Más paradas, menos ocupadas y descenso de mujeres en la población activa. Ningún indicador que invite al optimismo, en el análisis del empleo femenino, ... para un mercado laboral extremeño en el que se amplió con fuerza la brecha de género durante el último año.
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A lo largo de 2024 se constató un brusco cambio de tendencia con un aumento de la tasa de paro entre las mujeres tras ocho años de reducción constante. Así, según la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre, la región despidió el ejercicio con un 19,13% de mujeres desempleadas, una ratio que es más de siete puntos superior a la masculina (11,98%).
Un incremento de la distancia de casi tres puntos en el último año para dejar la brecha en su mayor amplitud desde 2020 y situarla como la mayor del país.
Y es que muy mal parada sale Extremadura en la comparativa con el resto del país. La tasa de paro femenino extremeña es la mayor de España y, por supuesto, está muy por encima de la media nacional del 11,83%.
De hecho, la región fue una de las únicas cuatro comunidades en las que aumentó el porcentaje de mujeres desempleadas a lo largo del pasado año. Una situación a la que se llegó debido a la destrucción de empleo que se comprueba entre las mujeres extremeñas, con un descenso de 2.100 ocupadas en 2024. Una caída que no compensa la reducción de la población activa, lo que conlleva un aumento del número total de paradas, que pasó de 42.400 a 43.200.
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19,13% tasa de paro
entre las mujeres extremeñas, según la última EPA de 2024; se trata de la ratio femenina más elevada del país y es más de siete puntos superior a la masculina en la región, lo que supone que la brecha creció en casi tres puntos en el último año
Esta evolución constata que son las mujeres las que, debido a sufrir especialmente la precariedad laboral, primero sienten los momentos de inestabilidad del mercado de trabajo. El frenazo en la creación de empleo que se produjo en Extremadura durante el pasado año –incluso se redujo el volumen total de ocupados en algo menos de mil personas– repercutió únicamente en las mujeres, mientras que la ocupación siguió al alza entre los hombres.
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Ese es quizá el detalle más preocupante: al mismo tiempo que el desempleo crece entre las mujeres, la tasa de paro se reduce a nivel global en Extremadura a pesar de los evidentes síntomas de agotamiento del mercado laboral. El inicio del presente 2025 abunda en esa sensación, con dos meses consecutivos en los que la cifra de parados se ha movido al alza en la región.
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El paro de larga duración, el que se extiende durante más de un año, también afecta más a las mujeres. Un reciente estudio de UGT sobre Extremadura concluye que es una mujer con más de 45 años y estudios básicos, hasta la primera etapa de Educación Secundaria, el perfil mayoritario del desempleo prolongado.
Los datos de la EPA no admiten dudas al respecto: el paro femenino en la región representa el 54% entre quienes que llevan menos de un año sin trabajo; un porcentaje que asciende al 60% para las personas entre un año y dos años paradas, y que alcanza el 66% para los trabajadores que llevan más de dos años desempleados.
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El tiempo es uno de los factores que influye en el acceso al empleo. Las empresas tienen más dudas a la hora de contratar a una persona que lleva desempleada un largo periodo y, por otro lado, el paso de los meses desincentiva a los trabajadores en su búsqueda y tras repetidos rechazos –en los que la edad también tiene un peso destacado– desisten en el intento de encontrar un empleo.
No es el caso de Victoria Díaz (33 años), que lleva casi tres años sin trabajar. Es técnica superior en guía, información y asistencias turísticas y tiene un bebé de ocho meses. Reside en Retamal de Llerena (Badajoz), una población que tiene unos 400 habitantes y a la que tampoco llegan todos los servicios de los que sí disfrutan los vecinos de localidades de mayor tamaño.
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«No he hecho ninguna entrevista en los últimos meses, mi pareja trabaja de siete de la mañana a cuatro de la tarde, no hay guardería en el pueblo; no puedo dedicarle el tiempo que me gustaría a buscar trabajo», reconoce Victoria, consciente de que los cuidados de su hijo hacen más complicado que encuentre empleo. «No nos lo ponen nada fácil a las madres», asegura.
Victoria Díaz
Técnica superior en información turística
Con más de dos años en paro ha agotado la prestación por desempleo. «Estoy cobrando el subsidio extraordinario por desempleo y me lo han concedido por tener un menor a mi cargo, si no tuviera hijos no tendría derecho a cobrar esta ayuda. Además, dura un tiempo determinado».
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Una búsqueda de empleo que se complica más en la Extremadura rural. «En mi pueblo no hay empleo», dice Victoria, que considera que en una localidad de mayor tamaño sería más fácil encontrar trabajo. «Hay más oportunidades, además de tener guarderías a tu disposición para dejar a tus hijos», relata. Aunque no olvida la contrapartida. «En un pueblo pequeño todo es más barato y quizá una pareja pueda permitirse que sólo trabaje uno de los dos; para vivir bien en una ciudad, los dos miembros de una pareja tendrían que trabajar», resume.
Antes esas dificultades, ella se ha planteado el autoempleo como una posibilidad, pero de momento lo ha descartado.
Entre las personas con un contrato también se amplió en el último año la brecha de género en Extremadura.
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Las jornadas a tiempo parcial crecieron entre las mujeres extremeñas, pese a la tendencia a la baja en el conjunto de la región, y ya son cerca de 46.000, lo que supone que más de una de cada cuatro ocupadas no trabaja a jornada completa.
Al contrario, el empleo femenino perdió casi 4.000 contratos a jornada completa en Extremadura a lo largo de 2024. Una cifra similar a la que incrementaron entre los hombres. Así, algo menos de un 75% de las mujeres ocupadas trabajan a jornada completa; una tasa que es más de 20 puntos inferior a la masculina.
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Este es uno de los motivos que causa la brecha salarial y se apoya en las tareas de cuidados –ya sea de menores o de familiares dependientes– que asumen con mucha mayor frecuencia las mujeres que los hombres.
Sí se han reducido en el último año, según datos de la EPA, los contratos temporales entre las mujeres. La tendencia es generalizada en Extremadura y en España y se debe a la reforma laboral. Sin embargo, al finalizar 2024, esas duraciones determinadas de las relaciones laborales todavía representan el 25% del total para las mujeres: son seis puntos menos que en 2023, pero están muy por encima del 18% que significan entre los hombres.
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