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En algunos restaurantes portugueses mantienen la costumbre de ponernos, y cobrarnos, mantequilla, paté de sardinas o aceitunas nada más sentarnos a la mesa. Venzamos la ... vergüenza y rechacemos esos aperitivos si no nos gustan o seleccionemos aquellos que nos apetecen. Solo una vez, en Os Cucos de Vila Viçosa, me pusieron hace años mala cara cuando rogué que se llevaran y no me cobraran los patés.
Afortunadamente, en la mayoría de los restaurantes portugueses, han entendido este problema y, antes de imponerte el aperitivo, te preguntan cortésmente qué te apetece de lo que ofrecen y tú decides. En algún caso, pienso en el Sever de Marvão, traen una bandeja con apetitosas bandejas de entrantes y te invitan a escoger.
En Extremadura, no hay problema con el aperitivo de cortesía porque, efectivamente, es de cortesía: te lo regalan y, cada vez en más restaurantes, es un delicioso prólogo que anuncia una exquisita comida. Sin embargo, a este lado de la Raya se dan algunas circunstancias que convierten en una desagradable caja de sorpresas las comidas fuera de casa.
El cubierto, o sea, el pan, lo cobran ya en todos los sitios, pero lo avisan en la carta, es obligatorio. En Portugal también lo recogen en la carta, pero es que allí sigue habiendo locales donde colocan en la mesa el pan, la 'manteiga' y los patés directos al paladar para agredirlo, sin haberlos pedido y sin que te haya dado tiempo a leer la carta.
Los problemas o los engaños en España vienen por otro lado. A veces, es el agua a precio de vino, aunque bien es cierto que cada vez más se sirve agua del grifo depurada en el restaurante y la regalan, por ejemplo, en Homarus de Cáceres. Hay otros trucos para cargar la cuenta que en Extremadura son excepcionales. Por ejemplo, que cobren un plus de terraza (solo lo he padecido en un restaurante que, lamentablemente, no recuerdo) o por un concepto tan sorprendente como descorchar la botella de vino, algo que no se da en Extremadura por ahora.
Que conste que, siempre que lo avisen en la carta o en la lista pública de precios, los restaurantes pueden cobrar lo que quieran atendiendo a la ley. Así, en Canarias no pueden cobrar por el concepto cubierto y en Extremadura, sí. Pero si usted rechaza el pan, no tiene por qué pagarlo.
También hay que estar alerta con los platos fuera de carta. Es habitual que en los restaurantes ofrezcan productos que no aparecen en la carta. Suelen ser muy tentadores y apetitosos: chuletones, piernas de cabrito, pescados excepcionales, gambas de primera calidad recién llegadas de Huelva. En la carta, están los precios de cada plato, pero si son fuera de carta, pueden suponer una sorpresa. Hay que espantar la vergüenza y preguntar cuánto cuesta la ración de cabrito o de gambas. Aunque lo correcto y lo legal es que el camarero informe del precio de cada uno de esos platos sorpresa, como hace, por ejemplo, la maître del restaurante Nardi de Hervás.
Otro momento inquietante llega cuando vemos en la carta las iniciales SM, es decir, según mercado. Cualquiera se arriesga a pedir un besugo cuyo precio es SM. Es obligatorio poner el precio exacto del plato o del kilo de besugo. Acabamos con una costumbre que aún no hemos constatado por aquí: cobrar una señal cuando reservas. Hay restaurantes (El Invernadero en Madrid) que cobran 100 euros al reservar y si no vas, no los devuelven. Eso es legal, incluso tiene su lógica. En Extremadura, por ahora, solo piden el teléfono y algunos te llaman para confirmar (El Almirez en Hervás). En fin, no tengan vergüenza y antes de comer, pregunten.
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