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En las cumbres de la sierra de Gredos, en torno al límite entre las provincias de Cáceres y Ávila, en un hábitat de alta montaña, protegido y poblado por cabras montesas, ciervos y jabalíes. Ahí ha reaparecido en Extremadura el lobo ibérico, la mítica especie ... cuyo rastro se perdió en la región en 1993.
Ese año fue encontrado el último ejemplar del que se tenía constancia oficial, un macho que vivía en la Sierra de San Pedro y al que un furtivo mató. Cuatro años antes se había encontrado en la carretera Cáceres-Badajoz (la N-523, antigua EX-100) el cadáver de la última hembra de la que la administración tenía noticias. Murió atropellada, detallaba la Junta el pasado diciembre, cuando contaba que había enviado a Portugal varias muestras biológicas recogidas en el Valle del Jerte, el del Ambroz y La Vera que creía podían ser de 'canis lupus'.
El pasado día 17, el laboratorio del Centro para la investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos de Portugal (CIBIO-BIÓPOLIS), adscrito a la Universidad de Oporto, confirmó que la muestra recogida en Villanueva de La Vera el 29 de julio de 2021 por personal de la Dirección General de Sostenibilidad correspondía a una hembra de lobo ibérico con el ADN propio de la especie centro-norte español.
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La noticia era esperada desde hace años, así que no sorprendió demasiado. Tampoco el lugar de la reaparición, al que la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad ya apuntaba hace dos meses. «En Ávila –explicaba entonces–, se constató hace tres años la presencia de cinco manadas, y de una en Salamanca, siendo estas poblaciones las que en un futuro podrían extenderse al norte de la provincia de Cáceres, en concreto a la ZEC (Zona de Especial Conservación) Sierra de Gata y a la de Sierra de Gredos y Valle del Jerte».
Y en esta última es donde se ha recuperado su rastro casi treinta años después. La ZEC Sierra de Gredos y Valle del Jerte abarca casi 70.000 hectáreas, de las que 13.000 (el 18%) pertenecen a Villanueva de La Vera, donde la novedad no parece haber desatado ninguna tormenta. «En el pueblo, la noticia no ha generado ninguna reacción llamativa, no he detectado preocupación alguna», afirma su alcalde, el socialista Antonio Caperote, que presidió la Diputación de Cáceres entre los años 2001 y 2003.
antonio caperote
Alcalde de Villanueva de la Vera
longinos escobedo
Vecino de Villanueva de la Vera
ángel garcía blanco
Asaja Extremadura
«El lugar donde se recogieron los excrementos –amplía el regidor– está en las cumbres de Gredos, en la parte más alta y escarpada de la sierra, una zona bastante limpia de vegetación que supone aproximadamente un tercio de nuestro término municipal y a la que los vecinos no suben, más allá de los tres o cuatro propietarios que tienen fincas allí».
«Es una zona de cabra montés hispánica y en la que no tengo constancia de que haya ganado», abunda Caperote, que recuerda haber oído hablar de los lobos «desde chico». «Pero de eso hace ya medio siglo o más, y desde entonces no se había vuelto a escuchar nada», concluye el alcalde.
«Yo leí la noticia y la dejé en cuarentena, ni me la creí ni me la dejé de creer», se sinceraba el pasado martes Longinos Escobedo en la plaza principal del pueblo, en plena celebración de la fiesta carnavalera del Pero Palo. «De chico –amplía el vecino–, me acuerdo que venía al pueblo un hombre montado en un burro y que pedía dinero mientras ensañaba un lobo muerto. La gente le pagaba como agradecimiento por haber matado a una alimaña que podía atacar al ganado».
Era un lobero, una figura cotidiana en algunos pueblos extremeños tiempo atrás. «Durante años, la especie fue abundantísima en la región», aseguraba a HOY en 2011 Francisco Gragera, autor de 'El lobo ibérico en la Baja Extremadura' (Universitas Editorial)' y de 'El legado del lobo' (Editora Regional de Extremadura). Reconocido como uno de los mayores expertos de España en esta materia, el autor explicaba en aquella entrevista que «a mediados del siglo XIX, en la provincia de Badajoz se mataban más lobos que en toda Galicia. Era la provincia número uno en el ranking nacional de lobos abatidos, y Cáceres no le iba a la zaga».
A la pregunta de cuáles eran los lugares del mapa regional más propicios para la reaparición de la especie, Gragera contestaba que «allí donde hay caza mayor». Y ahí, precisamente, es donde ha vuelto a dar la cara. Porque el lugar donde se ha constatado la presencia del lobo está en el área de influencia de la Reserva Regional de Caza La Sierra, donde se da la mayor concentración ibérica de cabra montés de la subespecie 'victoriae', muy apreciada entre los cazadores. Es un paraíso cinegético en el que españoles, rusos, canadienses o norteamericanos han abatido piezas tras pagar varios miles de euros.
«La zona (donde se ha certificado la presencia del lobo ) es abundante en ungulados y suidos silvestres de los que la especie se alimenta», explica la Junta. Entre ellas, «la cabra montés, el ciervo o el jabalí», amplía la Consejería, que añade que este cánido «desarrolla un importante papel como regulador sanitario, al consumir como presas los ejemplares enfermos y los más débiles afectados por tuberculosis, sarna u otros patógenos, parásitos o virus».
El medioambiente de esta esquina extremeña por donde ha reaparecido el 'canis lupus signatus' está salpicada de piornales, brezales, matorrales, jarales y pastizales. El invierno es seco y frío, y se alcanzan con facilidad los dos grados bajo cero, mientras que el verano es también seco pero cálido para esas altitudes, con temperaturas de hasta 22 grados centígrados. Es también el hábitat del gato montés, desmán ibérico, águila real, cigüeña negra, halcón peregrino, buitre leonado, milano real, lagartija serrana, topillo nival...
El ganado está en cotas más bajas, aunque dado que el lobo pude recorrer cien kilómetros diarios buscando alimentos, Ángel García Blanco cree que su reaparición supone una amenaza para la cabaña de la zona. «En Villanueva de la Vera y Valverde de la Vera hay preocupación entre los ganaderos», sostiene el presidente de Asaja Extremadura, que reclama a la Junta «un decreto que contemple ayudas a los ganaderos que pierdan animales por ataques de esta especie». «Es urgente que lo haga, antes de que empiece a haber noticias de ataques, porque de lo contrario, serán los ganaderos los que actúen», apunta el dirigente agrario.
En Extremadura, el lobo está catalogado como especie en peligro de extinción –su caza se sanciona con 12.020 euros–, lo que obliga a la administración a tener un plan de recuperación que sin embargo, a día de hoy no existe. «A raíz de la constatación de su presencia en la comunidad –explica la Junta–, la Dirección General de Sostenibilidad se ha reunido con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, para comenzar a adoptar las medidas de la estrategia para la convivencia del medio rural con el lobo y su conservación, y establecer las bases del futuro plan de recuperación».
Este último documento se elaborará a partir de final de año, porque hasta entonces no estará listo el censo nacional de la especie. Cuando Castilla y León aporte su listado, se sabrá si hay ejemplares cerca del límite entre las provincias de Cáceres y Ávila. Si es que sí, podría certificarse la existencia no de un individuo, que es la certeza a día de hoy, sino de una manada. Y eso sí que supondría abrir un nuevo escenario.
Las cumbres de Gredos han sido el primer lugar donde la Junta ha certificado la presencia del lobo, pero hay otros parajes de la región donde podría ocurrir lo mismo. La Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad explica que «hay observaciones recientes de ejemplares en otras áreas próximas a la comunidad». En concreto, «en territorios limítrofes con Portugal, al sur de la Serra de Malcata y de las provincias de Salamanca y Ávila». «No obstante –matiza el Ejecutivo autonómico–, no tenemos certeza de la existencia de manadas compartidas con Ávila». La última gran manada extremeña tenía nueve ejemplares, vivía en la Sierra de San Pedro, cerca de Alburquerque, y su rastro como grupo se perdió en el año 1987.
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