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Soy un ciudadano fácil de contentar, me conformo con que nuestros políticos se limiten a cumplir la Constitución; sobre todo, los que están en el Gobierno. Digo esto porque tengo las orejas tiesas con éste desde hace ya algún tiempo. Y es que una semana sí y otra también me da motivos para desconfiar sobre qué es lo que pretende hacer con nuestra Carta Magna: cuando no propone un sistema de elección de los jueces que atufa a que lo que busca es un Poder Judicial sumiso a los partidos que gobiernan, se aviene a negociar con los nacionalistas para que el castellano deje de ser lengua vehicular en la Enseñanza de las comunidades con idioma autóctono. La última ocurrencia inquietante es la de crear un organismo de control de la información sin contrapeso judicial, prohibido por la Constitución, de manera que pueda determinar qué es verdad y qué bulo de entre lo que, según dice la ministra de Asuntos Exteriores, publican no solo la selva de las redes sociales, sino periódicos, radios y emisoras de televisión. Lo escandaloso del caso es que el Gobierno va a colocar al frente de ese organismo a Iván Redondo, el inefable jefe de Gabinete de Pedro Sánchez y antes 'octavo consejero' de José Antonio Monago, cuando presidió la Junta.
Ya sabemos que hay muchas maneras de referirse a Iván Redondo. Una de ellas es por haber acreditado su capacidad para manejar a conveniencia la máquina de crear verdades. En Extremadura lo demostró con gran diligencia aunque con resultados discutibles. Bastan dos ejemplos: el primero, 6 de mayo de 2014. Los socialistas presentan una moción de censura contra Monago. Redondo y sus ayudantes pusieron en circulación decenas de cuentas ficticias de Twitter para tratar de contrarrestar la moción con datos de logros falsos del gobierno del PP. Ese día, Iván Redondo le dio a la manivela de la máquina de la verdad hasta conseguir que la etiqueta Monagocumple se convirtiera en 'trending topic' en esa red social. A Redondo le cabe el triste honor de ser el primero que utilizó en la política extremeña los 'bots', que son robots para multiplicar mensajes haciendo creer que son personas, y compartir así con Goebbels la aspiración de convertir en verdad una mentira a base de repetirla.
Segundo ejemplo: 14 de noviembre de 2014. Monago anda como pollo sin cabeza en medio del huracán de sus viajes a Canarias. Redondo le hizo comparecer en rueda de prensa y pronunciar un discurso (lo calificó como «el más importante» de su vida política) construido sobre la mentira de que en un presunto dosier de dos tomos que no dejó que los periodistas estudiaran estaban las pruebas de que sus viajes a Canarias eran políticos. La primera víctima de aquella surrealista rueda de prensa montada por este maquinista fue la propia verdad y la segunda Monago, a quien aquella comparecencia le hizo un boquete en su línea de flotacion.
Visto con cinismo, quizás Iván Redondo resulte ser el mejor director posible de un organismo sobre los bulos: los conoce como nadie.
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