La nueva vía verde de Extremadura, en 12 paradas
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65 kilómetros del trazado del viejo tren Ruta de la Plata unen ya Plasencia y Navalmoral de Béjar. HOY recorre esta ruta para senderistas, corredores y ciclistas llena de atractivosEl pasado miércoles, Plasencia reabrió su túnel de San Lázaro. Son solo 180 metros en el barrio de la ciudad que más espacio ha ocupado en las páginas de sucesos en las últimas décadas, pero que ese pasaje haya reabierto tiene dos consecuencias importantes, la segunda de ellas de alcance regional. La primera es que la ciudad recupera un espacio que cerró hace 18 años por ser un foco de inseguridad e insalubridad, punto de encuentro habitual de drogadictos y sus camellos. Yel otro efecto, el de más calado, es que permite por fin abrir el tramo que faltaba (el de Plasencia a Jarilla) de la vía verde integrada en el Camino Natural Ruta de la Plata, de modo que ya se puede ir andando, corriendo o dando pedales desde Plasencia hasta más allá de Béjar (Salamanca).
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En concreto, la antigua plataforma ferroviaria, reconvertida para el ocio, llega hasta Navalmoral de Béjar. Son casi 65 kilómetros de firme bien compactado y llenos de atractivos, con rincones fotogénicos y paisajes que a ratos recuerdan a los del norte de España. Permite una vista única de Plasencia, de sus catedrales y el río Jerte encajonado entre paredes graníticas, en pleno Valcorchero, el monte protegido.
No es un recorrido demasiado exigente, porque las pendientes positivas no superan el dos por ciento más que en contadas ocasiones, pero hacer ida y vuelta de un tirón exige piernas y logística. Para quienes lo hagan en una, en dos o en tres etapas, aquí van doce paradas que quizás ayuden a organizar el viaje por la vía verde más larga de Extremadura y una de las más extensas del país.
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Es el kilómetro cero de la vía verde, el punto de referencia para los hitos que irán apareciendo durante la ruta (que no coinciden con los de este reportaje porque en cada tramo ejecutado, el contador se pone a cero). De la estación placentina parte un recorrido urbano sin mayor interés turístico que termina en el túnel de San Lázaro, donde desaparece el asfalto y surge la cómoda plataforma ferroviaria desmantelada y compactada que acompañará durante el resto de este viaje.
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Atravesarlo es cambiar por completo de paisaje. Desaparece la ciudad y surge el campo. Y no uno cualquiera. Es el monte público Valcorchero, uno de los dos espacios naturales extremeños con el título de paisaje protegido. Es un monte abrupto, de rocas graníticas y alcornocales que en este punto de la antigua vía férrea enriquece, y de qué manera, el Jerte. El río discurre aquí encajonado entre paredes graníticas casi verticales, y traza cerca del túnel una curva preciosa. Al fondo queda la ciudad, con el perfil de sus catedrales al fondo, la Sierra de Santa Bárbara (la de los chalés ilegales). La foto es más bonita si el paseo es al revés, o sea, teniendo San Lázaro como final y no como inicio. Poco después de la salida del túnel hay un banco ideal para sentarse a mirar. Y hacerse un selfi.
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El elemento arquitectónico más icónico de toda la ruta. No es el primer puente que encuentra quien empieza la ruta en Plasencia, sino el segundo. El primero es el del arroyo Berrocalillo (sobre el kilómetro 1,8). Poco después se llega al que la mayoría llama 'de Gastón Bertier', por el ingeniero francés que participó en varias obras en la ciudad (la presa y central eléctrica de Berrocalillo, y perforó el túnel de san Lázaro), algunas en el trazado ferroviario Plasencia-Astorga. Había estudiado en París y Plasencia le cambió la vida porque en ella encontró a la mujer con la que se acabaría casando.
El viaducto sería bonito en cualquier sitio, pero lo es aún más estando donde esté, en medio de Valcorchero y con el río Jerte a sus pies. Junto al puente están los pilares de un antiguo puente de hierro. Hoy los utilizan los escaladores. Tiene un área de descanso, con mesas y bancos de madera. Y bonitas vistas. Este tramo también ofrece una buena visión del Palacio de Congresos de Plasencia, cuyo llamativo diseño arquitectónico –del estudio Selgascano– fue finalista del prestigioso Premio Mies van der Rohe.
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Aparece después de tres kilómetros y medio llanos, con varios tramos que discurren entre paredes altas. En una de las últimas es habitual ver los fines de semana a escaladores practicando. A partir de aquí, el paisaje muda y la vía verde discurre cerca de la carretera N-630, a veces paralela a ella.
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El edificio está en ruinas, y junto a él se ha habilitado un área de descanso a la que también se puede llegar por carretera primero y un sendero después. El área de descanso es grande y está bien equipada, aunque los días de sol en verano será un castigo sentarse en ella. Los dos kilómetros que hay desde el viaducto de la autovía hasta aquí tiene una pendiente positiva que oscila sobre el 2%. En el kilómetro 12 está el puente del arroyo de la Oliva, que ahora lleva bastante agua pero el resto del año está seco o casi.
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Lugar así conocido por el nombre de la cafetería-restaurante ubicado en él, un referente de la zona durante lustros, y al que la vía verde ha devuelto una parte del esplendor perdido. Hace ya años que desapareció la avioneta que tanto entretenía a los niños, hoy cuarentones o más. Al lado está la antigua estación ferroviaria de Villar de Plasencia, y hay también una gasolinera. Estamos en un cruce de caminos entre la autovía A-66, la carretera N-630 y varias vías locales y comarcales, entre ellas la estrecha pero bonita que lleva al yacimiento romano de Cáparra. Los fines de semana, 'El avión' se llena de ciclistas, con las de montaña o gravel los que hacen la vía verde y en la de carretera los que pedalean por la N-630, que los sábados, domingos y festivos tiene aquí más bicis que coches.
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Una buena elección como final de una primera etapa para quienes salgan de Plasencia y dividan el trayecto en tres etapas, o en dos si el final es Béjar. También una opción como alto en el camino si la meta está en Hervás o Baños de Montemayor. El área es grande, pero no hay nada alrededor. Tras Casas del Monte, la vía pasa junto a otra estación que fue histórica: la de Aldeanueva del Camino. A pesar de su abandono, conserva más edificios que otras de este camino. La plataforma discurre entre robles, bosques de galería (fresnos, sauces, álamos) y dehesas. En la zona hay varias piscinas naturales (Casas del Monte, Segura de Toro, Abadía, La Granja).
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Hervás aparece tras varios kilómetros con pendiente positiva, siempre suave pero que al final de la jornada dejará su recuerdo en las piernas. Hervás lo tiene todo: paisaje, plazuelas y callejas, barrio judío, tranquilidad o movimiento según el día y la hora, y una estupenda oferta de restaurantes. Y en verano es de los sitios más frescos de Extremadura. Todo esto ayuda a entender por qué son tan caras las casas aquí. Su estación de tren fue la única de la región que protestó de verdad en la Nochevieja de 1983, último día que el tren Ruta de la Plata circuló con viajeros. Incluye el Centro de interpretación del ferrocarril de Extremadura. Poco después de la estación aparece otro elemento destacado de esta vía verde: el puente de hierro de Hervás. A partir de él, la pendiente sube y poco después del río Belozano hay unos pocos metros donde alcanza el 7%.
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Los tramos de Hervás a Baños de Montemayor, y de esta población a Béjar son quizás los más bonitos de la ruta junto al placentino del túnel de San Lázaro al viaducto de la A-66. Los prados verdísimos, las pequeñas parcelas con vacas, los bosques de castaños... Por momentos, el paisaje recuerda al de algunos puntos del norte de España. A tener en cuenta que en estos kilómetros, la vía verde pica hacia arriba. Poca pendiente, pero sostenida. El cartel a la entrada del túnel de Baños de Montemayor (algo más de 200 metros) dice que está iluminado, pero a lo largo del año son tantas las veces que el sistema funciona como las que no, así que mejor llevar foco o linterna. La estación de Baños tiene el mejor merendero de la ruta, con muy buenas vistas sobre el embalse de la localidad. En estos tramos baja la temperatura, por la altitud y porque las paredes que encajonan la vía le dan sombra durante buena parte del trayecto.
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Tras la cuesta ligera pero continua, se agradece encontrar a pie de vía verde la cafetería-restaurante con terraza de la antigua parada de Puerto de Béjar ('La pequeña estación', se llama). Tiene zona de juegos infantiles. El local está decorado con viejos elementos ferroviarios. El comedor, de hecho, es un antiguo vagón. Después se pasa por la estación de Cantagallo.
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Bien equipada. Amplio aparcamiento y cafetería con terraza. Queda a las afueras de la localidad, que vivió tiempos mejores gracias a su potente industria textil. Justo después de la estación hay un túnel de 400 metros en el que la luz suele funcionar, lo mismo que en otro posterior de unos 200 metros.
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El último tramo de la vía verde discurre entre parcelas con ganado, hasta que la vía abandonada reaparece aproximadamente un kilómetro antes de llegar a Navalmoral de Béjar. Un sendero permite llegar hasta el pueblo.
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