Este martes se declaró un incendio en Cañamero, el lunes uno en Valencia de Alcántara que aún no ha sido controlado, y otro en Gata que movilizó a gran cantidad de medios. En lo que llevamos de semana ha aumentado el número y ... la peligrosidad de los fuegos declarados en Extremadura, y el motivo es la ola de calor, que ha acabado con la tranquilidad que proporcionaron las lluvias de principios de junio.
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Esas precipitaciones arrastraron ladera abajo las cenizas que dejó el incendio que arrasó 10.800 hectáreas en Las Hurdes y Sierra de Gata a mediados de mayo. Fue la cara fea de ese agua que en algunos puntos cayó en forma de tormenta. Pero esas lluvias fueron también una buena noticia, porque cambiaron el estado del paisaje y lo hicieron menos propicio para la propagación de las llamas.
Lo explicó entonces Pedro Muñoz Barco, ex director general de Política Forestal. «Lo que hacen estas precipitaciones –comentó– es cargar de humedad la vegetación, sobre todo el matorral y el arbolado, que aguantarán esa humedad hasta bien entrado el verano». Y añadió el antiguo responsable de la Junta algo más: «Si llega una ola de calor larga en agosto, como ocurrió el año pasado, pueden surgir incendios». Y esa ola ha llegado. Y no va a durar un día ni dos sino más.
«Lo que hace el calor de una ola como esta es reducir la humedad y secar el combustible, poniéndolo en disposición de arder», analiza Paco Castañares, presidente de AEEFOR (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medioambiente), ex director general de Medioambiente del Gobierno regional y experto en incendios forestales. «En realidad, esa vegetación ya estaba en disposición de arder, porque llevamos cuatro días con una humedad por debajo del 30%», añade el empresario, que afirma que el combustible, o sea, el alimento de los incendios, está en general «muy seco».
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Y no solo eso. Ocurre algo más peligroso aún: hay mucho. Demasiado en determinados montes, según coinciden los técnicos de la materia e incluso la propia Junta, que en los últimos años ha desarrollado medidas precisamente para intentar disminuir la densidad de algunos paisajes estratégicos.
En este campo se han logrado pequeños avances puntuales, en sitios concretos, pero la situación general es la de un gran exceso de vegetación, un situación que empeora a cada año que pasa, dada la escasa gestión del monte más allá de iniciativas puntuales de la administración.
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«Tenemos ahora cinco millones de toneladas más de combustible que hace doce meses», cuantifica Paco Castañares. «Tenemos en nuestra comunidad paisajes con una densidad de hasta diez toneladas por hectárea, que puede parecer una barbaridad pero es la realidad, porque es un kilo por metro cuadrado», ilustra el presidente de AEEFOR. «En la situación actual, si un incendio se localiza o alcanza un paisaje con continuidad, podemos tener incendios graves, y el panorama se complicaría aún más si se da más de uno a la vez, algo que puede ocurrir en cualquier momento».
La prueba de que la situación actual es más preocupante es la sucesión de fuegos en los últimos días. La previsión meteorológica es de 45 grados para este miércoles y hasta 42 para el jueves.
«En esta situación, me preocupa especialmente Monfragüe, porque tiene masas con mucho combustible y porque es nuestro parque nacional», apunta Castañares, que recuerda que el entorno del espacio natural más protegido de la región ya sufrió el verano pasado un incendio de 2.850 hectáreas, casi 400 de ellas dentro del parque nacional. «Pero la situación –concluye el experto–, es parecida en zonas de Las Hurdes y Sierra de Gata, y hay que estar muy atentos a puntos de Las Villuercas y La Raya, sin olvidar La Siberia, Tentudía, la Sierra Grande de Hornachos y los bosques de La Serena.
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UGT hizo este martes «un llamamiento urgente ante la problemática situación que amenaza la seguridad y la integridad de los bomberos forestales conductores del plan Infoex». Se refiere el sindicato a «la alarmante ausencia de vestuario y equipos de protección individual (EPIs)», constatada en sus visitas a distintas bases y «denunciada en múltiples escritos dirigidos a la administración». La plantilla, asegura UGT, trabaja con monos tan lavados que ya no son ignífugos.
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