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El lobo se ha convertido en un tema político. Días atrás, escribíamos sobre la división izquierda/derecha en la sociedad española como factor principal a ... la hora de opinar o tomar posiciones. En ese eje ideológico, defender la existencia del lobo y su valor como elemento equilibrador en la naturaleza sería una postura de izquierdas, mientras que criticar que sea una especie protegida sería una postura de derechas.
Convertir el lobo en tema ideológico es una majadería, pero así son las cosas en España y no van a cambiar por mucho que nos parezca ridículo que un animal se adueñe de nuestra conciencia política. Hay que entender cada caso y ayudar de manera ágil a los ganaderos que tengan problemas con el lobo. De esta manera, todos contentos y el lobo se convertirá en una especia sin connotaciones, en una especie de centro.
El lobo es un atractivo turístico en algunas zonas de España como la sierra de la Culebra, en la Raya zamorana. Allí, en Villalcampo, vivía Feliciano Álvarez, un ganadero que conocí hace años. Tenía 2.000 ovejas entrefinas, que pastaban en varias fincas de los términos de Garrovillas y Cáceres. Feliciano era un ganadero de raza. A los 15 años ya se hacía decenas de kilómetros en bici para comprar vacas. Hace 40 años, las administraciones no reaccionaban con prontitud si el lobo provocaba estragos. Una noche, Feliciano estaba en una cerca de 200 metros cuadrados con 400 ovejas y cinco perros. Se había quedado a dormir con su rebaño para defenderlo del acoso de la alimaña. Fue inútil. El lobo saltó al corral y de una patada partió el hígado a una oveja. Al día siguiente, vendió su ganado y se vino a Extremadura.
Cuando él llegó a Cáceres, el lobo estaba lejos de Extremadura. Se sabía que acosaba al ganado en la Dehesa del Cid (Ávila), a 30 kilómetros, aunque no había traspasado la sierra ni se le había visto por la Vera. Pero esto no era lo normal, sino la excepción: el lobo es una especie históricamente relacionada con Extremadura, sobre todo en la Raya y en la sierra de San Pedro que, en su tiempo, era tan tierra de lobos como la sierra zamorana de la Culebra.
Uno de los restaurantes con más prestigio de Portalegre se llama Tomba Lobos. Estuvo durante años en plena Serra de San Mamede, pero se ha trasladado al casco urbano de la capital del distrito. Se llama Tomba lobos en honor de los loberos de la Serra de San Mamede, que mataban lobos a puñetazos en los años 40, cuando por efecto del hambre de la posguerra, los lobos de la sierra de San Pedro se 'exiliaron' a Portugal en busca de alimento.
En esa zona serrana y fronteriza, a los hosteleros les gusta poner nombres hiperbólicos a sus restaurantes. Ahí está Milhomens, en Portagem (Marvão), en honor de un forzudo que no mataba lobos, sino españoles y de mil en mil. Para que no falte de nada, en la Raya había incluso hombres lobo como se pudo comprobar en una exposición celebrada hace unos años en Lisboa sobre los licántropos de la zona de Covilhá (Castelo Branco).
Rayana y lobuna es la historia que cuenta Severiano Rosado en su libro 'Ceclavín', donde narra las vicisitudes de su abuelo materno durante una terrible noche en la que varios lobos lo acosaron cuando iba a cargar mercancía a la estación de Cañaveral en su carro tirado por bueyes. Y si quieren hacer una excursión bonita esta Semana Santa, acérquense hasta el Salto del Lobo (Pulo do Lobo), en Serpa, no lejos de la frontera, donde el Guadiana pasa de tener 25 metros de anchura a solo tres, justo lo que es capaz de saltar un lobo, sea de derechas o de izquierdas.
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