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El camalote desaparece del Guadiana. La planta viva (siguen existiendo semillas repartidas que no han brotado aunque pueden hacerlo si no hay control) ya no coloniza una vasta extensión de la cuenca a su paso por Extremadura, algo que sí era singularmente visible entre 2004 y 2018. En este último año, el Gobierno, a través de la Confederación Hidrográfica, puso en marcha un plan de choque para controlar y eliminar el jacinto de agua visible, que ha llegado a ocupar 650 kilómetros de orilla y 185 kilómetros de cauce. El plan ha sido un éxito, ha cumplido los objetivos previstos, han recalcado esta mañana en Mérida la delegada del Gobierno, Yolanda García Seco, y el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), Samuel Moraleda.
«Se ha evitado un desastre medioambiental y económico irreversible», ha sentenciado Moraleda. «No ha presencia de camalote vivo en el río. Quedan las semillas esparcidas y para eso vamos a continuar con el plan con, al menos, dos años y medio de dotación económica presupuestaria garantizada», ha expresado García Seco. En los últimos quince años, las administraciones han puesto 50 millones para intentar combatir de la mejor forma posible pero han sido en los dos últimos, con 13 millones de presupuesto reservado (de los que se han invertido poco menos de la mitad), cuando la efectividad ha sido más evidente, limpiando 185 kilómetros de camalote. Se ha impedido que la planta invasora llegue a Portugal, evitando un desastre aún mayor en Alqueva y también se ha impedido que afectara a los canales de riego para el regadío extremeño.
Desde 2018 hasta ahora se han retirado 750.000 toneladas de camalote, el doble de lo que se había efectuado entre 2004 y 2018. Por tanto, ya se han sacado 1,5 millones de toneladas de esta planta invasora, la más dañina para los ecosistemas fluviales. El plan de choque, ha especificado el presidente de la CHG, ha supuesto también la colocación de 5.000 metros de barreras flotantes para evitar que la planta avanzase, el trabajo, medio, de 100 personas y la puesta en funcionamiento de 30 embarcaciones adaptadas para esa labor y otra buena parte de maquinaria pesada. «No hay precedente en cuanto a lucha contra una planta invasora en el mundo del dispositivo y los resultados que se han logrado en los últimos dos años. La contundencia y la constancia han sido fundamental», ha remarcado Moraleda.
Con la implicación fundamental de la Unidad Militar de Emergencias (UME), imprescindible para que no llegase el camalote a Portugal, el plan de choque se encuentra en su última fase, la de vigilancia y alerta temprana de posibles brotes. Esa vigilancia se reparte por diversos tramos del río. «El Guadiana estaba peor que nunca en 2018. Afortunadamente eso ha cambiado radicalmente. Se ha hecho un trabajo excepcional pero esto no para. Las especies invasoras han venido para quedarse porque las semillas están ahí latentes, pueden estar hasta durante 15 años. Por eso mantenemos un plan y una dotación presupuestaria», ha dicho García Seco.
La Confederación del Guadiana, de otro lado, también tiene diseñada una actuación frente al nenúfar mexicano, localizado en el cauce del río a su paso por la ciudad de Badajoz. Una de las medidas, para las que hay destinadas 2,5 millones de euros es la permeabilización de los azudes pacenses para frenar la entradas de lodos en los que arraigen el nenúfar. Esa es una de las diferencias con el camalote, que no tiene raíces. La otra es que el jacinto de agua es una planta mucho más dañina que el nenúfar.
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