. Así, fijándome de unos y de otros y mejorando, en fin».

Una de las máquinas que más solicitadas están ahora son las de nueces. «Hacemos todo desde que llegan del campo. Las limpiamos de palos, pastos, tierra y luego la secamos y pasan a la calibradora o selectora de color». La última irá a Talavera, pero ya ha hecho tres más para Chile «el doble de grandes».

Obreo ha replicado máquinas durante años, pero sabe que también lo hacen con él. «He vendido una máquina para nueces en China, ¿tú crees que me van a encargar otra? Pues no, la copiarán y la harán ellos».

Obreo no quiere pensar en la jubilación y sigue con su puesto en la oficina y trasteando la fábrica. Al mirar la vista atrás, confiesa: «He cometido errores, claro, pero se corregían».

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