En noviembre de 2011 cinco miembros de la misma familia de Torre de Don Miguel fueron hospitalizados tras sufrir una intoxicación por setas venenosas. En marzo de 2013 dos vecinos de Badajoz lo fueron por lo mismo y uno necesitó diálisis. En noviembre de 2016 ... un hombre de 50 años fue ingresado en la UCI del Virgen del Puerto de Plasencia tras comer una amanita phalloides, también llamado hongo de la muerte.
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Los episodios por envenenamiento por setas se suceden y, aunque la mayoría tienen lugar en otoño, cuando en Extremadura hay más especies tóxicas a la vista, esta semana de primavera ha habido tres ingresados, un matrimonio que ayer recibió el alta en Cáceres, y una menor que sigue en la UCI de Badajoz.
No existe una estadística oficial sobre envenenamientos por setas porque muchos casos se reportan de manera general como intoxicación alimentaria, y de otros ni se informa porque la persona remonta al desaparecer los síntomas, indicaba ayer Pazzis Die, presidenta de la Sociedad Micológica Extremeña y experta en intoxicaciones. Por este motivo, tampoco hay un patrón definido de gente envenenada por setas. Por experiencia, Pazzis Die señala que «hay de todo un poco, gente atrevida que se ha confundido e incluso gente que se considera experta y se intoxica. Siempre digo que cuando se empieza con las setas al principio todo el mundo es muy precavido, pero llega un momento en que te parece que sabes mucho y en realidad no sabes nada (...). Lo deseable es salir al campo con expertos. Nosotros (en la Sociedad) todos los otoños celebramos jornadas micológicas donde se enseña a identificar setas para evitar accidentes. Insisto en que hay que revisarlas todas porque a veces la venenosa está a pocos centímetros, se parece y se cuela otra en la cesta con el resto», advierte la especialista.
Pazzis Die
Presidenta de la Sociedad Micológica Extremeña
Gabriel Moreno, del Departamento de Ciencias de la Vida (Área de Botánica) de la Facultad de Biología de la Universidad de Alcalá, es autor de un estudio sobre intoxicaciones en España durante el periodo 2010-2020. En su informe señala que cada año surgen nuevas intoxicaciones, por lo que nunca está dicha la última palabra en este campo. «Existe una gran afición a la recogida de hongos, lo que genera alrededor de 400 intoxicaciones registradas anualmente. Por lo general, la causa principal es la confusión entre especies similares; aunque no es la única razón, ya que se están descubriendo nuevos síndromes en especies típicamente comestibles, lo que obliga a un seguimiento de los casos y a una búsqueda de los tratamientos más concretos», afirma.
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Según los datos que el profesor Moreno recabó del Servicio de Información Toxicológica, entre 2016 y 2020 se intoxicaron el doble de varones (492 casos) que de mujeres (280 casos). Aunque el consumo de setas en niños es raro, también se han encontrado intoxicaciones en estos. «En cuanto a la temporada, se observa claramente que es en otoño el periodo de mayor recogida de setas: 120 casos en octubre y diciembre, seguido de 22 casos en mayo y junio».
En España se conocen más de 1.500 especies de hongos, de las cuales en torno a 70 se consideran tóxicas y 6 mortales. Un diagnóstico precoz es a veces cuestión de vida o muerte y en Extremadura hace cuatro años que no muere nadie. Alrededor del 90% de los fallecimientos por intoxicación con setas –prosigue el estudio de Moreno– se deben a las amanitinas, presentes en Amanita phalloides, Amanita virosa, Amanita verna, Amanita gemmata y algunas especies de los géneros Galerina y Lepiota, como Lepiota brunneoincarnnata. Prácticamente todas se pueden encontrar en Extremadura y aunque solo la Amanita verna es propia de la primavera, podrían brotar igualmente en determinadas condiciones, advertía esta semana el vocal de Badajoz de la Sociedad Micológica Extremeña Felipe Plá.
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En general, las setas venenosas se pueden encontrar en cualquier parte, y además gente con determinadas intolerancias puede intoxicarse con una seta identificada como comestible, señala la cacereña Pazzis Die.
De hecho, ha habido episodios aislados en parques urbanos, como en El Rodeo de Cáceres, cuando en noviembre de 2022, una perra chihuahua casi muere por ingerir una de las variedades de seta Lepiota. Y mucho más reciente, en enero de este año, en un parque de Ciudad Jardín, en Badajoz, un vecino setero experimentado avisó de que habían salido ejemplares de otra especie mortal, la amanita Phalloides junto a los columpios donde juegan los niños.
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Para la presidenta de la Sociedad Micológica Extremeña, «hay setas venenosas en todos sitios y todas tienen su cometido en el ecosistema. Lo que hay que hacer es ser prudentes, pero son fundamentales para la naturaleza y nuestro entorno y hay que cuidarlas, no cogerles fobia ni pisotearlas».
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