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El matadero de ibérico que se ubicará en una parcela de 50 hectáreas de Zafra será el más grande de Extremadura y las diferencias con los que funcionan actualmente en esta comunidad autónoma serán evidentes en cuanto al nivel de producción. Con un solo dato es posible hacerse a la idea de la magnitud del proyecto de Cibex (Complejo Ibérico de Extremadura), la promotora de la instalación formada por siete industrias privadas a las que se suman las sociedades públicas Sodiex y Avante. Sacrificará casi el mismo número de cerdos que todas las demás instalaciones de este tipo que funcionan en la región.
El matadero que se ubicará en la localidad segedana estima crear más de cien puestos de trabajos directos con una inversión de unos 17 millones y plantea sacrificar inicialmente 300.000 cochinos al año, aunque esperan llegar a los 400.000 más adelante e incluso podrían superar esa cifra. Son 100.000 menos que los que se matan en los 18 existentes en Extremadura.
Según la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (Asici), en Badajoz hay 14 mataderos y en Cáceres cuatro con líneas de ibérico. En 2018, entre todos sacrificaron 500.110 animales. De ellos, 443.199 fueron en la provincia pacense y 56.911 en la cacereña. 103.083 eran de bellota, 152.687 de cebo de campo y 244.340 de cebo.
Tal y como adelantó HOY, la instalación de Zafra se empezará a levantar este verano y se prevé que empiece a funcionar en 2021. De este modo, si antes no se produce ningún cierre y se cumplen las previsiones de apertura, el número de cerdos sacrificados en mataderos de Extremadura superaría los 800.000.
Una de las que más seguiría aportando a esas cifras sería Mafresa, la industria cárnica de Fregenal de la Sierra que lleva en funcionamiento 25 años. Se trata de la firma extremeña más importante dedicada a la crianza, industrialización y comercialización del cerdo ibérico y en 2018 sacrificó 150.000 animales.
Lo detalla Alfonso Rodríguez, consejero delegado de Mafresa, quien reconoce que «la instalación de Zafra es positiva para todos». Con él coincide Antonio Prieto, responsable de varios sectores ganaderos dentro de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) y presidente en Asici. «La nueva instalación aminorará costes y se podrá transformar más que antes en esta comunidad autónoma. Es bueno para la industria, el sector productor, el entorno social y económico de la comarca y toda Extremadura».
Prieto reconoce que «con la puesta en marcha del matadero de ibérico en Zafra posiblemente no harían falta más en la región». Especifica que «supondrá un respiro importante para que no se lleven tantos animales a otras comunidades autónomas». Detalla que actualmente eso puede estar sucediendo en un 60%, un porcentaje que coincide con la información que maneja la Asociación Española de Criadores de Ganado Porcino Selecto Ibérico (Aeceriber) en la que se destaca que el 59% de los cochinos que se criaron en la región en el año 2017 fueron sacrificados en otras partes de la Península. Solo se sacrificaron en mataderos extremeños un 41% del censo de ibéricos.
Estos números explican que el sector productor de porcino reciba con los brazos abiertos el proyecto de gran matadero. Todos coinciden en que se solventarán varios obstáculos. Aluden a que se cubrirá la demanda de los ganaderos de la provincia de Badajoz, donde están la mayoría de cabezas de porcino de la región, y se cumplirá con la obligación de los ganaderos que producen ibéricos bajo la denominación de origen Dehesa de Extremadura, que implica que los cerdos con ese sello deban sacrificarse en el área geográfica de la denominación.
A ello se suma la previsión de que el macromatadero cuente con todas las homologaciones sanitarias que necesitan los industriales para exportar a mercados como son los asiáticos o los americanos, fuera del ámbito de la Unión Europea.
Desde la Asociación de Mataderos de Extremadura (Asomaex) confían en que la implantación del gran matadero de Zafra no suponga la paralización de otras instalaciones en la región. «Es una excelente idea que salga adelante, pero pedimos a la Administración que no se olviden de los que ya tienen mataderos de mediana capacidad, que también aportan beneficios para el empleo», afirma Florencio Torres, presidente de Asomaex, una agrupación que cuenta con 15 mataderos extremeños con una plantilla media de entre 40 y 50 trabajadores.
Es consciente de la competencia y sabe que tiene que apostar por la modernización. «Guijuelo nos está cogiendo mucha ventaja y necesitamos ayudas de la Administración para crecer», reclama Torres, quien apunta a que en los próximos dos o tres años tendrán que hacer frente a inversiones de, al menos, un millón de euros cada uno para cumplir con la norma de calidad del cerdo ibérico.
Los mataderos municipales de Cáceres, Plasencia y Badajoz son solo un ejemplo de lo sucedido en los últimos años en Extremadura con este tipo de industrias. Salas vacías y puertas cerradas. En la última década la comunidad ha perdido mas de 20 instalaciones, entre públicas y privadas.
En 2010 cerraron 14 mataderos, entre ellos el de Badajoz capital, y en 2011 otros diez más. «Los municipales han cerrado casi todos», apunta Florencio Torres, presidente de la Asociación de Mataderos de Extremadura que está al frente de la empresa Jamón y Salud, concesionaria de la instalación de Llerena, uno de los pocos pueblos de la región que aún cuentan con estos espacios.
Otros han intentado reabrirse en varias ocasiones pero casi siempre han acabado con la persiana bajada.
Por ejemplo, en Cáceres primero la Junta decretó su cierre por deficiencias en las instalaciones y acumulación de deudas. En noviembre de 2014 se hizo cargo de la explotación un nuevo administrador de la concesionaria, Agrupación Cacereña de Industriales de la Carne (Acicar), y en julio de 2017, el pleno aprobó la prohibición de contratar con el Ayuntamiento al último adjudicatario. Luego, la mesa de contratación municipal propuso adjudicar el uso del matadero a Táurica y Simón y finalmente la Comisión de Urbanismo aprobó dejar sin efecto la adjudicación del contrato debido a las deficiencias del edificio.
En otros casos como el de Olivenza, el cierre sobrevuela su matadero. Se puso en marcha en 2014 y actualmente tiene deudas a proveedores y trabajadores, después de que la empresa arrendataria, Meat Processing, rompiera el contrato con el propietario que compró la instalación hace cinco años, el español de origen jordano Ahmad Al-Khatib Aiesh.
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