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Manuel Jarones pasa su brazo por el hombro de su padre, Leandro, y al lado de su madre y su hija este viernes durante la visita; Vicente y Gregorio Reyes en la puerta de la residencia Cervantes de Cáceres, tras los 45 minutos que pudieron estar juntos. ARMANDO MÉNDEZ
El Día del Padre en 45 minutos

El Día del Padre en 45 minutos

Los centros de mayores han celebrado el 19 de marzo aún con restricciones, después de que el año pasado no pudieran recibir visitas de los hijos de los usuarios

Álvaro Rubio

Cáceres

Viernes, 19 de marzo 2021, 20:56

En la puerta de la residencia Cervantes de Cáceres Gregorio Reyes esperaba este vienes a las 11.00 a su padre. Apenas había pasado un minuto cuando se empezó a impacientar. «Se nos acaba el tiempo», decía mientras Vicente, de 92 años, ya estaba bajando por el ascensor acompañado de una trabajadora de este centro de mayores.

Gregorio es de Esparragalejo y ha ido a visitar a su padre en este 19 de marzo. El pasado año no pudo hacerlo porque las residencias estaban blindadas por la pandemia.

«¡Cómo no me voy a poner contento cuando vienen a verme! Hombre, no hace falta preguntarlo», decía Vicente mientras caminaba lentamente agarrado del brazo de su hijo tras disfrutar junto a él de una salida de 45 minutos.

«Hemos subido a ver la Virgen de la Montaña, que hacía años que no íbamos. Hemos estado apenas diez minutos», contaba Gregorio. «En este día no podía faltar venir a ver mi padre, aunque la pena es que todo tiene que ser muy rápido. Como hijo, la pandemia la he vivido mal porque las visitas están muy restringidas», añadía.

A Leandro Jarones, de 86 años, le sucede lo mismo. «Vivo este día con mucha pena porque el año pasado no pudimos festejarlo y este solo tengo 45 minutos para ver a la familia», decía este cacereño que tuvo que estar casi tres meses encerrado en una habitación. «Ha sido muy duro», recordaba. Al menos pudo estar acompañado de su esposa, Josefa Rodríguez, que tiene 90 años y también vive en la residencia Cervantes.

Los dos pudieron salir este viernes a celebrar el Día del Padre, aunque fugazmente y con dolor. «Teníamos cuatro hijos, pero uno ha fallecido hace dos meses. Vienen mucho a vernos, piden cita y están un rato con nosotros. Solo lo que se puede, lo que nos dejan. No paran de llamarnos por teléfono y siempre están muy pendientes de nosotros», contaba mientras agarraba la mano a su mujer.

En ese momento Leandro intentaba contener las lágrimas. Tragó saliva y giró la cabeza hacia el ventanal del recibidor. Junto a su esposa caminaron hasta el porche de la residencia y a los poco minutos apareció su hijo Manuel y su nieta Verónica Jarones. Fue cuando se hizo la sonrisa en su rostro. «Este es el mejor momento», decía.

«Venimos cuando nos dejan y como se puede, así que daremos un paseo y tomaremos un café en una terraza», contaba Manuel. «Al menos este año hemos podido verlos, aunque sea poco tiempo», añadía la nieta.

Antes de la pandemia

«Antes salíamos todos los días, a todas horas. Las visitas eran de mucho más tiempo. Incluso podían subir a las habitaciones. Yo siempre les tenía preparadas su patatitas y su refresco. Era como nuestra casa. Pero ahora ya no se puede nada de eso», recordaban Leandro y Josefa.

«Pasábamos estos momentos todos juntos. En las celebraciones nos llegábamos a juntar 24. Tenemos nueve nietos y cuatro biznietos. Hoy estaremos los pocos que podamos estar», decía Leandro. Esos son no más de seis y en terraza.

«Creo que todos los hijos pasarán a ver sus padres entre los días previos al 19 y el fin de semana», dice la directora de la Cervantes

Ayer, él fue uno de los padres que recibió visita en este centro. Otros como Salvador, de 84 años, tendrá que esperar al lunes, cuando su hija pueda ir a verle y le acompañe al médico. A Alfonso, de 88, ya le vio su hijo pequeño el día 18. Estuvieron tres cuartos de hora juntos en la cafetería de la residencia. «Cuando vienen y podemos hablar con ellos es lo más bonito. Es muy poco tiempo, pero es lo que hay con el virus más canalla que he visto en el mundo», comentaba.

Vacunación

Todos ellos están vacunados con las dos dosis. En las residencias de Extremadura ya se ha inmunizado a sus usuarios y los trabajadores. Por eso se han flexibilizado las visitas y las salidas. Pueden pasar más tiempo con los suyos que en los peores momentos de la pandemia, pero a los mayores les sabe a poco.

No todas las visitas pueden ser en el mismo día, tal y como explica la directora de la Cervantes, Ana Rasero. «Se vacunaron de la primera dosis el 30 de diciembre y de la segunda el 20 de enero. A partir del 3 de febrero empezaron las visitas. Podía venir un familiar una vez a la semana durante 45 minutos». Aunque la instrucción del Sepad es que sean de una hora en este centro las reducen a tres cuartos para limpiar las estancias que son utilizadas durante los encuentros.

«Después se fue flexibilizando y en lugar de ser un solo visitante podían ir dos pero en diferentes días cada uno. Hace poco más de una semana empezaron a salir una hora de paseo. Los válidos podían hacerlo en la calle y los asistidos, acompañados de sus familiares, por los exteriores pero sin salir del recinto», detalla Rasero, que añade que tienen un cupo limitado para visitas y en ella tiene que haber dos metros de separación entre sillones. Cada hora pueden recibir a ocho familiares y son más de 120 usuarios. «Hoy no podían venir todos los hijos a ver a los padres. Así que entre el 18 y el 19 y el fin de semana creo que todos pasarán a ver a los padres».

La directora de esta residencia cacereña reconoce que la situación es dura, pero que van viendo la luz al final de l túnel. «Lo hemos pasado muy mal», asegura Rasero, que está al frente de un centro con 130 usuarios. «Ya va habiendo más ingresos y esperamos estar al cien por cien».

Eso sí, vivirán en una nueva normalidad que durará mucho tiempo. «Habrá visitas con cita previa y sitios específicos para ellas. Eso parece que ha llegado para quedarse», añade Rasero. Aún no se sabe si aumentará el tiempo de esos encuentros y de las salidas. Para eso habrá que esperar y quizás el Día del Padre del año que viene sea menos fugaz.

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