Borrar
Juanmari, en la portada del 11 de agosto de 2013.
Juanmari, en la portada del 11 de agosto de 2013. HOY
90 aniversario de HOY

Nueve reportajes que nos conmovieron

90 años contando historias humanas incluyen algunas que ponen un nudo en la garganta, como la del bebé abandonado en Guadalupe en Navidad, el niño secuestrado en Mérida o la cuenta atrás de 'Spiderman' Juanmari para recibir un trasplante que le salvara la vida

Viernes, 15 de diciembre 2023, 07:52

Noventa años son 1.080 meses, 4.693 semanas, 32.850 días sin tener en cuenta los años bisiestos, 788.400 horas, más de 47 millones de minutos... Mucho tiempo, sin duda. Más del que vive la mayoría de la gente. ¿Y páginas? ¿Cuántas serían, tratándose de un periódico? A una media de 32 por día –ahora suelen ser 48 ó 56, pero antes eran muchas menos–, serían más de un millón. Un millón de páginas. ¿Cuántas historias caben en un millón de páginas? Infinidad, claro. Los noventa años de este diario son una colección de historias humanas. Guarda la hemeroteca tantas lágrimas como sonrisas; hay tragedias y éxitos, orgullo y vergüenza, hay blanco y negro y hay color, hay mucha felicidad y también sobra la tristeza; hay dicha y desdicha, alegría y pena... Aquí va una selección de nueve historias conmovedoras que HOY ha publicado durante estos primeros 90 años de su historia.

La primera es una de las últimas que escribió Miriam Fernández Rua, periodista de este diario fallecida de cáncer el pasado octubre con solo 42 años. Es un reportaje muy suyo: por el tema (la memoria histórica), uno de los que ella dominaba y le gustaban, y por el texto, que tiene su sello de empatía, sensibilidad, claridad, sencillez, limpieza, estilo y talento. Se titulaba 'Los primeros abrazos en 86 años' y se publicó el 18 de septiembre del año pasado. Es una maravilla.

Reencuentro familiar 57 años después, en el HOYdel 18 de septiembre de 2022. HOY

Así arrancaba, casi como una novela: «El 16 de septiembre de 1936, el ejército sublevado entró en Puebla de la Reina (Badajoz). Ese día comenzó la diáspora de los hermanos Paredes, que nunca más volvieron a estar juntos ni a hablar los unos de los otros. Sus descendientes ni siquiera sabían que eran familia». Contaba luego la autora que todo empezó con una cinta de casete que uno de los miembros de la extensa familia encontró un día de confinamiento domiciliario por la pandemia de covid. Contenía una entrevista que de crío le hizo a su abuelo. Ahí le relataba detalles que con 15 años no le dijeron nada pero que con 49 le sirvieron como hilo del que tirar hasta descubrir que su saga era más grande lo que pensaba.

A partir de ahí, se marcó el objetivo de que todos se conocieran, y lo materializó dos años después, cuando los hijos y nietos de los seis hermanos Paredes (Luis, Manuel, Francisco, Martina, Pedro y Juan) que vivían repartidos por España y Europa se juntaron en Extremadura para conocerse y se regalaron esos abrazos que a Miriam le dieron el titular.

Esa pandemia que a uno de los nietos Paredes le permitió encontrar ese casete clave, dejó cientos de historias tristes. De soledad. De miedo. De muertes sin despedidas. El 15 de noviembre de 2020, Álvaro Rubio juntó varias en 'Vidas rotas por la pandemia', una doble página que los niños de ahora deberán releer cuando sean mayores para comprobar que aquello que pasó no fue ficción. Leerán a la cacereña Gema Silveira contar que su padre nunca entendió por qué no podían ir a verle al hospital; y a Carla Domínguez, de Zafra, recordar que la última imagen que guarda del suyo fue cuando le dejó sentado en una silla de ruedas en la puerta de Urgencias.

Gema Silveira junto al ramo de flores que recuerda a su padre, en la plaza de Colón de Cáceres (15 de noviembre de 2020). HOY

El HOY de los meses de pandemia es una enciclopedia de historias humanas duras, lo mismo que el de los primeros días de otro hecho histórico muy diferente pero igualmente brutal: la guerra de Ucrania. Las primeras semanas y meses del conflicto iniciado tras la invasión ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin, el periódico profundizó en su función social, convirtiéndose en un referente para quienes querían saber cómo ayudar a los ucranianos repentinamente obligados a salir de su país, que fueron todos excepto los varones en edad militar (de 18 a 60 años).

Historias de la guerra

Entre las decenas de relatos protagonizados por extremeños generosos y valientes, Cristina Núñez se fijó en Alexander Starykov y Nuria Romero, residentes en Casas del Castañar (Valle del Jerte). La pareja de artesanos se cruzó Europa en su furgoneta para llegar hasta la frontera entre Polonia y Ucrania, el país natal de él. «No somos héroes, estamos haciendo lo que cualquiera haría por su familia», contaba la mujer, quitándose importancia.

A lo largo de cuatro informaciones, Núñez fue dando cuenta de cómo transcurría el viaje de esos dos extremeños empáticos y atrevidos. Gracias a esos textos supimos que Alexander y Nuria necesitaron cinco días para llegar a su destino; que su furgoneta se resintió de tantos kilómetros; que evitaron los peajes para abaratar el viaje; y que parte de la familia a la que fueron a buscar pasó treinta horas dentro de un tren parado y lleno de gente que huía. Incluso pudimos ver la foto de Alexander con parte de su familia ucraniana, a modo de final feliz.

Dentro de toda la tragedia que implica una guerra, el diario fue capaz de encontrar testimonios de esperanza, como la que representaba el nacimiento del primer bebé extremeño hijo de ucranianos refugiados en la comunidad autónoma. Al leer esa información, quizás algún lector veterano se acordó de otro bebé que muchos años antes mantuvo a la región en vilo.

El día de Navidad de 1990, miércoles, la sección de Región abría con el siguiente titular: 'La pequeña abandonada en Guadalupe pasará en breve a un hogar de la Junta de Extremadura'. Justo debajo, dos imágenes de la recién nacida, en las que el fotógrafo Múñez se cuidó de que apareciera con los ojos bien abiertos. Los pies de foto informaban de que según los médicos, tenía entre seis y quince días de vida, y que «la pequeña consiguió que algunas de las enfermeras de la Residencia lloraran de emoción».

HOY se subió al tren desde el que se lanzó el dinero del rescate del niño Raúl Rodríguez

Juan Domingo Fernández contaba en esa información que «la pequeña fue descubierta sobre las cuatro de la tarde del domingo envuelta en una toquilla y dentro de un bolso de viaje en un antiguo edificio de la estación de ferrocarril de Guadalupe». «Tras ser sometida a un reconocimiento por la médico local –seguía relatando la información–, que certificó su buen estado de salud, se hicieron cargo del bebé los familiares de los guardias civiles del puesto de Guadalupe, en cuyas dependencias fue bañada, se le puso ropa nueva y tomó el biberón. Fueron precisamente el sargento y su hija quienes recorrieron los 136 kilómetros que separan la puebla de Cáceres para trasladar al hospital San Pedro de Alcántara a la pequeña, a quien se registró en el servicio de neonatos con el nombre de Guadalupe».

«La verdad es que la niña es preciosa, una monada», declaraba el doctor Valentín Carretero, que detalló también que la noche que ingresó, el bebé pesaba 2,830 kilos, y que a la mañana siguiente ya eran 2,910. «A pesar de que la hayan abandonado, el tiempo que ha estado con la madre o con quien sea ha estado bien cuidada, llegó en muy buenas condiciones», le explicó el médico a Fernández, que completó esa página con una columna de opinión con un inicio de los que obligan a seguir leyendo. «El caso de la pequeña Guadalupe –escribió el periodista de HOY– es tan real que parece un cuento. Pero no lo es».

También parecía ficción pero no lo era el secuestro en Mérida de Raúl Rodríguez Porras, un crío de nueve años, otro caso que conmovió a los lectores de la época. Ocurrió en septiembre de 1986, y generó una decena de informaciones que no fueron más porque los responsables del diario –lo dirigía entonces Teresiano Rodríguez– decidieron que la vida del niño estaba por encima de todo y que lo mejor para protegerla era guardar silencio pese a que la redacción ya conocía su secuestro desde cuatro días antes de publicarlo. «Primó sobre nuestra vocación periodística el deseo de que el suceso tuviera un final feliz», se explicaba en la portada del 22 de septiembre.

Portada del 23 de septiembre de 1986, con la liberación del niño Raúl Rodríguez. HOY

Una vez que se pudo hablar del caso, el periódico inició una cobertura que incluyó una cronología que detallaba por horas lo que había ido ocurriendo cada día desde que Raúl fue capturado mientras jugaba en un parque cerca de su casa. Fue entre las 13.20 y las 14 horas. A las cinco de la tarde de ese mismo día, los captores llamaron por teléfono a la familia del menor y exigieron 150 millones de pesetas (901.518 euros) para liberarle. Luego rebajaron la cantidad a 100, después a 60 y finalmente se fijó un rescate de 37,5 millones de pesetas (225.379 euros).

El interlocutor de la familia con los secuestradores fue siempre Isidoro Porras, abuelo de Raúl y un industrial conocido en Mérida por ser el propietario de «al menos cuatro gasolineras en la capital autonómica y otra en La Garrovilla».

'La policía podría liberar hoy al niño secuestrado', se leía en la primera página del 22 de septiembre. La del día siguiente ya recogía la vuelta a casa de Raúl, que aparecía fotografiado con su madre, su abuelo y también en brazos del comisario jefe de Mérida. El titular principal recogía unas declaraciones del menor: 'Siempre decían que me soltarían mañana'. Y debajo de ellas, un destacado que parecía ficción pero no lo era. «El dinero del rescate –se explicaba– fue arrojado desde un tren en marcha, cerca de la estación de Urda (Toledo)».

También es real que a ese tren se subió un periodista de HOY. Fue José Joaquín Rodríguez Lara, que contó la experiencia en un recordado reportaje que tituló 'Viaje hacia la bandera blanca'.

Un accidente recordado

Ese viaje tuvo final feliz porque el niño regresó, todo lo contrario que aquel otro que acaparó la portada del martes 27 de junio de 1972. Dos días antes, un autobús que iba de Herreruela a Aliseda se salió en una curva a cinco kilómetros de su destino y volcó. Dentro viajaban sesenta personas que venían de ver un partido de fútbol entre los equipos de los dos pueblos cacereños. Murieron 21 personas, trece de ellas chicos de entre 15 y 21 años. En páginas interiores se detallaba que «37 heridos fueron trasladados a la residencia de la Seguridad Social, donde hubo que pedir donantes de sangre», y que tres jóvenes se salvaron al perder el autobús. «Es rara la familia de Aliseda que no tiene entre las víctimas algún familiar», decía un destacado.

El accidente de Aliseda en la portada del 27 de junio de 1972. Murieron 21 personas. HOY

Una tragedia aún mayor fue la de los Saltos de Torrejón, el peor accidente laboral en la historia de Extremadura. Ocurrió en el año 1965 en las obras para construir la presa ubicada en el parque nacional de Monfragüe, y murieron 54 personas según la versión oficial, que casi nadie se cree en Torrejón el Rubio y Malpartida de Plasencia, donde viven la mayoría de los descendientes de aquellos trabajadores.

No se lo creen porque aquella fue una tragedia silenciada, como titulaba HOY el reportaje de portada y tres páginas que publicó el 18 de octubre de 2015, con motivo de los 50 años del suceso. 'Un muerto y varios heridos en el accidente de la presa de Torrejón', decía la portada del sábado 23 de octubre de 1965, el día después del accidente. 'Sigue sin conocerse el número de víctimas en la tragedia de Torrejón', recogía el periódico el domingo. 'Se descarta toda posibilidad de hallar con vida a los treinta desaparecidos', se contaba el martes. Para entonces se habían recuperado solo ocho cadáveres. En el reportaje de medio siglo después, José Luis Rodríguez, que se salvó porque ese día libraba, asegura tener «totalmente claro que murieron más de cien».

Un monolito recuerda en Malpartida de Plasencia a las víctimas de esa tragedia sobre la que aún hoy penden interrogantes. A siete kilómetro de allí, en Plasencia, vive Javier García Pajares, protagonista de una historia de superación que despierta el orgullo de paisano. Él puede presumir de muchas cosas: de ser el primer sordociego de Europa en irse de Erasmus –a Londres, en el año 2016–, de haber superado el acoso escolar que sufrió de pequeño, de haber aprobado un doble grado con un notable de nota media, e incluso de firmar uno de los discursos más emotivos que se recuerdan en la historia de los premios Extremeños de HOY.

En esta lista de gente especial no puede faltar Juanmari, que el 11 de agosto de 2013 ocupó la portada casi entera, en una espléndida foto de Jorge Rey. 'A Juanmari se le acaba el tiempo', decía el titular principal, acompañado de un subtítulo explicativo: 'Tiene cinco años, es de Solana de los Barros, padece un agresivo cáncer hepático y necesita una donación urgentemente'.

El crío posaba sonriente jugando a ser 'Spiderman', su súper héroe favorito. HOY le visitó en Madrid, mientras esperaba junto a sus padres y su hermana a ver si llegaba el trasplante. Su historia desató una ola de solidaridad, con decenas de llamadas de posibles donantes, y dio pie también a una serie de informaciones que durante las semanas siguientes detallaron cada novedad. El trasplante llegó, Juanmari superó la intervención, y su historia ocupará siempre un lugar destacado en la hemeroteca de HOY y quizás también en la memoria de algunos lectores.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Nueve reportajes que nos conmovieron