Estudiantes de segundo de Promoción de la Igualdad en la biblioteca del Bárbara de Braganza. C. MORENO
25N, DÍA MUNDIAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

De oficio, luchadores contra el machismo

Los estudiantes de los dos ciclos superiores de Promoción de Igualdad de Género de la región se forman para trabajar en empresas, asociaciones y administraciones

Sábado, 23 de noviembre 2024, 07:49

Y eso ¿Para qué sirve? Eso no hace falta, si ya hay igualdad. Eso no tiene futuro». Son algunos de los comentarios que reciben los estudiantes del Ciclo Superior en Promoción de Igualdad de Género. Los alumnos sonríen y continúan con su objetivo: trabajar ... en empresas, asociaciones o administraciones para prevenir y cortar el machismo.

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En Extremadura se puede estudiar el ciclo superior de Promoción de Igualdad de Género en un instituto de Cáceres, el Al-Qázeres y en Badajoz en el IES Bárbara de Braganza. HOY pasó una tarde de clases con estos últimos.

Entre los estudiantes hay varios casos que han vivido la violencia machista de cerca y luchar contra ella se ha convertido en su vocación. «He visto a muchas mujeres en situación de violencia y yo no tenía herramientas para responder. Quería formarme y poder trabajar con víctimas», explica Laura Blanco, una de las alumnas.

Estos ciclos se crearon hace solo nueve años, pero sus graduados, llamados promotores de la igualdad, ya empiezan a encontrar salidas laborales. Crear la especialidad, según indican sus docentes, fue complejo. «Fue un reto pero entendimos que era una opción de cambiar y transformar», destaca Maite Llinás. Tampoco es fácil elegir esta especialidad cuando el rechazo el feminismo está en auge y los bulos hacen daño. De hecho, añade María Ángeles Santos, otra docente, el curso pasado realizaron un vídeo con la colaboración de la Universidad de Extremadura, para desmontar bulos sobre prostitución, por ejemplo, que se trata de una trabajo fácil o que lo hacen porque quieren.

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El perfil de los estudiantes de este ciclo es muy variado. Lo único en común es que la gran mayoría son mujeres. Iván Ferrera, de segundo, es el único varón y está muy contento con la formación. «Creo, además, que aporto otra perspectiva». Sus compañeras desean que su ejemplo se extienda y que haya más igualdad en el propio ciclo.

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Hay alumnos de toda la región: Llerena, Villafranca o San Vicente de Alcántara. Incluso cuentan con tres estudiantes extranjeras. Dos son hermanas, Daniela y Camila Zambrano, que llegaron a España desde Colombia hace solo cinco meses. Ofrecen una visión distinta, entre otros motivos porque el ciclo que estudian «nunca lo habría en nuestro país». Su sueño, en el futuro, es poder aplicar lo que están aprendiendo en Colombia, a poder ser en el ámbito legal porque denuncian que no hay leyes específicas contra la violencia machista allí.

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Katty Cruz también es un ejemplo de la variedad de perfiles. Tiene 50 años y nació en Ecuador. Está casada, tiene hijos y ha trabajado mucho tiempo al cuidado de personas mayores. Decidió «cambiar, mirar de otra forma» y se apuntó al ciclo. Ahora estudia y, al salir va a trabajar en una bocatería. Explica que trata de aplicar lo que aprende a su propia vida y a su casa. «No es fácil educar a un marido», bromea. «El otro día me dijo: ¿Y qué pasa con el patriarcado?», añade y sus compañeras estallan en carcajadas.

No ha sido el único caso en el que matricularse en el ciclo ya ha sido un reto. Dámaris Salazar tiene 33 años y es gitana. «Si la igualdad es difícil, para una mujer gitana es el doble de difícil, sufre una doble desigualdad y yo quiere ayudar».

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Al tratarse de un ciclo superior los que acceden al mismo han aprobado el Bachillerato o incluso han hecho ya una carrera universitaria. Incluye asignaturas como Metodología de la intervención social, Información y comunicación con perspectiva de género, Promoción del empleo femenino o, la que más les gusta a sus estudiantes, Prevención de la violencia de género. Además incluye una parte práctica y algunos alumnos ya están dentro de la nueva formación dual, es decir, que pasan parte de horario en empresas o asociaciones. Es el caso de Yaritsha Caballero, de segundo, que ha hecho sus prácticas en el sindicato UGT revisando los planes de igualdad de algunas empresas. «He aprendido que queda mucho trabajo por hacer».

Parte de los estudiantes quieren seguir formándose cuando terminen. Muchos optarán por Trabajo Social o Psicología, pero también Periodismo, Derecho o Ciencias Políticas. Les gustaría convertir esta formación en su oficio y tienen oportunidades, pero también dificultades. Un obstáculo es que las administraciones aún no incluyen los promotores de igualdad, el título que recibirán, en su relación de puestos de trabajo. En muchos casos solicitan un Trabajador Social o un promotor de este tipo. Las docentes creen que se trata de un error, ya que son dos especialidades distintas y abogan porque se de valor por sí misma a la nueva titulación. Es una reivindicación a nivel nacional.

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Ante esta situación se da la circunstancia de que, en la actualidad, los promotores suelen trabajar en empresas o asociaciones, principalmente para elaborar, evaluar y vigilar los planes de igualdad, que son obligatorios por ley para las empresas de más de 50 empleados. «Son necesarios, más allá de los planes de igualdad. Hace falta perspectiva de género para hacer un cartel que no sea sexista, para un proyecto...», reivindica María Ángeles Santos.

A pesar de este obstáculo, Marta Muñoz de la Peña, tutora del segundo curso, cree que hay un importante nicho de nicho de empleo en esta especialidad. También su alumna Fátima Méndez lo tiene claro: «Está es una profesión necesaria, tiene futuro».

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Sueñan con lograr un cambio real en el futuro, incluso «si dejásemos de trabajar en eso porque ya no hiciésemos falta, yo sería feliz», concluye Marta González Cantero, una de las alumnas.

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