Gasolinera de Talavera la Real, donde atracaron en la tarde del pasado sábado, hace siete días. Arnelas

«Vi la pistola, me separé y la chica me puso un cuchillo grande de cocina junto al cuello»

Fede y Francisco estaban trabajando cuando la semana pasada se produjeron los atracos en las dos gasolineras de Badajoz

Domingo, 14 de agosto 2022, 07:51

Fede empezó a ponerse más nervioso con el paso de las horas. Según iba conociendo noticias sobre las dos personas que atracaron la gasolinera en ... la que trabaja su mente le daba vueltas a que todo podía haber terminado mucho peor. Es lógico. Nélida Cristina Alves Guerreiro y Sidney Alberto Pereira Martins, además de ser unos ladrones violentos, estaban siendo buscados por un triple homicidio en Portugal. «En el momento no te da tiempo casi a pensar; con el tiempo te vas dando cuenta del peligro», reconoce cansado de que conocidos, y no tan conocidos, lleven varios días insistiendo para que les cuente qué ocurrió exactamente. «Al final, entre unas cosas y otras, no dejas de pensar en el robo», afirma.

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Tras semanas de búsqueda, los dos atracadores fueron arrestados anoche por la Policía Nacional cuando se encontraban cenando en un centro comercial de Zamora.

El miércoles 3 de agosto, hace ya diez días, Fede hacía el turno de tarde en la gasolinera que está junto a la estación de autobuses de Badajoz, la que eligieron Alves Guerreiro y Pereira Martins para dar el primer golpe de su oleada de robos en Extremadura. «Los vi pasar; me sorprendió que iban muy bien vestidos; no sospeché de ellos en ningún momento», comenta este trabajador. Sin embargo, al entrar en el pequeño habitáculo del establecimiento –ya que es una gasolinera que carece de tienda– Pereira Martins le empujó por detrás y poniéndole una pistola en el pecho le advirtió que era un atraco y que le diera todo el dinero que hubiera en la caja. «Miré hacia abajo, vi la pistola y mi primera reacción fue separarme de él; le empujé un poco hacia atrás pero entonces la chica me puso un cuchillo grande de cocina junto al cuello; en ese momento sí me asusté», rememora.

En primera persona

«No estuve nervioso y cuando pude me metí tras la puerta blindada del vestuario y activé la alarma, pero me quedé encerrado»

Francisco

Empleado de gasolinera

Los atracadores, que esta semana han vuelto a actuar en Torrefresneda y en Fundão (del lado portugués de la frontera, pero muy cerca de Zarza la Mayor), aprovecharon un momento en el que, pese a que era pleno día –sobre las siete de la tarde–, no había ningún coche repostando para abordar a Fede. «Ella –dice sobre Alves Guerreiro– no pronunció una sola palabra y parecía estar muy tranquila, infundía respeto; él llevaba la pistola, pero se le veía descompuesto».

En el espacio de unos dos metros cuadrados que sirve de mostrador, los atracadores aprovecharon para meter la mano en el bolsillo de Fede y robarle lo que llevaba antes de empujarle hasta la zona donde hay un cuarto de baño para empleados. Él pensó que querían llevarse más cosas, aunque la verdad es que más allá de la caja no tenían mucho donde elegir, mientras estaba tras la puerta cerrada, pero salió al no escuchar ningún ruido y ya no vio a nadie. «No sé cómo se fueron», aporta este trabajador.

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En Talavera

De un modo muy similar actuaron los atracadores en su segundo asalto en la región. El sábado pasadas las seis de la tarde, tres días después de su robo en la gasolinera Badajoz, se presentaron en la estación de servicio que hay en la autovía entre Badajoz y Mérida justo antes del cruce de Talavera la Real.

Alves Guerreiro y Pereira Martins se abalanzaron hacia Francisco que en un momento sin clientes iba a pasar la fregona en el baño de mujeres. «Escuché pasos corriendo, pero no me dio tiempo a nada», comenta este trabajador. De nuevo pistola y cuchillo en mano. «Me preguntaron por el dinero, les señalé la caja y me dijeron que me apartara». Como le insistieron varias veces que diera un paso atrás, Francisco se fue acercando hacia el vestuario y se metió dentro. «Tiene la puerta blindada, porque está previsto para esos casos», añade, al tiempo que asegura que no se puso nervioso en ningún momento.

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Desde el interior de la habitación pulsó la alarma y esperó. «Me decían que abriera y les dije que no se podía, pero la llave estaba puesta por fuera». Francisco quedó encerrado y escuchando el ruido que los atracadores hicieron al arrancar la caja registradora. «Se la llevaron, porque todo va por ordenador y se bloquea y no se abre», apunta un empleado que no estaba en el momento del robo. «No tocaron nada más», añade su compañera desde la cafetería. Ella tampoco trabaja los sábados, pero reconoce que durante la última semana va intranquila a trabajar. «Vengo todos los días temprano y, claro, vienes pensando», apostilla.

La gasolinera de la estación de autobuses de Badajoz. arnelas

En esta gasolinera, desde la que hay un acceso muy rápido a la autovía, sí hay zona de tienda y de bar. Sin embargo, los atracadores solo se fijaron en la caja en la que se cobra el carburante y los productos de la tienda. También se llevaron la cartera de Francisco que estaba en un cajón. «Llevaba unos 20 euros y la encontré vacía un par de días después tirada junto a la autovía».

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Fue un cliente habitual, al que hizo señas por la ventana del vestuario quien abrió la puerta blindada. «Menos mal que no se llevaron la llave», bromea Francisco, que recuerda que Alves Guerreiro estuvo minutos antes del atraco en la tienda y haciendo cola para pasar al baño. «Se nota que estuvo esperando a que no hubiera nadie más».

Pese al susto, tanto Francisco como Fede han mantenido sus horarios de trabajo. Francisco, incluso, tras el atraco del sábado hizo el turno de noche del domingo. «Es cuando más seguros estamos, con todo cerrado», se encogía de hombros un compañero de Francisco días después del robo. Lo que sí han hecho en ambos establecimientos es tratar de reforzar la seguridad. «Los primeros días entraba y cerraba con llave, pero tienes que volver a salir a atender y al final pues vuelves a las rutinas», concluye Fede.

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