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Acabo de merendar cuatro magdalenas huevunas de La Zarza. Las elaboran en la pastelería artesana Mauro y son una pasada: suaves, delicadas, exquisitas... Mojadas en café con leche son una fantástica merienda de Carnaval. El inglés Paul Richardson dedica en sus libros algunas páginas al ... gusto de los extremeños por mojar el churro en el chocolate, el pan en el gazpacho, la miga en la salsa del estofado. Pues tiene razón, pero si lo que mojas son dulces de los pueblos de nuestra región, entonces el placer sube de grado.
Las magdalenas huevunas las descubrí el otro día en la tienda donde compro el pan de Talaván, otra delicia extremeña, en el centro comercial de la calle cacereña donde nací: Antonio Hurtado. Las multitiendas de Cáceres son un resumen dulce de Extremadura. En ellas puedes encontrar perrunillas de Cuacos, mazapanes de Ceclavín, mantecados del Casar... Pero también está representada la provincia de Badajoz con las magdelanas huevunas o con otro de mis dulces favoritos: los bizcochos de almendra de la panadería y pastelería Collado Cebrino de Puebla de Obando, que, por cierto, fue una de las empresas más perjudicadas por la catástrofe de la carretera de Cáceres a Badajoz: el pan de Puebla de Obando y también los dulces son muy apreciados en la capital cacereña y eso de quedarnos sin bizcochos de almendra nos atemorizó durante unos días, hasta que supimos que se las arreglaban por atajos y carreteritas para que no nos quedáramos sin las magdalenas de nata.
Otra delicia que anima mucho mis meriendas son los mostachones de Higuera la Real, que vienen desde la panadería y pastelería Romo y son canela fina bien empapados en la leche o el café. Como ven, la lista de dulces extremeños no se acaba y propongo una guía turística y gastronómica de los mejores pasteles artesanos de Extremadura: coquillos, perrunillas, mantecados, mazapanes, galletas rizadas, roscas fritas, roscas blancas, canutos, bodigos...
¿Bodigos? ¡Que descubrimiento inolvidable el de los bodigos, cuando visité Tamurejo por primera vez y probé esa delicia siberiana inventada por la Hermana Antonia! La Hermana Antonia no era monja, sino panadera. Montó a mediados del siglo pasado una tahona en Tamurejo, en plena Siberia, y hacía un pan buenísimo en horno de jara. Con el tiempo, además de libras, la Hermana Antonia empezó a cocer unos dulces típicos del pueblo llamados bodigos. Se elaboraban con la manteca de la matanza y se rellenaban con el dulce de los tomates, las calabazas y los calabacines o con leche condensada. Esos bodigos son hoy santo y seña de Tamurejo y a veces llegan hasta Cáceres para satisfacción de sibaritas.
Hay pocas regiones españolas donde haya tal profusión de dulces de pueblo. En cada uno, amasan y hornean los suyos y, aunque semejantes en nombre y forma, cada cual tiene su aquel y su toque. Sin embargo, no hemos sacado partido a esta tradición dulcera tan extraordinaria. Pueblos de menos de 2.000 habitantes como Ceclavín tienen hasta cuatro puestos de venta de dulces, que se distribuyen después por la provincia. Pero es que en Acehúche, el pueblo de al lado, 816 habitantes, hay otro horno tradicional cuyas elaboraciones también se pueden encontrar en tiendas de la capital. Y así, de pueblo en pueblo, a lo largo de las provincias de Cáceres y Badajoz.
Desde hace años, escribo sobre los encantos de los pueblos de regadío y por fin se van a convertir en un producto turístico. Ahora hay que apostar por otras dos rutas: la de las ermitas tradicionales y las de los dulces de pueblo de Extremadura.
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