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Matanza familiar en la localidad de La Morera, en la comarca de Zafra. HOY

Las matanzas caseras caen a su nivel más bajo en Extremadura y apenas superan los 2.300 cerdos

El número de guarros para consumo familiar ha bajado un 23.5% en los últimos tres años y a principios de siglo se mataban 50.000 al año

Domingo, 10 de diciembre 2023, 13:36

A este paso a las matanzas caseras de cerdos les queda menos futuro que a un cochino. La tendencia de que cada día se matan menos guarros por las familias extremeñas se refuerza de manera incontestable en las tres últimas campañas. Y no se trata ... solo de que la pandemia frenara en seco esta tradición culinaria-social de Extremadura, que lo hizo, sino que con la vuelta a la normalidad sanitaria no solo no se ha recuperado sino que ha caído a mínimos históricos. En la anterior campaña de sacrificios, la 2022-2023, se mataron en Extremadura 2.346 cerdos. Es la cifra más baja de toda la historia desde que se tienen estadísticas.

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La campaña oficial de las matanzas domiciliarias arrancó el 1 de noviembre y finaliza el 31 de marzo. Diciembre, sobre todo por el puente festivo de la Constitución y la Inmaculada, suele ser el mes en el que realmente comienzan los sacrificios de guarros, una de las tradiciones con mayor arraigo en Extremadura, vital para la alimentación de muchas familias. Pero la realidad es que va costando cada vez más encontrar esas prácticas culinarias en los pueblos extremeños.

«Mataré en enero dos guarros. Otros años llegaba a tres y cuando mi padre podía hacerlo llegábamos a seis o siete por año. Pero las cosas han cambiado mucho. La pandemia ha quitado muchos cochinos para matanza, además de que la gente que la suele hacer vamos cumpliendo años y cada día es más complicado», relata a HOY Lorenzo Calvo Rafael, vecino de Jerez de los Caballeros.

De 53 años, está alimentando en estas últimas semanas con bellota a los dos cerdos que va a sacrificar pasadas las fechas navideñas. En verano, algo de pienso e higos como sustento alimenticio para unos cochinos que campan a cielo abierto.

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«Los tengo en una finca, no están en naves y eso también hace que no me tenga que gastar mucho en pienso porque si tuviera que engordarlo a base de pienso solo hubiera sido una ruina. Esa es otra de las cosas de por qué la gente está dejando de hacer matanza. Los costes, que son muchos, tanto para alimentar al guarro como para hacer la matanza», reflexiona Rafael.

En las tres últimas campañas se ha intensificado la caída de sacrificios. Según datos oficiales aportados por la Consejería de Salud a este diario, en la campaña 2020-2021 se sacrificaron 3.070 cochinos para consumo familiar. De ellos, 1.283 en el área de salud de Badajoz.

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Entonces ya era el peor dato regional desde que se tienen cifras oficiales. Esa campaña y la anterior estuvieron marcadas por la pandemia, con restricciones también en las matanzas y el miedo a los contagios como otro factor desincentivador a la hora del sacrificio familiar, pero los números posteriores vienen a confirmar la realidad de que el descenso de esta tradición culinaria en Extremadura es imparable, con o sin pandemia.

«No hay relevo en las familias cuando el padre deja de matar. El abandono de la actividad agraria es otro problema»

Antonio Morillo

Veterinario

«Seguí matando en pandemia porque es algo que llevamos haciendo en mi familia desde que yo era chico, pero es cierto que mucha gente ya dejó de hacerlo. Quitó guarros para criarlos y matarlos después. Y de esa gente, creo yo, pocos han vuelto a matar después de la pandemia», reflexiona Lorenzo Calvo.

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De los 3.070 guarros sacrificados en la campaña 2020/2021 se pasaron a 2.640 en la siguiente. En la última campaña, la 2022/2023, la cifra que aporta Salud es que se mataron 2.346 guarros en Extremadura para consumo familiar, situándose en la cifra más baja de sacrificios desde que hay estadística oficial en la región.

50.000 cochinos hace dos décadas

Para poner en contexto lo significativo del declive de las matanzas domiciliarias hay que señalar que hace seis años, en la campaña 2016-2017, se mataron 10.429 guarros. En la siguiente fueron 8.565, para caer a 7.637 en la 2018-2019. En la de 2019-2020 fueron 6.625 y posteriormente, 6.110.

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A principios de siglo, en la campaña 2001-2002, Salud Pública controló el sacrificio de casi 50.000 cerdos en el conjunto de Extremadura. A partir de entonces, empezó a caer de forma constante aunque hubo dientes de sierra. Desde 2009, las matanzas domiciliarias se estabilizaron durante cinco años en torno a los 15.000 cerdos, para volver a descender a partir de 2014.

Salvo algunos sorprendentes repuntes en 2014-2015 y 2015-2016, con más de 10.000 guarros sacrificados, la caída se ha ido consolidando en los últimos años. Y es más pronunciada tras la pandemia.

Embutidos recién elaborados tras una matanza. HOY

«El envejecimiento de la población es la clave»

«Hace años por estas fechas (puente de la Inmaculada) hacía inspecciones a 20 o 30 cochinos. Este año he hecho a dos». Antonio Morillo, veterinario de Valdelacalzada, que centra su trabajo en las Vegas Bajas del Guadiana y en la zona norte de la provincia pacense, ejemplifica con su caso el declive de las matanzas domiciliarias. «El envejecimiento de la población es la clave. Es el verdadero problema. El padre de familia es el que tradicionalmente hace o hacía la matanza. Faltando él, muy pocos lo relevan para esta tradición», sentencia. Añade que a eso se suma el abandono de la actividad agrícola. «Antes, y hablo sobre todo de mi zona, un tomatero, un frutero, solía tener cochinos en zahúrdas para matanza. Pero hay que alimentarlos todos los días y llevarles piensos y desperdicios vegetales todos los días porque en las Vegas del Guadiana no pastan en el campo. Y para eso se necesitan ganas y dinero». Resalta Morillo que las matanzas requieren de la presencia de un veterinario para analizar las carnes porcinas, algo que propicia la seguridad alimentaria respecto a lo que se va a comer. Pero ni siquiera eso logra frenar la caída de sacrificios. «Los consumidores de carne de matanza saben perfectamente lo que van a comer porque esa carne ha sido analizada. No es poco cuando el consumidor de ahora quiere saber lo que está comiendo», resalta.

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