JOSÉ M. MARTÍN
badajoz.
Domingo, 30 de agosto 2020, 09:20
Cerradas. Y son ya varios veranos los que algunas de estas instalaciones se encuentran en la misma situación. Seis de los once campings que forman parte de la red de campamentos públicos de la Junta de Extremadura no están abiertos al público.
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En concreto son los de Azuaga, Monesterio y Talarrubias, en la provincia de Badajoz, y los ubicados en Gata, Alcántara y Castañar de Ibor, en Cáceres. Los motivos no tienen nada que ver con la crisis sanitaria porque estos espacios ya estaban cerrados mucho antes.
Uno de los que más tiempo lleva en esa situación es el de Alcántara. «Al menos cuatro años», afirman desde el Ayuntamiento. «Estamos deseando que lo abran, porque no estamos sobrados de alojamientos», añaden.
Esta es una de las tres infraestructuras que, según la Dirección General de Turismo, está en proceso de remodelación y es la que tiene los trabajos más avanzados. Las obras están finalizando, palabras textuales que utilizan los responsables de la misma.
La visión que se tiene en el municipio es diferente. «Puede que falte algún remate, pero la impresión que da es que han finalizado hace bastante tiempo», aseguran en el Consistorio. Incluso denuncian que la falta de mantenimiento está volviendo a afectar en el entorno. «Hay árboles que están muertos; no parece la mejor opción hacer una inversión y que el espacio no se utilice», dice Luis Mario Muñoz, exalcalde de Alcántara, y una persona que ha estado visitando recientemente el lugar.
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Eugenio Rodríguez | Empresario
Antonio García | Alcalde de Talarrubias
Por tanto, en el municipio no comprenden que no se inicie el proceso de licitación. «Recibimos muchas llamadas de personas que se quieren alojar aquí, pero también han venido varios empresarios interesándose por la gestión». Se han puesto en contacto en varias ocasiones con la Junta de Extremadura para preguntar por la reapertura del camping. «No nos han respondido y es una pena que esté cerrado, porque funcionaba», concluyen.
Más tiempo, según Turismo falta para rematar las obras en los campings de Gata, cuya licitación esperan para los próximos meses, y Talarrubias, para el que se está elaborando el proyecto de actuación.
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El primero lleva sin actividad desde 2017. Es, por tanto, el tercer verano consecutivo que permanece cerrado y en el Ayuntamiento no esperan que pueda abrir en el de 2021, ya que los plazos del proceso de licitación y los propios trabajos se prolongarán, como mínimo, hasta cerca de la finalización del año próximo.
Una pérdida importante para la localidad de Gata y para la comarca, ya que era una infraestructura que atraía mucho turismo y creaba empleo. Desde el Ayuntamiento se cifran en 14 las personas del pueblo que trabajaban allí antes de que cerrase.
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Mientras permaneció activo fue un camping de referencia en toda la región. Viajeros europeos llegaban hasta la zona todos los años, lo que aportaba mucha visibilidad a todo el territorio cercano. «Es una verdadera lástima que esté cerrado», comenta Eugenio Rodríguez, que define ese espacio y su entorno como uno de los mejores para este tipo de turismo que hay en Extremadura. Él sabe de lo que habla y en la actualidad gestiona por segundo año consecutivo el camping, también propiedad de la Junta, de Valencia de Alcántara, uno de los que sí volvió a la actividad tras el estado de alarma.
En el caso de Talarrubias, el Ayuntamiento también ha contactado con los responsables de Turismo para interesarse por el estado del inmueble. «Estuvimos pidiendo una reunión durante meses y por fin nos atendieron en una videoconferencia solo para decirnos que necesita mejoras», lamenta Antonio García, alcalde de la localidad, que considera que se trata de un espacio que no debe permanecer cerrado, ya que es «muy importante porque aporta turismo».
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Por su parte, desde la Dirección General se explica que una gran parte de las tres infraestructuras que se encuentran en proceso de remodelación tienen más de 20 años. «Responden a una situación de final de la concesión a una empresa gestora», detallan, para añadir que esta situación les «está permitiendo abordar un amplio proceso de reforma, modernización y en muchos casos adaptación a las nuevas normativas».
En proceso de licitación están los otros tres camping cerrados. Son los de Azuaga, Castañar de Ibor y Monesterio.
Este último ya inició los trámites para la concesión de la explotación en 2019. El anuncio se publicó en febrero, pero han pasado 16 meses sin que haya abierto de nuevo sus puertas.
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Por su parte, el de Castañar de Ibor se mantuvo en funcionamiento hasta septiembre del año pasado, cuando terminó la explotación por parte de la empresa que lo gestionaba, la misma que en la actualidad está al frente del camping de Monfragüe. Por tanto, es el primer verano que permanece sin acoger turistas.
De esta forma son más los camping propiedad de la Junta que están cerrados que los que están abiertos. «Es inexplicable que una región que presume de turismo rural y dice apostar por él tenga instalaciones de este tipo cerradas», declara el alcalde de Talarrubias, aunque en términos muy similares se expresan en el resto de ayuntamientos y agentes del sector consultados.
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Sí volvieron a la actividad tras el estado de alarma los campings de Orellana la Vieja, en Badajoz, y Cuacos de Yuste, Pinofranqueado, Valencia de Alcántara y Monfragüe, en la provincia de Cáceres. De momento, el negocio es más flojo que en años anteriores. «Había muy buenas expectativas y en los meses de invierno habíamos tenido mucha más gente que en 2019», reconocen desde el camping Balcón de Orellana. Este espacio, que gestiona una empresa privada, reabrió sus puertas tras permanecer dos años cerrados.
Es el modelo más habitual en la red de campamentos de la Junta. Cuatro están en manos de empresas privadas que fueron seleccionadas tras un proceso de licitación y solo el de Cuacos de Yuste lo gestiona directamente Gebidexsa, empresa del grupo público Gpex.
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Por lo general los contratos se realizan para periodos largos de tiempo. Es una forma de dar estabilidad a la gestión y que los empresarios pueden desarrollar proyectos a largo plazo. Eugenio, en Valencia de Alcántara, tiene un acuerdo para cinco años, prorrogable a otros cinco. «Es la única forma de conseguir rentabilidad, porque primero necesitas que la gente te conozca y debes hacer mucha promoción, por lo que al principio las cuentas no salen», reconoce este empresario turístico.
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