María Guardiola le muestra a Feijóo que el cambio político es posible

Durante su intervención, Alberto Núñez Feijóo dibujó un panorama desolador de España por culpa del 'sanchismo', palabra que usó diez veces por ninguna de María Guardiola y tres de Antonio Cavacasillas, que fueron las tres personas que intervinieron ayer en el Hotel Río de la capital pacense.

Un hecho cierto es que el PP en Extremadura está de nuevo en su mejor momento, a punto de reconquistar el poder en la Junta y eso a Feijóo le insufla optimismo ahora que llega su turno. «Veo al partido reactivado y motivado», pronunció antes de meterse en una metáfora taurina para explicar que queda el último toro el 23 de julio después de que Extremadura «cortara las dos orejas y el rabo» el pasado 28 de mayo, según sus propias palabras.

Guardiola y Feijóo escenificaron una perfecta sintonía que era necesaria tras varios días de tensiones internas mientras ella terminaba de cerrar su acuerdo con Vox la semana pasada.

La otra tarea del gallego era movilizar a los suyos. Su intervención para pedir el voto no fue demasiado propositiva, más bien la dedicó a denostar todo lo que ha representado el PSOE en los últimos cinco años, además de ensañarse al final con Sumar, partido al que se refirió varias veces como «restar» y del que dijo que y es «la marca blanca de Podemos» y a su vez «el mismo partido comunista de siempre» donde no se sabe quién manda.

Para Feijóo, El PSOE no está siendo leal en los pactos que aún se están produciendo y recordó que si Sánchez representa la división «con ministros que discuten entre sí», él es necesario para volver a unir a España, donde urge dejar atrás las «chapuzas», señaló antes de enumerar los puntos débiles del actual gobierno de coalición, ya en funciones.

Se refirió a los pactos con independentistas, la ley del 'sí es sí' que, recordó, ha dejado en la calle a 117 violadores y ha rebajado penas a 1.155, y desmintió el mensaje reciente del PSOE de que en este país «la economía va como una moto». En este punto no empleó datos ni cifras más allá de manifestar que «somos líderes en paro, líderes en deuda, líderes en subida de impuestos y líderes de no llegar a fin de mes».

El candidato popular también afeó que Sánchez suspendiera su mitin previsto en Plasencia, lo que interpretó como un desprecio a los extremeños –de hecho dijo que nada más abandonar Badajoz se dirigía él hacia allí para reparar el agravio– y prometió que cuando sea presidente del Gobierno no vendrá a Extremadura en aviones ni helicópteros del Estado a realizar campaña electoral sino en tren.

El tren y, desde este año, el socavón de la carretera que une Cáceres y Badajoz sigue siendo munición fresca que María Guardiola gusta de arrojar contra el PSOE extremeño. Ahora ha sumado a su artillería las averías que surgen en hospitales o la marcha de médicos de los pueblos, una lluvia fina con la que la cacereña regó su discurso el viernes en Badajoz.

Guardiola también hizo suyo el eslogan 'Es el momento' . «Cuando el cambio llega uno lo nota, yo he tenido esa sensación en mayo con el presidente Feijóo, y lo que antes era un pálpito, hoy es un hecho y Extremadura volverá al lugar que se merece», dijo la futura presidenta de la comunidad, que con cada intervención –esta es la segunda que realiza tras concretar su no deseado pacto de gobierno– se aleja de Vox, al que ayer nadie nombró.

La extremeña también enumeró las acciones más controvertidas del gobierno de Sánchez: Ley del solo sí es sí', la eliminación del delito de sedición o la rebaja del delito de malversación. Sobre los pactos con Bildu habló de «un capítulo tenebroso» después de soltar esas frases redondas que cada vez enlaza con más facilidad: «cuando uno aprieta la mano de Otegi desprecia el dolor de las víctimas del terrorismo», dijo antes de criticar la «vanidad» de Pedro Sánchez durante una intervención en clave nacional durante la cual habló de Extremadura para recordar que ella estará ahí para reclamar cosas para los Extremeños cuando el gallego gobierne en la Moncloa. Feijóo se ha comprometido a que el próximo ministro de Fomento esté aquí cada tres meses para dar cuenta de cómo avanza la obra del tren, probablemente la infraestructura más agitada en Extremadura cada vez que llega una campaña electoral.