La doctora Raquel palma
SERIE 'VIVIR EN LA EXTREMADURA DESPOBLADA'

La médica rural que cuida de Las Hurdes

En la Extremadura más despoblada, el doctor atiende cada 7 o incluso 14 días. Y lo hace en consultorios que cuidan los vecinos, en su mayoría ancianos cuya patología más común es la soledad

Domingo, 3 de octubre 2021, 07:50

La médica y la enfermera anuncian su llegada al pueblo haciendo sonar el claxon de su Citröen C3, al estilo del butanero, el vendedor ambulante o la panadera, que de hecho aparece al rato y detiene su furgoneta frente al consultorio, probablemente el lugar más ... importante del pueblo en ausencia de ayuntamiento y bar. Conduce Belén García Rubio, enfermera, doce años pateándose Las Hurdes con su bata blanca. De copiloto, Raquel Sánchez Morido, una tirada ya también como médica rural. Entre las dos toman tensiones, curan heridas y recetan lo que haga falta, pero hay una patología que tratan más que ninguna otra. Aquí hay cáncer, claro, y alergias fastidiosas y constipados correosos y gripes pesadas y memorias con lagunas y caderas rotas y diabetes y bastante insomnio. Pero lo que más hay, de largo, es soledad.

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Es una de las claves de la sanidad que se practica en estas alquerías hurdanas y en buena parte de la Extremadura más despoblada, un servicio público capital que es diferente al de la ciudad. Esto es un poco el mundo al revés. Lo de Mahoma y la montaña. Aquí, más que el ciudadano ir al médico, es el médico y la enfermera y la farmacéutica quienes van a buscar al paciente.

Una de cada cuatro tarjetas del Servicio Extremeño de Salud está adscrita a un consultorio local, que es como un centro de salud en miniatura. Hay 415 en la región, los mismos que hace una década. En estos pueblos que más bien son aldeas no hacen falta pediatras porque no hay niños; la receta electrónica no tiene mucho sentido porque no hay farmacia; y no hay que pedir cita. Aquí se va al médico cuando hay. O sea: dos día a la semana en Cambroncino (175 tarjetas sanitarias), uno en Castillo (66), Erías (43) y Horcajo (55), y cada dos semanas en Aldehuela (13 usuarios) y Cambrón (también 13). Todas son alquerías de Pinofranqueado (574), donde la doctora Sánchez y la enfermera García empiezan y terminan su jornada cada día.

La enfermera Belén García y la doctora Raquel Sánchez cierran el consultorio de la alquería hurdana de Erías. PALMA

A primera hora atienden citas y alguna urgencia, y pasadas las diez y media se suben «al coche oficial» y se van de alquerías. Un par de ellas cada mañana excepto los miércoles, que se quedan en Pinofranqueado.

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Los jueves toca Aldehuela. Cuando llegan, les están esperando media docena de vecinos. Aparcan, saludan, la enfermera saca la llave, abre el consultorio y empiezan. Entre las que esperan su turno está Irene, octogenaria, famosa por sus coquillos, que elabora y consume pese a que no debería, por el azúcar. «Es que me gustan», responde la mujer si le dicen que debería moderarse con los dulces. «Solo se muere una vez, y yo prefiero morirme 'jarta'», añade y ríe la anciana, una entre semejantes en este reino de la glucemia alta.

Un pueblo en el que no entran las ambulancias

Belén García pincha al menos media docena de dedos en una mañana en Aldehuela, donde choca ver a dos veinteañeros caminando por la calle. La sorpresa dura una pregunta: han venido a un velatorio. Se celebra en la iglesia, que al igual que la consulta de la médica, tiene la puerta abierta. Desde fuera se ve el ataúd con los restos de un vecino que murió la noche anterior. Varios hombres tuvieron que trasladar el cadáver desde la casa hasta la capilla, porque las calles son tan estrechas que no cabe un coche. No digamos uno fúnebre. O una ambulancia. «Si hay que trasladar a alguien en la camilla, la cargan calle arriba entre el equipo sanitario», explica Belén García una vez terminada la consulta.

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La de hoy comenzó con un matrimonio con el que cuesta comunicarse, porque los dos son analfabetos. La mayoría de los pacientes que las dos sanitarias ven en estas poblaciones saben leer y escribir, pero es raro el día en el que no tratan a varios que carecen de estas destrezas mínimas.

Es un hándicap que médica y enfermera superan a base de mano izquierda y empatía, dos virtudes sin las que resultaría difícil ejercer este tipo de medicina durante lustros. «Yo diría que la principal diferencia con un centro de salud de la ciudad es el trato con el paciente», aprecia la doctora. «Ves siempre a los mismos, que a veces van a la consulta solo para saludarte –cuenta–, y no es raro pasar más tiempo hablando con ellos de la familia y de cómo les va la vida que de las patologías que puedan tener».

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Irene Martínez (izquierda) y Julia Gómez, octogenarias, esperan su turno en el consultorio de Aldehuela. palma

A ella esta cercanía le gusta mucho, dice. Y se le nota. «Lo estás pasando mal. ¿Por qué no te vas unos días con tu hijo a Pino (Pinofranqueado), que él te tiene dicho que te bajes cuando tú quieras», le propone la doctora a una paciente. «Lo sé, Raquel, pero...», empieza a responder la anciana, con la que antes ha estado hablando del marido.

En la sala de al lado, las conversaciones siguen este mismo patrón de cercanía y ternura. «Hay que intentar facilitarles la vida», resume Belén García, que pone un ejemplo. «Para los análisis tienen que ir a Pino –antes de la pandemia se los hacían también en Castillo, que está más cerca, pero ya no–. Como la mayoría no tiene coche, juntamos a varios en el mismo día y metemos en el grupo a alguien que conduzca. Así les solucionamos el problema del transporte».

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Valentina (78 años) prepara el consultorio

Esta pequeña ingeniería organizativa tiene eslabones como Valentina Sánchez, «78 años para servirle a Dios y a usted». Ella es algo así como el enlace entre las dos sanitarias y los habitantes de Erías. En algunas de las peores semanas de la pandemia, la enfermera no pudo acompañar a la médica en las visitas al pueblo, porque tenía que quedarse en Pinofranqueado poniendo vacunas contra la covid. «Alguna semana –cuenta Belén García–, pude cuadrar horarios de trabajo y libranzas, y subir el miércoles en vez del jueves. Y para que la gente del pueblo supiera que iba a poder verles en un día diferente al habitual, lo que hacía era llamar a Valentina y ella se encargaba de avisar a los vecinos».

No es solo eso. La mujer también riega las plantas del consultorio, que lucen en maceteros que las vecinas elaboran con paja de centenero y luego regalan para adornar las consultas. «Vengo a subir las persianas antes de que lleguen, o a encenderles el calefactor o el aire acondicionado. Y si es día de lluvia, vengo a ver si las ventanas están bien cerradas, para que cuando ellas vengan esté todo bien», cuenta Valentina sentada en una sala de espera limpia, blanca, diáfana, acogedora.

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El coche del SES en el que se mueven la doctora y la enfermera, aparcado junto al consultorio de Aldehuela. PALMA

Los hay en la comarca bien feos, cuenta un vecino, pero este de Erías es un consultorio bonito. Por fuera y por dentro. Un edificio de la típica pizarra hurdana, rehabilitado, que fue escuela mientras el pueblo tuvo niños, hace ya tantos años que la mayoría no se acuerda. Mientras las sanitarias hacen su trabajo, una ambulancia para frente al consultorio y se baja una anciana. Saluda a los vecinos y enfila el camino a su casa. En esta sanidad rural, la ambulancia es un pilar clave. Y alejado. La de las urgencias viene de Caminomorisco (a 24 minutos de curvas de Aldehuela, y 22 de Erías).

«Cuando alguno de estos pacientes llama por una urgencia –dice Raquel Sánchez–, sabes que hay que ir, porque ellos, por lo general, se aguantan mucho». «El 112 es maravilloso», afirma Irene Martín (82 años) a punto de emocionarse. «Yo por desgracia tuve que llamar muchas veces por mi marido y siempre fenomenal. Llegaban rápido y hasta llamaban luego para ver si habían venido», cuenta la vecina de Aldehuela, que no ha tenido ni un caso de covid, en gran modo debido a su aislamiento.

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Testimonio

«El trato con el paciente es más familiar que el habitual en una consulta en la ciudad. A mí me esta cercanía me gusta mucho»

RAQUEL SÁNCHEZ MORIDO, MÉDICA RURAL

En cualquier caso, un logro incluso para un sitio tan despoblado, que como todos los de su tamaño no tiene farmacia pero sí su versión rural, llamada botiquín. Cuando termina sus consultas, la doctora regresa a Pinofranqueado y deja en administración las recetas impresas. Luego las recogerá la farmacéutica, que esa misma tarde subirá hasta las alquerías y dejará los medicamentos en sitios concreto que todos los vecinos conocen. Después, uno por uno irán pasando por allí a por sus pastillas.

Es otra de las particularidades de la medicina rural, donde no es raro que un paciente tenga el número del móvil de su médico. Tras doce años recorriendo la comarca, el de Belén García lo tienen unos cuantos hurdanos. «Esta es una sanidad casi a la carta», resume la enfermera. «Alguna vez hemos usado nuestros teléfonos para hacer videollamadas a sus hijos, porque muchos mayores no se manejan con las nuevas tecnologías», completa la doctora Sánchez, que no hay día que vuelva a casa sin un regalo bajo el brazo. Hoy carga una bolsa con dos calabacines.

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EN SU CONTEXTO

  • 254.358 Es el número de tarjetas sanitarias del Servicio Extremeño de Salud asociadas a consultorios locales, según el dato facilitado por la Consejería de Saniad y Servicios Sociales. Suponen en torno a una cuarta parte del total de la comunidad, que supera por poco el millón de tarjetas.

  • Cáceres, líder regional en tarjetas de consultorios.

  • -16% Es lo que ha bajado en la última década el número de tarjetas sanitarias adscritas a consultorios locales. Hace diez años eran 301.364, detalla la Junta de Extremadura.

  • Badajoz, donde más cayó la demanda rural. El área de salud de Badajoz tiene ahora un 27% menos de tarjetas asociadas a consultorios locales que hace una década, es decir, supera la caída regional en once puntos. En las demás áreas, el descenso fue de entre el 12% y el 16%. La menor disminución la registró Plasencia, con una rebaja del 8%, según la Consejería.

  • 224 Sanitarios del SES cubren más de una localidad rural. Son 109 médicos de familia y115 titulados en Enfermería. El área con más es Plasencia, que suma 61, y la que menos Mérida, con tres.

  • 414 Consultorios locales de Extremadura. Están repartidos de la siguiente forma: 92 en Plasencia, 80 en Cáceres, 59 en Don Benito-Villanueva, 43 en Badajoz, 39 en Navalmoral, también 39 en Llerena-Zafra, 34 en Coria y 28 en Mérida.

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