Secciones
Servicios
Destacamos
Sigo con detalle todo lo que se publica sobre el parque del río Guadiana en Badajoz desde que los vecinos empezaron a disfrutar de él, que fue mucho antes de que acabaran las obras, hasta el punto de que cuando se abrió oficialmente en febrero de 2015 ningún político se atrevió a inaugurarlo porque hubiera hecho el ridículo. Y sigo todo lo que acontece en torno a él desde que, todavía con las vallas que lo delimitaban cerrando el paso entré, como miles de curiosos, a fisgar. Cuando lo paseé me emocioné con lo que estaba viendo. En ese paseo, que fue mi inauguración particular, creí ver que el parque del río no era sólo el resultado de transformar las orillas del Guadiana -primero la derecha, después la izquierda- en un espacio de esparcimiento de los vecinos, sino mucho más: las praderas de césped, los palmerales, los senderos, las pistas deportivas, la plataforma del embarcadero sobre la que sentarse a contemplar el quehacer de los cormoranes o el ocaso, el modo en que se había integrado el puente Viejo en la nueva orilla del Guadiana y sobre el espejo del río. Todo eso lo sentí como el punto de partida para un Badajoz distinto. La belleza del parque (está considerado entre los diez más bonitos de España), tenía la fuerza suficiente -pensé y sigo pensando- de arrastrar la ciudad entera a un nivel de calidad de vida mejor del que tenía hasta antes de que se hiciera. El parque del Guadiana era un niño recién nacido y su destino en la vida sería el que los badajocenses quisiéramos darle. Nos brindaba una afortunada ocasión para que Badajoz alcanzara un modo de convivir más amable.
Digo esto para que se me entienda mejor la decepción con que juzgo la gestión que el Ayuntamiento ha hecho de ese parque ahora que cumple cinco años (los vecinos aquí han sido ejemplares y si se conserva con una razonable lozanía es porque lo respetan). Repaso la hemeroteca de este periódico y el verbo más repetido en torno al parque es 'mantener'. Nadie ha sido capaz de ir más allá de su conservador significado. Nadie con mando en el municipio ha tenido la inspiración suficiente para entender que a la vera del río no hay solo hectáreas de césped y caminos de asfalto y arena que sí, es necesario mantener como es necesario respirar para los seres vivos, pero solo mantenerlo es desperdiciar sus posibilidades de convertirse en una formidable oportunidad de hacernos más placentera la vida en la ciudad. El parque del río podría ser el lugar de encuentro de grupos de teatro, de música, de pintura, de poesía, de competiciones deportivas, el lugar donde, además de a pasear, vamos a encontrarnos con la sangre más apasionada y vitalista de Badajoz: el niño al que le procuramos un destino mejor del que le espera si lo dejamos exclusivamente al albur de la sección de Mantenimiento.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.