![Perros para bloquear la violencia machista](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/03/01/Liven-R5Zk0SxODdfgJIOdQY3SWuI-1200x840@Hoy.jpg)
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Tatiana Gata, Taty, se casó con 23 años. Su marido, con el que vivía en Madrid, le pegó por primera vez cuando ella tenía 17 y solo llevaban seis meses juntos. «Me quedé sorprendida. Me pidió perdón y me dijo que no volvería hacerlo, pero pasado un tiempo siempre vuelve a pasar».
«Yo soy de una familia humilde y no sabía cómo decirle a mis padres lo que ocurría. Él me decía que era la única persona que me quería '¿Dónde vas a ir tú sin mí?', me repetía mucho. También que me iba a quitar a los niños».
Tras 17 años de matrimonio Taty fue capaz de decir basta. Recuerda que pesaba entonces poco más de 30 kilos. «Parecía un esqueleto». Denunció su caso ante la Guardia Civil y, como consideraron que podía sufrir una agresión, le ofrecieron llevar un perro de protección. Así lo hizo.
Tatiana Gata explica que este can le salvó la vida. En 2019 una persona la atacó con un cuchillo. Ella cree que pudo estar relacionado con su situación, pero no fue detenido. «El perro fue capaz de quitarle el cuchillo antes de que me lo clavase».
Tatiana Gata
Víctima de violencia machista
Esta mujer no sabía entonces que los perros iban a marcar su futuro aún más. En el recurso en el que entrenaron al perro que salvó a Taty colaboraba Juan Trigo. Este extremeño es militar y adiestrador profesional. Ha ayudado a preparar perros para unidades policiales y los fines de semana iba de voluntario a Madrid para adiestrar canes de protección para mujeres maltratadas. Allí conoció a Taty, se enamoraron y ahora son un matrimonio que vive entre Almendralejo y Madrid.
Antes de conocer a Tatiana, Juan ya tenía dudas sobre los perros de protección para mujeres maltratadas. Explica que estos canes, en efecto, son capaces de atacar a un agresor, pero que cuando lo hacen dejan sola a la víctima. También son un problema porque llevan bozal de impacto (una herramienta arriesgada que causa mucho daños) y además no permiten que otras personas se acerquen a las mujeres, a veces atacan incluso a conocidos. «Una víctima tiene que poder llevar a su perro al trabajo, en el autobús y para eso tiene que estar adiestrado».
Trigo concluyó que lo que necesitaban las víctimas de violencia machista era perros de asistencia. Canes que las acompañasen siempre, que reforzasen su confianza y que fuesen capaces de bloquear un ataque, pero siempre sin separarse de la mujer. «No agreden, son disuasorios y nunca se separan más de un metro de la víctima».
Con esta idea en la cabeza, Juan comenzó a entrenar al primer perro de bloqueo, Liven, un pastor belga de pelo largo que era un perro de protección de mujeres maltratadas, es decir, estaba entrenado para atacar. «Me levantaba a las cinco de la mañana y me iba a prepararlo en secreto sin decir nada». Con el nuevo entrenamiento, Liven es capaz de ser un perro sociable y acceder a cualquier parte, pero si su dueña le pide protección, se activa, no se separa de ella y puede repeler un ataque. «Cuando nos casamos, como sorpresa, le demostré lo que podía hacer».
«Estos perros son un catalizador para volver a sentirse libres», defiende Juan. Su mujer lo confirma. Con Liven puede ir a cualquier lugar, ya que es sociable, y a la vez se siente protegida porque siempre mantiene la posición junto a ella.
Rosa Rabazo
Realiza una tesis sobre los perros
La experiencia fue tan buena que ambos decidieron crear una asociación en Almendralejo con la que ayudar a otras mujeres. Así nació hace tres años Liven, una agrupación que fue bautizada con el nombre del primer perro adiestrado con este método.
En la actualidad hay doce mujeres que tienen perros de bloqueo de este tipo y se están formando otras cuatro más para recibir un can. Las beneficiarias están en Galicia, Asturias, León, Madrid o Andalucía. También les han llamado para dar cursos sobre su metodología en el extranjero.
Defienden, además, que este método es más barato que los telemáticos o que la vigilancia constante de una mujer. También es más rápido porque una pulsera de protección, aunque avise de la cercanía de un agresor, no protege inmediatamente, la víctima debe esperar hasta que llegue la policía.
El nuevo sistema no es sencillo. Para que una usuaria pueda llevar un perro de este tipo debe pasar un filtro. «No pueden tenerlos, por ejemplo, personas con una drogodependencia o alcoholismo». Luego deben formarse durante dos años para ser capaz de llevar a los canes. Eso sí, tanto el perro, como los viajes para formarse e incluso la alimentación del animal, son gratuitos. Para poder costear la asociación, explica Juan Trigo, realizan cursos abiertos y los socios sí pagan. Además han conseguido patrocinadores.
Ahora su objetivo es que esta metodología se extienda. Quieren que la figura de este perro de asistencia para mujeres maltratadas se incluya en la legislación actual y en los recursos que se ofrecen.
Para lograrlo, Juan y Taty cuentan con una aliada, la docente Rosa Rabazo. Esta extremeña es pedagoga y estudió Antropología. Durante la pandemia se animó a volver a investigar y se inscribió, a través de la UNED, en un máster de investigación antropológica. Al terminar debe realizar el trabajo de fin de máster, comúmente conocido como tesis.
En principio Rosa Rabazo iba a dedicar su trabajo a los perros de asistencia que trabajan con personas autistas, pero un conocido le habló de Liven y se quedó impresionada con el proyecto. Ha hablado con víctimas y sigue investigando, contactando con profesionales de las ferias de seguridad, de la justicia y de distintas asociaciones.
Su conclusión es que estos perros de bloqueo deberían generalizarse y espera que su aportación científica sirva para apoyar esta iniciativa. «No solo defienden a la víctima, la acompañan, la ayudan a empoderarse».
Taty mueve la cabeza afirmativamente cuando escucha a Rosa. «Te sientes más liberada. Ahora ya no siento que tengo que ir con Liven siempre, pero me lo llevo cuando voy a la zona donde puede estar mi agresor».
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