Jesús Sánchez Adalid (segundo por la izda.) en la mezquita de Astaná, capital de esta la exrepública soviética de Kazajistán. HOY

La obra de Sánchez Adalid, ejemplo de diálogo en Kazajistán

El escritor extremeño ha sido invitado al país asiático por los valores de entendimiento entre religiones que contiene su novela 'El mozárabe', que será traducida al kazajo y al ruso

Martes, 21 de mayo 2024, 20:33

La novela 'El Mozárabe', escrita por el extremeño Jesús Sánchez Adalid, se publicó en 2001 y hoy, veintitrés años después, aún provoca todo tipo de reflexiones. Esta ficción con base histórica arranca en el año 939 cuando la España musulmana comienza su esplendor con Córdoba ... como capital. Hoy, en Kazajistán, país de Asia central y antigua república soviética de 19 millones de habitantes, su autor ha sido requerido para transmitir un mensaje de concordia entre religiones.

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Jesús Sánchez Adalid (Don Benito, 1962), sacerdote católico en ejercicio e intelectual reconocido como promotor de la convivencia, ha sido invitado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Embajada de España en Kazajistán para un encuentro con la Fundación Nazarbayev, que promueve el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en la ciudad de Astaná, capital de Kazajistán. La finalidad de la conferencia es promover el diálogo y la cooperación de toda la comunidad internacional, representada por los líderes más importantes del mundo y las religiones tradicionales, en respuesta a cómo detener el odio y la violencia entre las religiones.

Su novela 'El Mozárabe' será traducida a los idiomas kazajo y ruso después de que haya sido reconocida como paradigma literario de diálogo, valores humanos y encuentro entre religiones en la Córdoba del siglo X. Así, la visita del extremeño es también el reconocimiento a su obra literaria, considerada ejemplo de diálogo, promoción de la paz y valores humanos.

Sánchez Adalid tiene veinte novelas históricas, todas ellas publicadas en este siglo y la mayoría traducidas a varios idiomas. Según la Editorial Foliant de Kazajstán, han descubierto en la obra del extremeño un ejemplo de introspección, espiritualidad, convivencia y fraternidad, algo muy importante y necesario en un mundo polarizado e impregnado de intolerancia. Desde hoy, su obra literaria ocupa un lugar importante en la Biblioteca Nacional de Kazajstán y el la Fundación Nazarbayev.

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Con Diana Yassenova, directora general de la Nursultan Nazarbayev Foundation. HOY

Jesús Sánchez Adalid se encuentra actualmente en este país asiático, donde ha sido recibido en la Mezquita principal de Astaná por el imán y también ha sido entrevistado por los principales medios de comunicación del país.

Además, Sánchez Adalid ha sido recibido en sede nacional de la Fundación Nazarbayev por su directora y felicitado en nombre de la institución «por su contribución al diálogo sincero, a la fraternidad universal y al mensaje del amor incondicional entre los hombres y mujeres».

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Con este viaje se puede decir que en Kazajistán han descubierto al extremeño Jesús Sánchez Adalid, que en 2007 ganó el premio Fernando Lara por su novela 'El alma de la ciudad', en 2012 el Premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica por 'Alcazaba', en 2014 el Premio Troa de Literatura con 'Valores', y en 2015 el Premio Abogados de Novela convocado por el Consejo General y la Mutualidad de la Abogacía Española por su novela' La mediadora', entre otros galardones, además del reconocimiento que supone la Medalla de Extremadura recibida en 2009 y ser distinguido como Extremeño de HOY en 2004.

Esta semana los medios de Kazajistán han destacado de él: «Jesús Sánchez Adalid escribe porque tiene tiene algo importante que decir, porque desea comunicar algo que él percibe, algo de lo que toma conciencia y nota quizás que los demás no han notado. Escribe sobre algo que quiere denunciar, para traer al presente aquello que corre el riesgo de ser olvidado, porque él no quiere que se olvide. Y ese algo es el mensaje universal de amor y fraternidad».

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En su opinión, este es un claro ejemplo de cómo la literatura permite traspasar los límites de nuestro horizonte y nos autoriza, en la medida en que nos compenetremos con los otros, a acercarnos en un acto de comprensión, de intercambio de sentido y de colaboración en favor del bien de la humanidad.

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