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Sí a buscar nuevos mercados y a diversificar las exportaciones, pero un no rotundo a sustituir Estados Unidos por China en las relaciones de ... comercio exterior extremeñas. Las empresas tienen claro que mantener el mercado estadounidense debe ser una prioridad para Extremadura, pero también para España y para la Unión Europea. Es un destino con un enorme volumen de potenciales clientes –el país supera los 340 millones de habitantes– y tiene un elevado poder adquisitivo y un alto grado de seguridad jurídica que no se encuentran en todos los territorios.
Pese a que Estados Unidos apenas representa un 1,7% del total de las exportaciones extremeñas, hay sectores y empresas para las que el peso de este mercado es mucho más destacado. «Menos de un 2% es algo despreciable a nivel general, pero en el caso del corcho, por ejemplo, la importancia es muy superior», explica Ramón Sanguino, catedrático de la Universidad de Extremadura.
Y es que el corcho es uno de los sectores más afectados por los aranceles que la Administración Trump ha aprobado –por ahora del 10% y con una prórroga de tres meses en vigor antes de elevarlos al 20%– para los productos de la Unión Europea. De los 57,6 millones de euros que Extremadura exportó de manera directa a Estados Unidos en 2024, cerca de 20 millones eran de corcho y sus manufacturas.
Javier Peinado
Secretario general de la Creex
Diego Nieto
Gerente de Bodegas Romale
El aceite, la aceituna de mesa, el ajo, los derivados del cacao, el acero o el aluminio lideran las ventas de las empresas extremeñas en el mercado estadounidense y, por lo tanto, son los que más perjudicados se verán por los aranceles. Aunque en el cálculo completo también se deben tener en cuenta los efectos indirectos; es decir, los productos que Extremadura exporta a otros países pero que finalmente terminan en Estados Unidos.
El vino y el aceite son dos ejemplos de esas exportaciones intermedias. Hay bodegas extremeñas que venden a granel vino que se embotella y se comercializa en el mercado estadounidense. «Nosotros vendemos mucho granel a Francia, Portugal, Alemania o Italia y parte de ese vino llega a Estados Unidos», explica Diego Nieto, gerente de Bodegas Romale.
Si los aranceles encarecen el vino europeo para los consumidores norteamericanos y los importadores piden menos, los compradores de Bodegas Romale también demandarán menos cantidad. «Tenemos clientes muy fuertes para los graneles y en esas ventas indirectas sí nos puede perjudicar mucho», reconoce Nieto.
179 millones de euros
suman las exportaciones directas e indirectas de Extremadura Estados Unidos, según la Junta de Extremadura; los 57,6 millones de las directas apenas representan el 1,7% de las ventas extremeñas en el exterior
10% arancel
impuesto por la Administración Trump a los productos de la Unión Europea y la amenaza es duplicar esa tasa en tres meses
En la misma línea, hay cooperativas y almazaras que, por ejemplo, venden aceite de oliva a granel a Italia, sobre todo los años en los que no hay buenas cosechas en este país. Allí, empresas italianas lo envasan en formatos más pequeños y adaptados para el consumo familiar o del canal Horeca (hostelería y restauración) y lo venden en Estados Unidos.
Precisamente, el aceite fue el producto que citó Guillermo Santamaría, consejero de Economía, como uno de los motivos de la necesidad de mantener el mercado estadounidense para las exportaciones extremeñas: cifró en el 50% de toda la producción mundial de aceite de oliva el consumo de Estados Unidos, por lo que afirmó que no existe un destino alternativo que pueda asumir esas ventas.
El tejido empresarial tampoco quiere perder un destino tan interesante y atractivo para sus ventas. «También es un mercado muy competitivo y los que venden desde aquí son empresas avanzadas y muy acostumbradas al comercio exterior», detalla Mariano García, presidente de la Cámara de Comercio de Badajoz.
Mariano García
Presidente de la Cámara de Comercio de Badajoz
Ramón Sanguino
Catedrático de Economía de la UEx
No se engañan las empresas sobre los efectos de los aranceles. El primero será el aumento de los costes a la exportación. «Es evidente que habrá una caída de ventas al mercado americano», insiste García sobre la consecuencia más directa.
Así, para tratar de mantener ese mercado, las compañías extremeñas que exportan deberán asumir parte del sobrecoste para que no recaiga todo sobre el consumidor estadounidense y que sus productos sigan siendo atractivos. Eso obligará a mejorar la eficiencia de sus procesos, que es la mejor forma de ajustar los gastos para evitar que se reduzcan sus márgenes de beneficio en la medida de lo posible.
Todos los mercados se van a tensionar con la guerra comercial iniciada por Trump. Uno de los problemas que detecta el tejido empresarial extremeño es que los productos que no encuentren acomodo en Estados Unidos irán a otros destinos, con lo que la competencia aumentará también en el resto de mercados y serán las empresas más competitivas las que logren un hueco.
Para facilitar esta tarea, la Junta de Extremadura plantea tres propuestas –que son las que a principios de semana transmitió el Partido Popular al Ministerio de Economía– al Gobierno central: ayudas directas para los sectores más afectados por los aranceles; medidas de financiación que ayuden a las compañías a superar la coyuntura y a adaptarse a la nueva realidad, y el desarrollo de un plan de competitividad industrial.
De momento, Pedro Sánchez anunció una primera batería de medidas que movilizarán más de 14.000 millones de euros y contará con una línea de créditos ICO que no termina de convencer a las empresas. La patronal extremeña cree que los préstamos terminan siendo una forma de aplazar el gasto extraordinario que suponen los aranceles, por lo que solicitan rebajas impositivas que se prolonguen durante el tiempo que se extiendan los gravámenes a la exportación y que sirvan para mantener la tan deseada competitividad en los mercados internacionales.
Dentro de las recetas para esquivar los aranceles también se encuentra, por supuesto, la apertura de nuevos mercados. No es sencillo y requiere fuertes inversiones de tiempo y de dinero. «Lo estamos haciendo bastante bien y se baten récord de exportaciones, pero hay que trabajar en llevar a más empresas fuera mediante asistencia a ferias y foros y formar a los técnicos y a los directivos; hay que mirar a medio y largo plazo y trabajar intensamente en el conocimiento de esos destinos exteriores», plantea el presidente de la Cámara de Comercio de Badajoz.
En esa misma dirección apunta Javier Peinado, secretario general de la Creex. «Sí hay que abrir nuevos mercados», afirma. Aunque no cree que España, y con ello Extremadura, deba tomar posiciones en una guerra comercial a gran escala. «Al final esto es un conflicto entre Estados Unidos y China en el que nos estamos viendo todos afectados, pero cambiar a Estados Unidos para entregarnos a China como socio comercial prioritario, no lo veo», advierte el dirigente patronal.
La prórroga de la Administración Trump a los aranceles del 20% para la Unión Europea es un motivo de optimismo para las empresas extremeñas, que ven en los sucesivos aplazamientos una puerta a la negociación entre Bruselas y Washington. «Igual los aranceles no terminan en cero, pero tampoco serán del 20%», pronostica el presidente de la Cámara de Badajoz.
En esas conversaciones, tanto la Junta de Extremadura como los empresarios coinciden en a necesidad de que la Unión Europea acuda con una sola voz coordinada con los gobiernos nacionales y las comunidades autónomas. «Hay que hablar con todas las partes y eso es tarea de Europa, en este caso», aporta el secretario general de la Creex.
Además, las empresas siguen notando por el momento el interés de los importadores estadounidenses en los productos extremeños. «En el Salón Gourmets de Madrid, celebrado esta semana, hemos establecido un contacto para vender allí», informa el gerente de Bodegas Romale. De esta forma, sería el segundo cliente de esta firma en Estados Unidos. «Hemos empezado a exportar hace cinco o seis meses», añade Nieto.
«América no tiene productos sustitutivos de todo y con la misma calidad que los que compra aquí», señala García otro de los motivos para esas sensaciones positivas de cara al futuro.
Sí preocupa a los representantes del tejido empresarial que al final se establezcan unos aranceles recíprocos. Si la Unión Europea también grava en la frontera a los productos que llegan desde Estados Unidos, eso supondría un aumento de costes para las empresas que deben comprar fuera para producir en Extremadura. «En una guerra comercial, todo el mundo sale perjudicado», resume el catedrático Ramón Sanguino.
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