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Salvador Vallejo Caballero
Sábado, 24 de agosto 2024
Casi tres siglos después, lo que antaño fue un lavadero de lanas ahora es anfitrión de la boda de Alina Manrique de Lara Calviño, la hija de la ex vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño. Este espacio, situado a los pies de la antigua Presa Romana de Proserpina y fundado sobre un pequeño lavadero anterior, fue el primer gran exportador de la industria manufacturera de Mérida.
Una apuesta sin precedentes. El Lavadero de la Concepción formó parte de la potente red que se creó en la meseta en la época medieval para atender a la exportación de vellón limpio y que tanto dinero trajo a la ciudad en el siglo XVIII.
Un entorno cuya utilidad se prolongó hasta finales del dieciocho, cuando los espías franceses, la introducción del ovino en otros países europeos y la decadencia de los privilegios de la Mesta provocaron que dejara de entrar ganado para esquilar y, poco a poco, aquel lugar echara el cierre.
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Antes de que estallara la crisis sanitaria, la promotora Rosario Viguera y el arquitecto Sete Álvarez asumieron la tarea de rehabilitar este espacio, con la idea de transformarlo en espacio para la celebración de eventos y banquetes como el de este sábado.
Discreta es como debía ser la intervención. La diversidad tipológica de las edificaciones y los diferentes grados de conservación desaconsejaban grandes cambios y, en su lugar, la intervención se centró en recuperar las espacialidades originales, estableciendo un diálogo material entre las arquitecturas del siglo XVIII y las contemporáneas.
«Mantener la lógica arquitectónica, con un plano abobedado y las piedras como soporte, reconstruir con los materiales ya existentes». Así, planteó Sete su trabajo en el lavadero.
En consecuencia, los invitados al enlace disfrutaron de un enorme salón diáfano, un porche con arcos que lo rodea y un jardín de recreo en mitad de la dehesa. Todo esto es fruto de actuaciones como la conversión del patio de labores en un jardín central, que actúa como conector entre las diferentes partes del conjunto, o de la transformación de la zona de esquileo -conocido como sudadero- en una nueva sala de reuniones.
Quien visite este lugar aún podrá apreciar la naturaleza, pues se han musealizado salas como la zona de lavadero y cubas, donde se explica el proceso de lavado y se guía al visitante a través del proceso de esquileo y lavado de lana.
Así, lo que una vez fue cuna de la economía emeritense, hoy es frecuentado como lugar de encuentro y celebración. El paso del tiempo.
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