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«La muerte de Claudia sirvió para salvar vidas»
Aniversario de la primera víctima de covid en la región ·
Francisco Javier homenajea a su tía en cada palabra y recuerda cómo vivió la familia aquel trágico 11 de marzoSecciones
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Aniversario de la primera víctima de covid en la región ·
Francisco Javier homenajea a su tía en cada palabra y recuerda cómo vivió la familia aquel trágico 11 de marzoHoy hace un año que falleció en Extremadura la primera persona por coronavirus. Se llamaba Claudia, tenía 59 años, era de Arroyo de ... la Luz y en ella destacaba por encima de todo sus incansables ganas de ayudar. Ese 11 de marzo de 2020, cuando su vida se apagó para siempre, ella volvió a tender su mano. Avisó de lo que estaba por venir en todo un pueblo de 5.800 habitantes que ese día no entendía qué estaba sucediendo. Ninguno pudo imaginar el alcance de esta enfermedad. Por aquel entonces ni las mascarillas eran obligatorias y muchos hablaban de una simple gripe.
«Tras su muerte mucha gente nos dijo que fue la salvadora de Arroyo. Si no es por ella el virus se habría llevado a más gente. La muerte de Claudia sirvió para salvar vidas», dice emocionado su sobrino Francisco Javier López Parra. «Quizás salvó a 15 o 20. No lo sé, las que fuera, pero sí sé que por lo menos su muerte valió para algo», añade.
Tras su fallecimiento, esta localidad cacereña se cerró perimetralmente. Fue la primera de Extremadura en la que se tomó esta medida, incluso antes de que se decretara el estado de alarma en el país y se confinara a la población. «Todo en el pueblo hubiera sido más grave, se hubiera extendido el virus mucho más. Fue un aviso a navegantes para que los vecinos se dieran cuenta de que lo que estaba pasando era serio», comenta Francisco Javier.
Lo cuenta conteniendo las lágrimas. No está acostumbrado a hablar con la prensa. Es la primera vez que lo hace y muestra sus sentimientos para recordar a su tía. Para él fue como una segunda madre. De hecho, apenas un mes antes de su fallecimiento fue su madrina de boda.
Claudia no se casó ni tuvo hijos. Estaba muy unida a su hermana y sus sobrinos, con los que compartía muchos momentos y lugares. Le encantaba ir de viaje. El último que hizo fue a Sevilla en una excursión programada para asistir a una función del Circo del Sol.
«Al principio no nos creíamos lo que estaba pasando. Sentíamos impotencia y mucho desasosiego. Fue duro no poder abrazarnos entre los familiares cuando nos dijeron que había fallecido», cuenta Francisco Javier, que matiza que tuvieron 'suerte' en comparación con otras víctimas de la pandemia que pasaron después por lo mismo. «Era el principio de todo y al menos pudimos entrar en UCI para acompañarla unos 15 minutos. Cuando estaba en Urgencias también pudimos hablar con ella», recuerda.
En aquel 11 de marzo, que ahora parece muy lejano y casi de otra vida, apenas había diez casos positivos en la región. El consejero de Sanidad, José María Vergeles, empezaba hablar de un plan de contingencia que contemplaba 200 camas y plazas de UCI para aislamientos. También incluía la compra de material de protección sanitario. Lo que vino después ya lo conocen. La pandemia se ha llevado a más de 1.700 extremeños y ha habido más de 70.000 contagios.
Casi la mitad de esas muertes han sido en residencias de mayores en las que ya se respira más ilusión, tras más de un mes sin contagios gracias a la vacuna.
Precisamente, Claudia trabajó en la residencia de Arroyo de la Luz como auxiliar de enfermería hasta el verano de 2018 y antes de la Navidad de 2019 empezó en la biblioteca municipal por las tardes. Colaboraba con la Iglesia, formaba parte de la coral La Luzena, del coro de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción y dio catequesis a varias generaciones. Los jóvenes en Arroyo recuerdan que era muy querida y estaba siempre colaborando con Cáritas.
«Todas las noticias que iban saliendo y a medida que iba falleciendo más gente te removía. Teníamos el sentimiento de no cerrar herida», se sincera Francisco Javier, que desde un principio tuvo claro, al igual que su familia, que no iban a celebrar un funeral en soledad, sino rodeados de la gente que quería a Claudia. «Lo hicimos en julio, cuando ya pudimos estar acompañados», recuerda su sobrino. «Allí nos repetían lo mismo, que ella avisó de que esto era serio», añade antes de reconocer que ha sido un año de dolor y miedo.
«Sabemos que te puede tocar y que la vida cambia de un día para otro. Pierdes a un ser querido de repente. En nuestro caso, con Claudia, fue en dos días y pese a esta tragedia hay gente que no se ha concienciado», comenta antes de homenajear con cada palabra a su tía. «Tenía muchas ganas de vivir. Ha pasado un año y nos sigue doliendo recordarlo», dice con el consuelo de saber que muchos la recuerdan como «la salvadora de Arroyo».
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