Es un desatino que el CSIC proponga para la isla un espacio prístino del que no hay constancia en siglos. Y plantean la demolición selectiva, aun reconociendo en su informe que carecen de experiencia y de un conocimiento profundo de la situación
Julián Mora Aliseda
Sábado, 19 de octubre 2019, 22:46
Todo el mundo sabe que no es lo mismo ser ecólogo (especialista académico en ecología) que ecologista (persona con ideas ambientalistas a título individual y/o militando en colectivos). Como símil sirva la diferencia entre politólogo (titulado universitario en Ciencias Políticas) y político (persona que realiza actividades dentro de un partido).
Viene esto a colación, porque el informe del CSIC de Doñana, sobre el que mencioné errores de calado en este Diario ('Errores del CSIC en Valdecañas', Hoy, 01/10/19), se pretende tomar como referencia científica para el pronunciamiento del TSJEx sobre la demolición del complejo turístico en isla de Valdecañas cuando es un documento donde el interés ecologista se intercala y sobrepone a la asepsia científica.
Tanto es así, que unas veces consideran a la isla como espacio natural como afirman lo contrario: «Estuvo sometido a un intenso manejo humano antes del inicio de la construcción del Complejo (…) con solo una parte del conjunto regional de especies».
Esa falta de rigor se evidencia cuando estudian la cartografía de la isla, que supone sólo el 0,3% de las cuadrículas analizadas, cometiendo multitud de fallos en las especies vegetales estudiadas, tanto en la catalogación como en la metodología. Lógico, porque parten de un inexistente Hábitat del Anexo I, según el Dr. Y. Cáceres, por lo que el informe carece de toda validez en algo tan concluyente.
Obvian que con el embalse se abandonó la actividad agrícola en la isla, quedando la superficie arbolada de eucaliptus (73,06%), pinos (9,55%) y encinas (17,39%), motivo por el que es imposible que, si no se hubiese construido el complejo, «es muy probable que estuviera hoy cubierta por un bosque mediterráneo», como señala el CSIC. Soslayan que el eucaliptus camaldulensis está incluido en el Atlas de Plantas Invasoras por lo que la isla de Valdecañas no tenía valores ambientales de relevancia.
Respecto a las aves, anotan que «es muy probable que la mayoría (…) de la comarca usaran la isla de Valdecañas (…). Sin embargo, no hubo modo de determinar qué especies la utilizaron ocasionalmente o con asiduidad». Esto no es nada científico. Aseguran que «el complejo hostelero y de ocio tiene un efecto negativo sobre la grulla y el ánsar». Los censos ornitológicos expresan lo contrario. En 2007 (inicio de las obras), se contabilizaron para la zona de Valdecañas 5.900 grullas. Desde entonces no han parado de aumentar, incluso cuando en el resto de la región descendía. En 2017/18 se alcanzó el récord, con 13.002 y una densidad extraordinaria (174 grullas/ km²), frente a las 2,8 de la media de Extremadura y las 0,003 de Cataluña (espacio que referencian en el informe).
También refuto la aseveración de que «la respuesta de las aves a las molestias humanas procedentes del Complejo (…) es considerable», pues analizando los observatorios establecidos, los hay muy alejados de presencia humana (otero A) con la mitad de aves acuáticas que otro en la isla (otero J). Asimismo, en la distancia de un kilómetro respecto al casco de El Gordo, se halla la mayor densidad de contactos de aves acuáticas, concurrencia más relacionada con las aguas someras en la cola del embalse que con el asentamiento humano. Igualmente se manifiesta en una celda con presencia de grullas dentro de la isla y otra a 500 metros en la orilla más próxima, así como a 250 metros de la carretera de acceso al Complejo. Lo que desmiente que por el «cambio de comportamiento» se alejan a más de dos kilómetros.
Respecto a los ánsares, Valdecañas supera el máximo conocido de individuos (2.950) en 2013 (SEO), multiplicando por 15 al siguiente embalse de la región, y con una dinámica ascendente frente al resto de los pantanos que pierden entre el 40% y 60% de los gansos.
Reiteran que el cormorán grande (especie colonizadora no amenazada) estuvo muy afectado por la eutrofización durante la construcción, cuando está en regresión desde 1990. Así la SEO en 2003 (antes del Complejo) indica que «la disminución más importante se produce en Valdecañas». Y paradójicamente, en 2007 censan 1/3 del total de cormoranes de Extremadura en Valdecañas, coincidiendo con la cota del embalse más baja y la eutrofización mayor, a decir del CSIC.
La Zepa de Valdecañas, a pesar del tono ecologista y apocalíptico del informe, es un lugar idóneo para rapaces (águila real y perdiceras), desde 2007 aumentaron de 1 a 4 parejas las águilas imperiales, y el lince se reproduce en libertad.
Es un desatino que el CSIC proponga para la isla un espacio prístino del que no hay constancia en siglos. Así plantean la demolición selectiva, sin experiencia ni un «conocimiento profundo del que carecemos». Es inaudito que copien la idea de un documento titulado 'Desmantelar: el verdadero impacto', elaborado por grupos ecologistas del que hasta el propio CSIC señala que «no se llegan a presupuestar las propuestas, solo describirlas (…) pero parecen en general acertadas (…) un tanto utópico». Este despropósito, carente de rigor (la huella de carbono no tiene sentido aplicarla en la región con menos emisiones de Europa), unido al cúmulo de errores citados, desaconseja al informe como soporte para cualquier actuación judicial.
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