Manifestantes contra la mina el domingo en Cáceres. HOY
Un país que nunca se acaba

La 'mani' de la mina

Leyendo el aire. Mucha gente, muy diversa y la más numerosa del siglo tras la de 'No a la guerra'

Miércoles, 13 de noviembre 2024, 07:18

Los cacereños salen a la calle para ver una Virgen, un dragón, un concierto o una cabalgata, pero les cuesta salir para ser protagonistas. El domingo salieron a manifestarse y protagonizar. Eran muchos: 6.000, quizás 7.000 diciendo no a la mina y es ... importante hacer eso que los japoneses llaman leer el aire: observar, intuir cómo está el ambiente y, si eres gobernante, actuar en consecuencia.

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Desde la primera manifestación, se ha dicho que el no a la mina era cosa de funcionarios, jubilados y ecologistas de salón, o sea, gente que vive bien, cacereños de toda la vida que no necesitan nada y menos una mina que levante polvo y llene los accesos a Cáceres de camiones.

El domingo, leyendo el aire, me quedó claro que allí había mucha gente y muy distinta: jubilados, funcionarios y ecologistas, claro que sí, pero también guías turísticos, camareros, empleados de Catelsa, mecánicos, electricistas, tenderos, fontaneros… Es más, estaban los de las cofradías y los del Cacereño, los de las comparsas de Carnaval y los de las asociaciones de padres y madres. Había de todo y eso quebró un tópico mantenido durante años.

Luego estaba la parte política: ni el PSOE ni el PP convocaban y es cierto que pocos socialistas vi, pero sí había altos cargos del PP de la época de Saponi y unos cuantos ciudadanos con pulseritas rojigualdas de Vox. Seguí oliendo el aire y me llamó la atención que se mezclaban vecinos de las urbanizaciones chic (R66, Cabezarrubia) con los de la Mejostilla, Moctezuma y Aldea Moret. Me vine a casa tras un nutrido grupo de manifestantes del Carneril y, todo en fin, sonaba a variopinto: interclasista, interbarrios, ¿intergeneraciones?

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Vamos con la edad: sin pretender ser científico (no como otros, que llaman informes universitarios a trabajos particulares), creo que la mitad de la 'mani' estaba formada por cacereños de entre 40 y 60 años. Había muchos de entre 20 y 40 y un montón de jubilados. Faltaban jóvenes. Se veían algunos veinteañeros, parejas adolescentes, grupos de amigas contra la mina, pero o no les importa demasiado el tema o estuvieron de madrugada en el festival techno del hípico y se les agotaron las fuerzas.

Una cosa que me gustó es que la organización fue nefasta (en la plaza Mayor, se entendía mejor el lenguaje de signos que los discursos de los oradores). Y me gustó porque allí no había consignas ni orden excesivo. Nada de aquellas manifestaciones barcelonesas del 'procés' con 'performances' organizadas, gritos al unísono, separación para que parecieran más y otros argumentarios. Nada de eso. El domingo, cada uno hacía lo que le daba la gana. Salvo unos carteles que se repartieron con el 'No a la mina' y el aviso de que se hiciera ruido al pasar por la fuente luminosa, el resto fue un «a tu bola» muy de agradecer.

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Lo de la fuente luminosa no se entendió bien, quizás fuera porque está entre el Gobierno (Subdelegación) y el Múltiples (Junta), pero vamos, que alguna gente gritó algo más y ya está. La gente… ¿Cuánta? Cuando la cabecera de la 'mani' entraba en San Antón (final de avenida de España) la cola estaba por el bombo de la música y en la plaza (caben 10.000 personas), había casi tres cuartos de entrada, así que unas 7.000. Fue la manifestación más masiva del siglo tras la del 'No a la Guerra'.

En general, había escepticismo, pero no derrotismo. «Esto es una china en el zapato de los australianos», aseguraba una manifestante. Puede ser, pero leías las pancartas ('Gallardo, traidor'. 'El alcalde nos abandona'. 'La Junta sacrifica Cáceres'), leías el aire y daba la sensación de que aún no ha llegado el tiempo de la resignación.

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