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La Junta de Extremadura ordenó el pasado enero la paralización de unas obras en la dehesa boyal de Santibáñez el Bajo tras aparecer ... una jarra visigoda de los siglos V al VIII, según la datación realizada por los servicios arqueológicos de la Consejería de Turismo, Cultura, Jóvenes y Deporte.
La pieza, que está en el Museo de Cáceres, fue hallada mientras las máquinas construían un camino para llegar hasta un mirador de aves acuáticas que se pretende habilitar en la dehesa boyal de esta localidad de la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, situada aproximadamente a media hora de Plasencia en coche. Es un paraje natural apreciado por su belleza, frecuentado por los vecinos, en el que hay merenderos y ganado, y que alberga el yacimiento arqueológico Pozo de la Piedra (referencia YAC80681 en la Carta arqueológica, tiene 24 hectáreas, detalla la administración autonómica).
Ahí estaban los restos, cuyo hallazgo comunicó el Ayuntamiento a la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural. «Aparecieron durante los trabajos de acondicionamiento de un camino ya existente», asegura la Consejería, aunque algunos vecinos de Santibáñez el Bajo desmienten que ese sendero existiera y defienden que la obra no contaba con los permisos medioambientales exigidos.
Tras tener noticia del hallazgo, «se desplazó hasta la zona un técnico del Servicio de Protección del Patrimonio Cultural, para evaluar los restos encontrados y analizar el potencial impacto de las obras sobre el patrimonio arqueológico», explica la Junta. «Durante la inspección realizada el pasado 14 de enero –sigue–, se confirmó la posible presencia de una inhumación donde se encontró la mencionada jarrita, y se expuso al Ayuntamiento la necesidad de excavar lo que ha aparecido».
«Los restos emergentes en el yacimiento de Santibáñez el Bajo –explica la Consejería– deben ser ahora documentados por parte del Ayuntamiento o la empresa de arqueología a la que se haga el encargo, y cualquier movimiento de tierra debe supeditarse al seguimiento y control arqueológico».
La presencia de las máquinas en la dehesa boyal había despertado el interés de algunos vecinos, por tratarse de una parte del término municipal particularmente apreciada por la población y porque en ella han aparecido restos de interés arqueológico en las últimas décadas. Entre ellos hay quien relaciona esta riqueza en restos del pasado con la proximidad al yacimiento romano de Cáparra.
A unos sesenta metros del camino que se estaba construyendo hay una pista forestal. En el lugar está el pozo que da nombre al yacimiento arqueológico donde ha aparecido la jarra. Suele tener agua durante todo el año, y presenta grabados de cazoletas y cruciformes, que ilustran sobre su antigüedad. En la dehesa está también una charca que aumenta de tamaño en verano, y donde se ha construido un mirador, pese a que algunos vecinos manifiestan que la lámina de agua no destaca por su riqueza ornitológica.
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