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Vista del cementerio de Montánchez. :: E. R.
Machismo de cementerio

Machismo de cementerio

Estos días, los camposantos están llenos de mujeres entre tumbas

J. R. ALONSO DE LA TORRE

CÁCERES.

Jueves, 31 de octubre 2019, 08:55

Llega el puente de los Santos y mi mujer se habrá levantado esta mañana de jueves bien temprano para ir al Lidl a comprar flores. En ese supermercado alemán, dos ramos de flores cuestan cinco euros y en la puerta de los dos establecimientos que tiene esa cadena alemana en Cáceres, las colas son interminables antes de que abran a las nueve de la mañana. Me fascina que una empresa alemana sea capaz de interpretar tan finamente las necesidades de los españoles y hoy, 31 de octubre, la cosa está muy clara, los españoles, o mejor, las españolas, quieren flores.

Mi mujer se irá esta tarde de jueves a Aldea del Cano a arreglar las tumbas familiares. Tiene que poner ramos de flores en siete jarrones de otros tantos antepasados queridos, recordados y fenecidos. Es un acto muy tradicional que ella realiza con gran profesionalidad. Carga con cubo, cepillo y algún producto de limpieza, conduce durante más o menos media hora hasta Aldea del Cano, limpia los búcaros, tira las flores marchitas, pone los ramos nuevos, limpia las lápidas y deja los nichos en perfecto estado de revista para todo el año.

Mi mujer irá a comprar con la intención de traerse ocho ramos por 20 euros. Con la oferta del súper se ahorrará cinco euros por ramo, o sea, 40 euros menos. Eso sí, los ramos son más pequeños que en las floristerías, pero a los finados les viene a dar lo mismo que les pongan ocho gladiolos o cinco gladiolos, total, lucir, lucen igual.

Estas ofertas de ramos para el día de difuntos provocan carreras, estrés y luchas a brazo partido para hacerse con los ramos antes de que se acaben. Mi mujer se sabe no sé qué truco para dar un rodeo, escapar de la turba y coger los gladiolos sin tumulto ni lucha. Algunas señoras, molestas por no haber caído ellas en el truco, le dicen que eso no vale como si comprar flores fuera un campeonato con unas reglas y un comité de competición, pero no, en cuestión de ofertas no hay reglas y gana el más rápido y el más pícaro.

Experta en camposantos y arreglos funerarios, mi mujer sabe que esta tarde ha de llevar al cementerio a su madre y a su tía. Se trata de un ceremonial con mucha tradición. Aunque sean mayores y tengan sus achaques, ellas no perdonan la tarde de difuntos en Aldea del Cano. Mi mujer las lleva y les da libertad. Ellas se ofrecen para ayudar a limpiar y decorar, pero no, mejor que se dediquen a charlar con viejas amigas y a recordar a antiguos difuntos. Es un puente muy especial este de los Santos y mi suegra lleva 15 días entretenida pensando en esta tarde tan emocionante de reencuentros y recuerdos.

Estos días, el ambiente está en los camposantos y las calles quedan semidesiertas. Cada región tiene sus costumbres y entre todas, la región más pinturera es Galicia. Allí tienen una relación muy especial con los muertos. No se trata ya de que cuando vas a San Andrés de Teixido te dicen que no pises las hormigas ni las lagartijas porque son 'defuntiños' que van a ver a San Andrés ya muertos por no haber ido estando vivos, se trata de que a muchos camposantos gallegos los deudos acuden con la cena, pasan allí parte de la noche alumbrándose con velas y es todo un espectáculo ver la procesión nocturna de familiares acercándose a cementerios rurales situados en una colina a la que ascienden en una procesión espectral vista desde lejos con la llama de los velones. Y una vez dentro, entre los filetes empanados, la tortilla, el jamón, el vino y el queso, se monta un velatorio la mar de entretenido.

Lo de Aldea del Cano es más convencional, pero tiene su gracia reencontrarse con viejas amigas, todas octogenarias, y alegrarse de estar vivas, felices y entre flores. Lo que no acabo de entender es por qué este tema de difuntos es un coto femenino en el que los hombres no entramos con diferentes excusas: que nos da yuyu, que no sabemos colocar las flores ni adecentar las tumbas. Pretextos para escurrir el bulto, o sea, machismo de cementerio.

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