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La pandemia, según los profesionales extremeños que trabajan en las unidades de trastornos alimentarios del SES, ha influido de manera significativa en los más ... jóvenes. Algunos han caído en la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, tras ser 'bombardeados' a mensajes que no les han hecho bien.
«Con el confinamiento, la gente empezó a ver que todo el mundo hacía deporte y supuestamente comía sano. En muchos casos se transmitía erróneamente el significado de comer sano y, ante eso, hubo jóvenes que no estaban preparados para esa información y cayeron en la enfermedad», apunta José Prieto, enfermero especialista en salud mental que trabaja en la unidad de trastornos alimentarios de la capital cacereña.
Con Prieto coinciden los demás profesionales que atienden las consultas de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en la región extremeña. El perfil de quienes padecen enfermedades como la bulimia y la anorexia está cambiando y la pandemia lo ha acentuado. Cada vez más jóvenes las sufren y pasan por las unidades especializadas. Además, cuando llegan a pedir ayudar están más graves.
«En cualquier 'wasap' de broma se veía el primer día de confinamiento a una persona y luego se veía a la misma con 150 kilos. Esos mensajes estaban constantemente por la Red», recuerda Prieto, que hace un llamamiento a la responsabilidad de todos. «Hay que tener cuidado con la información que se da».
El, en su trabajo diario, ha notado en estos últimos años que las personas suelen llegar a consulta cuando ya están más graves. Los pacientes acuden tras ser derivados desde atención primaria o especializada.
Reconoce que la cura no es fácil. «El trastorno de la conducta alimentaria pasa por romper creencias muy arraigadas y miedos, así como el sometimiento a las modas o la información que reciben a través de redes sociales. Son muchos frentes con los que pelear», añade Prieto.
En Extremadura hay dos unidades de trastornos alimentarios del SES (En Cáceres y Badajoz). Son consultas en las que trabajan enfermeros especialistas en salud mental, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales.
Sin embargo, la región no dispone de unidades de ingreso hospitalario. Cuando eso es necesario se hace a domicilio con un seguimiento por parte de los profesionales médicos. Si el problema continúa tienen que ser derivados a centros especializados de otras comunidades.
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