![«El nivel de autoestima de Extremadura no es muy alto y nadie se creía que Linex funcionara»](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/05/24/carcastro-RU8DPABEyUSqkiWNhlT9qnO-1200x840@Hoy.jpg)
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Carlos Castro llegó al Gobierno extremeño en 1999 de la mano de Luis Millán Vázquez de Miguel, consejero de Educación, Ciencia y Tecnología, a quien conoció cuando coincidieron en la Universidad de Extremadura. Director general de la Sociedad de la Información de la Junta hasta 2008, fue uno de los principales responsables del impulso del Linex.
Según indica, este sistema propio nació para ofrecer una solución a un compromiso del entonces presidente de la Junta, el histórico Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien había anunciado la instalación de un ordenador por cada dos alumnos en las aulas extremeñas. La Junta había asumido las competencias educativas, tenía sobre la mesa un plan para construir decenas de institutos y colegios y quería apostar por las nuevas tecnologías como seña de identidad y motor de desarrollo. Pero esto suponía contar con 50.000 ordenadores, lo que con las licencias de uso implicaba una inversión millonaria.
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Por ese motivo, se apostó por un sistema basado en código abierto. Castro recuerda que Educación gastó 60 millones de euros en el despliegue de los ordenadores. Las licencias suponían entonces la mitad del precio de los equipos. Por lo tanto, estima que sólo en aquel momento se logró un ahorro de 30 millones de euros.
Tras esto, Linex tuvo un gran desarrollo en el ámbito educativo y se planteó trasladar la fórmula a Administración General y Sanidad en el año 2006. Pero Castro apunta que no se llegó a implantar. «El nivel de autoestima de Extremadura no es muy alto y nadie se creía que funcionara», afirma. «Básicamente, no se quiso hacer».
Pero funcionaba, y cree que el desarrollo y mejora continua era posible, ya que bastaba con exigir Linex en los pliegos de condiciones de los concursos de compra de ordenadores de la Junta. Sin embargo, el mercado iba en contra y al final se desestimó. Según indica, la empresa que vendió los equipos a Educación instaló el sistema extremeño sin problemas. Sin embargo, cuando un particular quería comprar su propia computadora, siempre se encontraba con los programas de las firmas más potentes.
Castro recalca el interés que despertó Linex en Europa, Latinoamérica e incluso países de Asia. Y aunque al final no se llegó a implantar en toda la Administración regional, señala que Microsoft tuvo que variar sus planes de negocio y bajar sus precios para ofrecer alternativas al software libre.
El exdirector general de la Sociedad de la Información recalca que Linex no ha muerto, sino que sigue en uso. Además, demostró que el software libre podía ser competitivo. «Fuimos los primeros que vimos las posibilidades que tenía», añade. Como indica, la ONU lo implantó como sistema de referencia en 2006. Y el Brasil de Lula da Silva promovió una empresa pública que llegó a contar con miles de trabajadores que ofrecían un soporte continuo. A su juicio, en Extremadura no fracasó, sino que simplemente «no había convicción».
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