M. Á. M.
MÉRIDA.
Lunes, 26 de agosto 2019, 07:42
Los hermanos Duque, Agustín, Cipriano y Petra, viven en una casa de El Carrascalejo, un pequeño pueblo situado a unos 15 kilómetros de Mérida. Como ya son mayores, pues todos superan los 80 años, les es complicado valerse por sí mismos. De hecho, Cipriano es atendido diariamente por una persona, que le asiste varias horas al día.
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Ella es Ana Isabel Nieto Lozano. La joven de 34 años es de Mérida pero vive actualmente en Mirandilla, muy cerca de El Carrascalejo. Dice que se enteró de que necesitaban a alguien que cuidara unas horas al día a Cipriano por una persona en común con la empresaria que la ha contratado. «Me interesó, me puse en contacto con ella, hablamos y aquí estoy desde octubre del año pasado».
Ana tenía conocimientos sobre la atención a mayores. Hizo el curso de atención sociosanitaria en instituciones y realizó las prácticas en una residencia de mayores de La Zarza (Badajoz).
Cuando Ana llega por la mañana a casa de Cipriano, le levanta, le asea, le viste tras darle todas sus cremas y le da el desayuno. Además de todo esto, le ofrece su compañía. «Cipriano es muy bueno. Se porta muy bien». Además de bueno, es coqueto. No hay quien le saque la edad. Nunca la dice. Pero su hermana Petra revela en voz baja que ya tiene 88 años, aunque él siempre contesta que tiene 25.
Ana está con Cipriano de 10 a 13 horas. Durante ese tiempo, además de ordenar un poco su ropa, prepara la casa. «Me gusta este trabajo porque además de que converso y estoy con él, le doy cariño y le cuido. Estas personas merecen estar bien cuidadas y hacerlo es gratificante».
Esta joven es una de las personas que Justa María Ramírez Gómez tiene contratadas. El año pasado, tras ser homologada por el Sepad, montó una empresa de servicios de ayuda a domicilio. Se llama 'Apopar Servicios a la Dependencia'.
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Dice que a partir del verano pasado comenzaron a contratar a gente en Don Benito, Orellana, Los Guadalperales, Mérida y El Carrascalejo. «A día de hoy, hay mucha gente que tiene solicitada la atención pero aún no les ha llegado la subvención, ya que tarda muchos meses en llegar, por lo que todavía no podemos atenderles».
Confiesa además que los primeros pasos de la empresa fueron un poco difíciles. Los dichosos trámites burocráticos. Buscaron ayuda y se pusieron en contacto con el Punto de Activación Empresarial, que fue el que les puso en el rumbo correcto.
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María, que compagina esta empresa con la formación ocupacional, dice que llegó a este sector a través de un amigo que le animó a embarcarse en esta aventura. «Vi una oportunidad para hacer negocio y probar cosas nuevas a nivel profesional».
Después de un año con la empresa, dice que está contenta con su evolución y los resultados. A lo que ayuda mucho el personal que trabaja para ella, que ronda las diez personas. Explica que siempre selecciona a trabajadores que disponen, más allá de experiencia en este campo, de certificado de profesionalidad, algo que exige la ley. «Aunque todavía estamos en un periodo de adaptación hasta 2022. Hay mucha gente que ha trabajado en este sector, pero no está formada y no tiene titulación. Aunque hay dos vías para conseguirla, a través de la experiencia o de la formación». Otro de los requisitos indispensables que tiene en cuenta a la hora de seleccionar a alguien es tener referencias de esa persona.
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La mayoría de los cuidadores que María tiene a su cargo son mujeres. Aunque asegura que, a veces, les solicitan algún hombre, aunque son difíciles de encontrar. «Hay, pero muchísimos menos. Y los que hay están todos trabajando». Las mujeres son de todas las edades. Las hay más jóvenes y las que superan los 50 años.
Muchas de las personas que atienden las cuidadoras que María tiene a su cargo están en un grado de dependencia que se mueve entre el 1 y el 2. Son tres los que hay.
El grado 1 de dependencia moderada supone que la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria al menos una vez al día o tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal. Se les da 20 horas de atención al mes.
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El grado 2 de dependencia severa significa que la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día. Pero no requiere el apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal. En este caso se les da 45 horas de atención al mes.
El grado 3 de gran dependencia es el más elevado y se destina a personas que necesitan ayuda para realizar actividades básicas de la vida diaria varias veces al día. Por su pérdida total de autonomía física, mental o intelectual o sensorial necesita el apoyo indispensable y continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal. En este caso son 70 horas al mes. Dependiendo de los grados, la atención puede ser doméstica o personal, según explica María.
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La empresa Apopar también da servicios a personas que necesiten acompañamiento en hospitales o por las noches. «Nosotros podemos evitar, en gran medida, que mayores que no se puedan valer por sí mismos y no se quieran mover de sus casas puedan estar atendidos sin tener que irse a una residencia».
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