Francisco Naranjo nació en Esparragalejo, cerca de Mérida, en 1946. Tras estudiar Maestría industrial, en 1965 entró en Renfe «de casualidad», según dice, siguiendo la tradición familiar. Se mantuvo en la empresa hasta su jubilación en 2010. Aunque destinado en Madrid, conoce a la perfección el ferrocarril en la región gracias a su labor como sindicalista en CC OO, ya que fue secretario del comité intercentros de Renfe y a mediados de los 80 participó en la creación y movilización de las plataformas en defensa del tren que se crearon para protestar por el cierre de líneas como la Ruta de la Plata. Ahora repasa su trayectoria en el libro ‘Los carriles de la vida’. En su opinión, Extremadura no puede volver a quedarse atrás, por lo que llama a participar en la protesta del sábado en Madrid.
–Han pasado más de 50 años desde que empezó a trabajar en Renfe. ¿Ha cambiado algo el tren en la región desde entonces?
–Ha ido a peor. En 40 años sobre todo ha ido a peor. Primero se cerró la Ruta de la Plata, que desde mi punto de vista fue un error grandísimo. Después se quitaron una serie de trenes que se tenían que haber potenciado en lugar de suprimirlos, como el Talgo o el Madrid-Lisboa por Extremadura. Y nos fueron poniendo trenes desechados de otras regiones. Creo que todos tenemos una parte de culpa. Desde la parte sindical hicimos lo que pudimos, pero quizás la población no se dio cuenta de la importancia de lo que pasaba. Es una realidad que las carreteras se han mejorado, pero el ferrocarril ha sido todo lo contrario.
–¿A qué se debe, falta de inversión?
–Falta de inversión, clarísima. Creo que hemos tenido un error, humano posiblemente, de pensar que ‘como son de los míos, no los voy a achuchar mucho’. Pero ya se sabe que el que no llora no mama. Y me da la impresión de que se ha llorado poco.
–¿Cómo ha evolucionado el tren en la región en los últimos años?
–Ha empeorado mucho más, ahí está el porcentaje de incidencias. Yo estuve hace un año por aquí en unos congresos y decidí venir en tren. Sinceramente, es una aventura de cinco horas.
–¿En los años 70, hasta mediados de los 80, había más viajeros?
–La argumentación de Renfe, apoyada por el Gobierno de entonces, era que habían hecho un estudio amplio en toda España, viendo qué porcentaje de usuarios tenía el tren en diferentes sitios. Y en base a eso decidieron el cierre de líneas, que fue efectivo el 1 de enero de 1985. Desde el punto de vista técnico es posible que llevaran razón, pero desde el punto de vista sociopolítico y humano, para nada. No quiero meterme con Cataluña, pero algunas líneas del ferrocarril catalán tenían los mismos porcentajes que las de aquí y esas las mantuvieron.
–¿El cierre de líneas perjudicó sobre todo a Extremadura?
–A Extremadura, Andalucía y Castilla y León.
–No solo afectó al tren de la Ruta de la Plata, sino a otras conexiones en la región.
–Así es. Otro error, a lo mejor también debido a la situación económica, es no haber empujado en su día la necesidad de que Lisboa y Madrid estén conectadas por ferrocarril. Hay cosas que no se comprenden. Y otras que se iban a hacer, pero ha faltado invertir más en tren y menos en carretera.
–¿Cree que no se ha invertido porque no es rentable o no es rentable porque no invierten?
–Creo que no es rentable porque no invierten. Volviendo a lo que decía antes, lloran más los transportistas por carretera que los del ferrocarril. Se han hecho cantidad de carreteras de pago, y no había esa necesidad. El peso de los que han empujado a favor del ferrocarril siempre ha sido menor. Por eso estoy muy contento con lo que está pasando en Extremadura, porque por primera vez en la historia todas las fuerzas políticas, sociales, profesionales y de toda índole se hayan dado cuenta de que un tren en Extremadura es necesario no solo desde el punto de vista social, sino también económico. El problema es que da réditos a largo plazo.
–¿Cree que estaríamos hoy de otra manera si esa movilización política y social se hubiese dado en 1984 ante el cierre de líneas?
–No tengo ninguna duda, aunque algunos la dimos. En el libro hay un artículo de 1985 sobre el Plan de transporte ferroviario, en el que la discriminación a Extremadura fue gorda. Luego no se cumplió ni al 50%, seguramente, pero ya en lo escrito se veía que Extremadura estaba al margen.
Actuaciones en marcha
–¿Qué opina del tren de altas prestaciones que se proyecta para Extremadura?
–Es necesario. No hay una sola región en España que no tenga una vía doble o algo electrificado. Extremadura no se puede quedar al margen de todo eso. Hay que hacer una apuesta seria, fuerte y necesaria por el ferrocarril, con un proyecto de futuro. Para eso se necesita una movilización continuada, no basta con que vayamos todos el día 18 a Madrid. Para mí, la unión de Lisboa y Madrid es imprescindible, y la necesidad de que tengamos trenes dignos es total. Es necesario a medio plazo que se invierta bastante más que hasta ahora.
–¿Qué ventajas ofrece una vía doble electrificada?
–Entre otras cosas, en una estación no tienes que esperar a que venga un tren para que pueda pasar otro. Ahora mismo, con vía única, solo puede ir un tren de estación a estación. En vía doble se pueden cruzar, y además da más seguridad. Tiene unas grandes ventajas. Y qué mejor energía que la eléctrica, que además la exportamos desde Extremadura.
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